viernes, 1 de mayo de 2020

El clima en el glaciar Unión ha estado estable en los últimos 35 años


A principio de este año, las altas temperaturas y la falta de nieve en la península Antártica copaban la agenda noticiosa. También se hizo eco en los medios de comunicación sobre grandes témpanos que se desprendían desde sus costas y llegaban a parar a aguas más cálidas.

No obstante, frente a este preocupante escenario y a sus múltiples efectos, es importante aclarar que la Antártica es un continente extenso, de más de 14 millones de kilómetros cuadrados y responde de diferentes maneras a los procesos climáticos debido a características como altitud, distancias a la costa o sector geográfico.

Precisamente, un grupo conformado por quince investigadores chilenos, británicos, alemanes, brasileños y estadounidenses se propuso estudiar una zona donde prácticamente no se tenían registros de variabilidad climática.

Nos referimos al glaciar Unión, en los montes Ellsworth, situado en una zona de transición entre la península Antártica (de una importante influencia oceánica) y el casquete de hielo interior de la Antártica occidental.

Sus resultados fueron publicados en el artículo científico “Stable water isotopes and accumulation rates in the Union Glacier region, Ellsworth Mountains, West Antarctica over the last 35 years” (traducido al español como: Isótopos de agua estable y tasas de acumulación en la región de glaciar Unión, montes Ellsworth, Antártica occidental, en los últimos 35 años) y dados a conocer recientemente en el volumen 14, número 3 de la revista especializada The Cryosphere siendo, el 11° artículo publicado por autores nacionales en Web of Science. 

“Como no existía un instrumento que haya estado midiendo constantemente las condiciones meteorológicas del lugar, tuvimos que utilizar una forma indirecta de determinar qué ha ocurrido con variables como la temperatura, precipitaciones y régimen del viento, entre muchos otros factores”, aclara el Dr. Francisco Fernandoy de la Universidad Andrés Bello (UNAB) sede Viña del Mar, uno de los coautores del estudio.

Junto a él también figuran los investigadores nacionales Marcelo Aliaga, también de la UNAB sede Viña del Mar, el Dr. Ricardo Jaña del Instituto Antártico Chileno (INACH), la Dra. Delia Rodríguez de la Universidad del Desarrollo y la Dra. Guisella Gacitúa de la Universidad de Magallanes. 

Los científicos se trasladaron hasta el glaciar Unión durante los meses de noviembre de los años 2014 y 2015 para recolectar las muestras y datos geofísicos en el marco de la Expedición Científica Antártica (ECA) organizada por el INACH.

En cada oportunidad, permanecieron durante 15 días. “Sin embargo, el período más largo vino en el laboratorio. Esto tomó varios años hasta tener todos los análisis completos y luego procesar y publicar los datos. Posteriormente, nuestros hallazgos debieron ser revisados y validados por la comunidad científica, lo que tomó aproximadamente un año de discusión”, relata.

Primero, obtuvieron muestras de hielo de diversos puntos de esta región, desde el borde de la plataforma de hielo de Ronne, pasando por los montes Ellsworth hasta el plateau de hielo del interior. Para estos efectos, se empleó una perforadora de hielo mecánica, que permitió extraer testigos de hielo de hasta 20 metros de profundidad, muestras que después serían analizadas químicamente en el laboratorio.

“Junto a lo anterior, también hicimos en terreno una especie de radiografía de las capas de nieve y sus estructuras internas. Esto lo realizamos con un instrumento llamado radar de penetración. Gracias a la combinación de ambas técnicas, pudimos reconstruir qué ocurrió en el pasado”, afirma Fernandoy.

Posteriormente, en los laboratorios de la Universidad Andrés Bello se analizaron las moléculas de agua para determinar su composición isotópica; pero no existían las capacidades para medir la composición química del hielo, debido a la baja concentración de impurezas que contiene.

Para ello se asociaron con el Instituto de Investigación Polar y Marina Alfred Wegener, de Alemania (AWI), el Instituto Antártico Británico (BAS) y el Instituto de Investigación del Desierto de Reno, Estados Unidos (DRI). 

Además, se colaboró en el análisis de los resultados con varias instituciones nacionales e internacionales como la Universidad de Humboldt (Alemania) y la Universidad Federal de Río Grande (Brasil), entre otras instituciones internacionales. Esta investigación fue posible gracias al apoyo logístico y financiero del INACH y al apoyo de las Fuerzas Armadas que los asistieron en sus expediciones.

Los investigadores lograron establecer que en los últimos 35 años las condiciones meteorológicas de la zona se han mantenido bastante estables.

“Esto es una buena noticia para este punto de la Antártica en particular. Los glaciares que se encuentran en esta región, alimentan a la segunda plataforma de hielo más grande del continente antártico, donde se combinan dos grandes plataformas de hielo o masas de hielo flotante, la plataforma de hielo de Ronne-Filchner.

Esto es bastante llamativo, debido a que en la zona cercana hacia la costa oeste de la península Antártica, se ha detectado que la precipitación se ha doblado en cantidad por el aumento de la temperatura de la atmósfera y del océano de las últimas décadas, así como también se han visto respuestas muy rápidas de las plataformas y de los glaciares que los alimentan”, explica el investigador de la UNAB.

No obstante, añade que estas conclusiones son bastante acotadas aún, ya que el trabajo que efectuaron fue de tipo exploratorio, a modo de entender y caracterizar la región del glaciar Unión, pero que a futuro pretenden ampliar su estudio a miles de años atrás.

“Ahora ya tenemos un conocimiento mucho más profundo de la dinámica del sector y creemos que tenemos la oportunidad de extender nuestro estudio mucho más atrás en el tiempo. Hablamos a una escala de miles de años probablemente. Sabemos ahora que la variabilidad climática está ligada a lo que ocurre en el mar de Weddell y parte del océano Índico”, precisa. 

De esta manera, los investigadores no solo cuentan con información de lo que sucede en el continente, sino también en el océano que está teniendo fuertes transformaciones debido al cambio climático.

“Es muy interesante poder entender que el hielo es una verdadera ventana al sistema climático en general”, sentencia el Dr. Fernandoy. 

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