Prensa amarilla o prensa amarillista es un
tipo de periodismo que presenta noticias con titulares llamativos, escandalosos
o exagerados para tratar de aumentar sus ventas, aunque por lo general estas
noticias no cuenten con ninguna evidencia (o escasas) y sin una investigación
bien definida.
Este tipo de prensa sensacionalista incluye titulares
de catástrofes y gran número de fotografías con información detallada
acerca de accidentes, crímenes, adulterios y enredos políticos. En
caso de gráfica o en televisión, se caracteriza por usar colores extremadamente
saturados, principalmente el rojo y tener su información desorganizada.
El término se originó durante la "batalla
periodística" entre el New York World de Josep Pulitzer y el New York
Journal de Randolph Hearst entre 1895 y 1898. Ambos periódicos fueron acusados,
por otras publicaciones más serias, de magnificar cierta clase de noticias para
aumentar las ventas y de pagar a los implicados para conseguir exclusivas.
Una de las características de la cultura de nuestro tiempo, es
que el entretenimiento se ha convertido en un valor que prevalece sobre los
otros, arrastrando con ello, al periodismo porque cada vez más, se tiende a hacer
de la información una diversión buscando el sensacionalismo sin importar si se
está diciendo la verdad, no importando el daño moral o material que produzca.
Por otro lado, especialmente en dictaduras, emergen personas
que, si bien tienen un poder inmenso impresionan por su mediocridad: no se
expresan bien, tienen una educación insuficiente pero de ellos surge la maldad
personificada que son utilizados para mantener el poder.
Para los escritores, este tipo de personas son un incentivo,
porque son más atractivos que los buenos y son inolvidables. Como decía George Bataille,
la novela es la expresión del mal. Todo lo que no se puede aceptar en la vida real
toma posesión de la novela ya que es la manera de expresar lo que tenemos
maldito y satanizado.
Este tipo de prensa y su relación con la política de Perú,
es el tema central de la novela Cinco Esquinas de Mario Vargas Llosa cuya
ambientación, está la ciudad de Lima siendo presidente Alberto Fujimori.
En esta novela policial, publicada por Alfaguara, Vargas
Llosa toca tres temas fundamentales en la vida de Perú bajo la administración
de Fujimori como fueron el terrorismo, la corrupción y el abuso de poder a
través de la prensa para desacreditar a los opositores.
Fujimori y el hombre fuerte de su dictadura, Vladimiro Montesinos,
utilizaban a la prensa para intimidar a sus opositores. “Los desacreditaban con
escándalos de cama publicados en pasquines a los que el propio Montesinos les
ponía los titulares”, cuenta el novelista, al que se le cruzó por el camino
el affaire entre la esposa de un chantajeado y su mejor amiga.
Para Vargas Llosa, el periodismo de la chismografía y del
amarillismo “representa una de las formas más degradada del periodismo. Es una
novela que tiene que ver mucho con esa subcultura contemporánea y que es tan
universal porque la comparten el mundo desarrollado y el subdesarrollado.
Prácticamente no hay cultura ni lengua que no tenga ese periodismo de la
chismografía y el escándalo. Que esta especie de lumpen periodístico emerja de
los muladares de las quintas miserables de Cinco esquinas tiene mucho sentido”.
En Lima, como en muchas ciudades de América Latina, las
costumbres cambiaron con el toque de queda. Por ejemplo, si había una fiesta
esta debía terminar cuando el toque de queda se levantaba. O, como ocurre en la
novela, si se iba a comer a otra casa también había que quedarse en casa ajena
porque en la capital peruana las personas vivían en medio de una atmósfera de
inseguridad provocada por el terrorismo, el contraterrorismo y la delincuencia
común. No sabías quién te mataba. Un clima así lo altera todo, incluidas las
relaciones sexuales.
En este caso, las dos protagonistas en medio de este clima
de claustrofobia, compartieron cama y el sexo apareció en sus vidas como un
escape a las tensiones que vivian diariamente.
«La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos
señoras amigas que de pronto una noche, de una manera impensada para ambas,
viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial
que se fue transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los
últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos”, comenta
Vargas Llosa
A través de esta novela, hay una crítica a usar la libertad
de prensa o el derecho a informar para inmiscuirse en la vida privada de las
personas públicas sin darse cuenta que, si desparece el derecho a la privacidad
se destruye un valor fundamental como es el cuidado de las formas.
Ahora bien, es lógico pensar que una persona pública (sobre
todo un político) tenga que aceptar cierta vigilancia sobre su conducta, pero
se ha llegado a unos extremos donde esa vigilancia se ejerce de una manera
abusiva, confundiéndose este abuso, con libertad de prensa.
Al mismo tiempo, también está la otra cara, cómo el periodismo,
que puede ser algo vil y sucio, puede convertirse de pronto en un instrumento
de liberación, de defensa moral y cívica de una sociedad donde un ser humano
que logra redimirse a tiempo expiando sus culpas, destapa públicamente la
suciedad de ciertas prácticas que jamás deberían repetirse.
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