Javiera Carrera fue mucho más que la mayor
de los renombrados hermanos Carrera, o la revolucionaria que, se supone, bailó
la resbalosa o bordó nuestra primera bandera. Ella escondió armas y soldados,
organizó reuniones clandestinas en su casa y alentó a otras mujeres a
involucrarse en la causa patriota. No por nada hay quienes la llaman «madre de
la patria».
Pero su vida no fue nada fácil y terminó pagando un alto precio por su compromiso con el proceso independentista. Hubo destierros, fusilamientos, sufrimientos y pérdidas. Un relato en torno a una mujer culta, orgullosa y decidida, que incluso dejó a sus hijos a cargo de su marido para acompañar a sus hermanos en el exilio.
Recorrer sus más de ochenta años de vida (1781-1862), supone también revisar una etapa trascendental y fascinante de nuestra historia. Un período en que Chile se independizó y se organizó como república. Y Javiera —muy activa al principio, más observadora después— presenció buena parte de este proceso.
Notables figuras, como Diego Portales, Manuel Montt, Francisco Bilbao y Andrés Bello —amigo de Javiera—, se destacan en esta rigurosa investigación de Soledad Reyes del Villar, historiadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, también autora del exitoso libro Manuel Rodríguez. Aún tenemos patria (Ediciones El Mercurio, 2018).
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