A principio de este año, las altas
temperaturas y la falta de nieve en la península Antártica copaban la agenda
noticiosa. También se hizo eco en los medios de comunicación sobre grandes
témpanos que se desprendían desde sus costas y llegaban a parar a aguas más
cálidas.
No obstante, frente a este preocupante
escenario y a sus múltiples efectos, es importante aclarar que la Antártica es
un continente extenso, de más de 14 millones de kilómetros cuadrados y responde
de diferentes maneras a los procesos climáticos debido a características como
altitud, distancias a la costa o sector geográfico.
Precisamente, un grupo conformado por
quince investigadores chilenos, británicos, alemanes, brasileños y
estadounidenses se propuso estudiar una zona donde prácticamente no se tenían
registros de variabilidad climática.
Nos referimos al glaciar Unión, en los
montes Ellsworth, situado en una zona de transición entre la península
Antártica (de una importante influencia oceánica) y el casquete de hielo
interior de la Antártica occidental.
Sus resultados fueron publicados en el
artículo científico “Stable
water isotopes and accumulation rates in the Union Glacier region, Ellsworth
Mountains, West Antarctica over the last 35 years” (traducido al español
como: Isótopos de agua estable y tasas de acumulación en la región de glaciar
Unión, montes Ellsworth, Antártica occidental, en los últimos 35 años) y dados
a conocer recientemente en el volumen 14, número 3 de la revista especializada The
Cryosphere siendo, el 11° artículo publicado por autores nacionales en Web of
Science.
“Como no existía un instrumento que haya
estado midiendo constantemente las condiciones meteorológicas del lugar,
tuvimos que utilizar una forma indirecta de determinar qué ha ocurrido con
variables como la temperatura, precipitaciones y régimen del viento, entre
muchos otros factores”, aclara el Dr. Francisco Fernandoy de la Universidad
Andrés Bello (UNAB) sede Viña del Mar, uno de los coautores del estudio.
Junto a él también figuran los
investigadores nacionales Marcelo Aliaga, también de la UNAB sede Viña del Mar,
el Dr. Ricardo Jaña del Instituto Antártico Chileno (INACH), la Dra. Delia
Rodríguez de la Universidad del Desarrollo y la Dra. Guisella Gacitúa de la
Universidad de Magallanes.
Los científicos se trasladaron hasta el
glaciar Unión durante los meses de noviembre de los años 2014 y 2015 para
recolectar las muestras y datos geofísicos en el marco de la Expedición
Científica Antártica (ECA) organizada por el INACH.
En cada oportunidad, permanecieron durante
15 días. “Sin embargo, el período más largo vino en el laboratorio. Esto tomó
varios años hasta tener todos los análisis completos y luego procesar y
publicar los datos. Posteriormente, nuestros hallazgos debieron ser revisados y
validados por la comunidad científica, lo que tomó aproximadamente un año de
discusión”, relata.
Primero, obtuvieron muestras de hielo de
diversos puntos de esta región, desde el borde de la plataforma de hielo de
Ronne, pasando por los montes Ellsworth hasta el plateau de hielo del interior.
Para estos efectos, se empleó una perforadora de hielo mecánica, que permitió
extraer testigos de hielo de hasta 20 metros de profundidad, muestras que
después serían analizadas químicamente en el laboratorio.
“Junto a lo anterior, también hicimos en
terreno una especie de radiografía de las capas de nieve y sus estructuras
internas. Esto lo realizamos con un instrumento llamado radar de penetración.
Gracias a la combinación de ambas técnicas, pudimos reconstruir qué ocurrió en
el pasado”, afirma Fernandoy.
Posteriormente, en los laboratorios de la
Universidad Andrés Bello se analizaron las moléculas de agua para determinar su
composición isotópica; pero no existían las capacidades para medir la
composición química del hielo, debido a la baja concentración de impurezas que
contiene.
Para ello se asociaron con el Instituto de
Investigación Polar y Marina Alfred Wegener, de Alemania (AWI), el Instituto
Antártico Británico (BAS) y el Instituto de Investigación del Desierto de Reno,
Estados Unidos (DRI).
Además, se colaboró en el análisis de los resultados con
varias instituciones nacionales e internacionales como la Universidad de
Humboldt (Alemania) y la Universidad Federal de Río Grande (Brasil), entre
otras instituciones internacionales. Esta investigación fue posible gracias al
apoyo logístico y financiero del INACH y al apoyo de las Fuerzas Armadas que
los asistieron en sus expediciones.
Los investigadores lograron establecer que
en los últimos 35 años las condiciones meteorológicas de la zona se han
mantenido bastante estables.
“Esto es una buena noticia para este punto
de la Antártica en particular. Los glaciares que se encuentran en esta región,
alimentan a la segunda plataforma de hielo más grande del continente antártico,
donde se combinan dos grandes plataformas de hielo o masas de hielo flotante,
la plataforma de hielo de Ronne-Filchner.
Esto es bastante llamativo, debido a que
en la zona cercana hacia la costa oeste de la península Antártica, se ha
detectado que la precipitación se ha doblado en cantidad por el aumento de la temperatura
de la atmósfera y del océano de las últimas décadas, así como también se han
visto respuestas muy rápidas de las plataformas y de los glaciares que los
alimentan”, explica el investigador de la UNAB.
No obstante, añade que estas conclusiones
son bastante acotadas aún, ya que el trabajo que efectuaron fue de tipo
exploratorio, a modo de entender y caracterizar la región del glaciar Unión,
pero que a futuro pretenden ampliar su estudio a miles de años atrás.
“Ahora ya tenemos un conocimiento mucho más
profundo de la dinámica del sector y creemos que tenemos la oportunidad de
extender nuestro estudio mucho más atrás en el tiempo. Hablamos a una escala de
miles de años probablemente. Sabemos ahora que la variabilidad climática está
ligada a lo que ocurre en el mar de Weddell y parte del océano Índico”,
precisa.
De esta manera, los investigadores no solo
cuentan con información de lo que sucede en el continente, sino también en el
océano que está teniendo fuertes transformaciones debido al cambio climático.
“Es muy interesante poder entender que el hielo es una verdadera ventana al sistema climático en general”, sentencia el Dr. Fernandoy.
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