Los musulmanes, que invadieron España en el año 711 llamaron
a este territorio « Al-Andalús »,
que significa « Tierra de los
Vándalos » en árabe y la
Hispania hispanorromana y visigoda vivió un cambio cultural
total, ya que del cristianismo se pasó al Islam; del latín, al árabe; de la Biblia al Corán alcanzando
la riqueza cultural hispano-musulmana niveles muy superiores al del resto de
los países europeos de entonces.
Durante los ocho siglos de conquista musulmana, no todo fue guerras continuas.
Entre el siglo VII y el XV se desarrolló la cultura a su más
alto nivel de refinamiento y educación de toda la Edad Media y
tal como comentara el escritor Vicente Blasco
Ibáñez,
“en esta fecunda amalgama de
pueblos y razas entraban todas las ideas, costumbres y descubrimientos
conocidos hasta entonces en la tierra”.
La seda, el algodón, el café, el
papel, la naranja, el limón, el melón, la granada y el azúcar que venían del
Oriente así como las alfombras, los adamasquinados y la pólvora junto con
palabras albaricoque, albañil, alcohol, alcalde, aljibe, alfeizar y tantas
otras forman parte de la herencia cultural que dejaron los árabes en la península
y que más tarde llegó a América Latina.
Nuevos conocimientos, como la
numeración decimal (reemplazando a la romana), el álgebra, la trigonometría, el
ajedrez, la alquimia, la química, la medicina con la cirugía, la astronomía,
fueron introducidos en la sociedad de la época.
Difundieron la poesía rimada y
gracias a las numerosas escuelas de traducción que existían en la época, se
recuperaron los textos y las reflexiones del filósofo griego Aristóteles que se
habían perdido. No se puede olvidar, la herencia arquitectónica que se
manifestó en su más alto nivel en el Alcázar de Sevilla, en la maravillosa
Alhambra en Granada o en la gran Mezquita de Córdoba.
En plena Edad Media, cuando en la España cristiana apenas se practicaba
la higiene personal, en Al–Andalús existía un baño público en cada barrio y los
los hammams no solo servían para la limpieza y la distensión; lo mismo que la
mezquita y otros lugares públicos, eran utilizados para reuniones políticas y
sociales.
En cuanto a la preparación de comidas, los árabes
transmitieron la preparación de las albóndigas y que su nombre, del árabe al
bunduq, significa la bola. Y tanto el uso del azafrán como la preparación de las
frituras, empanadas y el arroz con leche
son de origen andalusí
También en Al-Andalús nació el ceremonial de mesa que hoy
conocemos. Primero, los entrantes y
ensaladas, después los platos fuertes a base de carne y pescado y por último
los postres. Antes, la costumbre era servirlos todos al mismo tiempo y
para disfrutar de una buena comida,
había que evitar las conversaciones controvertidas y de ser posible,
acompañarla de una música suave de fondo.
En ese período, la ciudad de Córdoba, que había sido la
capital de la provincia bética durante el Imperio romano, se convirtió en la
esplendorosa capital del Estado musulmán en la península ibérica, y presentó un
lujo que no existía en ninguna otra ciudad de Europa.
Es en este contexto de ilustración y
refinamiento de Al- Andalús en el que se desarrolla la novela de Carlos
Aurensanz, Hasday. El médico del Califa, haciendo caminar al lector por un
período de cuarenta años en el mundo árabe, judío y cristiano de la época.
La trama parte el año 924 cuando Hasday ben
Shaprut es un muchacho de trece años, que necesita comprender el mundo que lo
rodea. Su curiosidad, lo lleva a trasgredir rígidas normas sociales y
religiosas que estructuraban la vida de los habitantes de la comunidad judía y
musulmana de esos años.
Las ciudades de Qurtuba, Al Mariyat Bayana y
Yayyán, (Córdoba, Almería y Jaén) serán los escenarios principales de la novela
y que gracias al buen trabajo de documentación realizado por el autor, el
lector podrá pasearse por el ambiente de la época y por los usos y
costumbres de sus habitantes.
En este libro, publicado por Ediciones B, se
pueden encontrar tres hilos que llevan la trama. El primero es una esclava
judía por la que Hasday termina traicionando la confianza de su padre; el
segundo es una peligrosa enemistad que lo perseguirá durante toda su vida y
finalmente, un libro que es la valiosa copia de un antiguo compendio de
medicina escrito por los griegos y que guiará a Hasday en su aprendizaje de la
medicina.
Mercaderes, bibliotecas, traductores, la
madrása y el bimaristán, embajadas y conflictos bélicos, avances científicos y
la construcción de la Madinat
al Zahra son partes de un todo que completan la vida en Al Ándalus en su máximo
periodo de esplendor cuando Córdoba, se convirtió en la luz que iluminaba
Occidente, rival de Bizancio, compitiendo con ella en el terreno de las
ciencias y de las artes. Además, muestra una ciudad en la que gobernaba la
libertad de pensamiento y la tolerancia entre las distintas religiones que
convivían en la ciudad.
La real protagonista de esta novela, es la
herencia árabe que en todas sus formas nos legó una cultura que nunca pisoteo a
otras, sino que tomó lo mejor de cada una y las llevó a niveles nunca superados.