martes, 29 de diciembre de 2020

El salitre y la revolución de 1891: poderoso caballero don dinero.

 
Una de las frases de Francisco de Quevedo, escritor español del Siglo de Oro, es “poderoso caballero don dinero”, refiriéndose a la forma en que la política y el dinero se entrelazan, permeando cada una de las capas de la administración del Estado y dirigiendo las actividades hacia sus intereses y bloqueando toda aquella iniciativa que pueda afectarlo.

En ese contexto, en el mes de abril de este año, Ediciones B publicó el libro “El rey del salitre que derrotó a Balmaceda”, escrito por Guillermo Parvex y que relata las profundas razones que llevaron al derrocamiento del presidente Balmaceda.

El libro, es una investigación sobre una de las épocas más turbulentas de la política chilena en el siglo XIX, que culminó con la cruenta y trágica revolución o guerra civil de 1891 la que en ocho meses, causó tantas bajas como las que sufrieron en combate el ejército y la marina chilenos durante los más de cuatro años que duró la guerra del Pacífico.

Para el autor, este conflicto debió haber sido denominado por la historiografía como la contra revolución de 1891, tomando en consideración que la verdadera revolución social y económica es la que hizo el presidente José Manuel Balmaceda Fernández entre 1886 y 1891.

José Manuel Balmaceda nació el 19 de junio de 1840 en Bucalemu y al igual que toda su familia, desarrolló una intensa vida política desde su juventud, siendo alto funcionario y ministro de sus dos antecesores, Aníbal Pinto y Domingo Santa María.

En 1864, con 24 años, por recomendación del presidente José Joaquín Pérez asumió como secretario del parlamentario y expresidente de la República, Manuel Montt, con ocasión del Congreso Americano que se efectuó en Lima.

A su regreso de Perú, se inició como periodista de la Revista de Santiago, donde publicó sus estudios y puntos de vista liberales relativos a los problemas políticos sobre la libertad electoral, la Iglesia y el Estado. Se casó con Emilia Toro Herrera, con quien tuvo seis hijos: José Manuel, Pedro, Enrique, Elisa, Julia y María.

En su programa apoyaba la libertad religiosa, las garantías individuales, la eliminación de la influencia del Gobierno en las elecciones y la reforma de la Constitución de 1833.

Estos puntos fueron la base de su gran triunfo electoral que lo hizo diputado por Carelmapu en 1870 y fue proclamado presidente electo por el Congreso Pleno, en la sesión del 30 de agosto y asumió el mando, el 18 de septiembre de 1886.

Uno de los principales focos de su gobierno sería el mejoramiento de la educación, salud y el desarrollo de una gran infraestructura pública como puentes, caminos, ferrocarriles, puertos recurriendo a la buena situación financiera del Estado por los tributos de la industria salitrera

Desde el primer día de su mandato, Balmaceda dejó en evidencia su compromiso de aprovechar la bonanza económica que brindaba el salitre, ya que con esos mismos recursos su antecesor había saldado todas las deudas dejadas por la guerra del Pacífico y el país tenía una sana economía. Puso así, en ejecución su programa de gobierno que, por primera vez, colocaba su foco central en la mayoría de la población.

Tenía muy claro que el país debía invertir de la mejor forma los grandes recursos que proporcionaba la industria salitrera y su eje estaba puesto en la educación, la salud y las obras públicas.

Es sabido que, en los orígenes de esta revolución, aparecen como personajes clave algunos parlamentarios que, coincidentemente, trabajaron representando los intereses de John Tomas North que, a raíz de la gigantesca fortuna lograda con las calicheras, el inglés terminó siendo conocido como el rey del salitre.

Para él, Balmaceda era su enemigo, ya que, con sus políticas nacionalistas, amenazaba su imperio en Tarapacá. North, había llegado a Chile a inicios de 1870 como un modesto mecánico y quince años más tarde, regresó a un palacio en Inglaterra siendo considerado en su época entre los hombres más acaudalados.

Para el autor, es importante demostrar que los orígenes de esta guerra civil no fueron netamente políticos, sino que fundamentalmente económicos, apareciendo como el líder de esta revolución el rey del salitre.

Asimismo, mediante documentación de la época, se revela que este trágico conflicto armado entre hermanos, podría haber concluido con la derrota de los insurrectos a los tres meses de iniciado, evitándose las sangrientas batallas de Concón y Placilla, que significaron miles de muertos y heridos y, además, el suicidio del presidente José Manuel Balmaceda.

Esta antipatía de North hacia Balmaceda, surgió desde el mismo momento en que el jefe de Estado decidió acotar la propiedad extranjera de las salitreras y dar prioridad a la explotación de nuevos yacimientos por parte de empresarios nacionales asociados, en cierta medida, con el Estado, aumentando de esta forma, significativamente, la recaudación tributaria proveniente de la exportación del salitre, para así poder continuar con su exitosa gestión en materias de tanta trascendencia como educación, salud, obras públicas, y sentar las bases para una adecuada industrialización nacional.

Sin embargo, en esos difíciles momentos para los congresistas, cuando no tenían pertrechos suficientes como para iniciar su campaña hacia la zona central, contaron nuevamente con la ayuda de North que les prestó el dinero para armar a los revolucionarios y además, influyó en las más altas esferas del gobierno británico para bloquear todo apoyo a Balmaceda y para conseguir el despacho a Chile de una flotilla de guerra inglesa que, violando flagrantemente la soberanía, apoyó militarmente a los insurrectos.

North nunca se disculpó de su injerencia en la revolución de 1891 y menos de las consecuencias humanas de esa tragedia nacional. Tanto es así, que en el libro se transcribe un telegrama que North envió luego de conocida la victoria final de los congresistas en la sangrienta batalla de Placilla.

En él, North insta a celebrar, diciendo ‘ya se ha derramado mucha sangre. Es hora de derramar champaña’”.

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