Los primeros cantos de la Odisea de Homero, cuentan la exhortación que
realiza la diosa Atenea para que el rey Odiseo (Ulises), vuelva
a Ítaca después de muchos años de haber partido de su reino a la guerra de
Troya y será ella que tomando la figura de Mentor, aconsejará e incitará a Telémaco a ir en su
búsqueda y se convertirá en una voz que le dará la fuerza para navegar en aguas inciertas para encontrar a su padre y
restituirlo a su lugar como rey de Ítaca.
Es
el mismo viaje que realiza el escritor Hisham Matar tratando de encontrar
respuestas, por llenar vacíos, por saldar cuentas frente a la detención y
desaparición de su padre Jaballa Matar en la prisión libia del régimen de
Gadafi, Abu Salim, de la que nunca salió.
Tal
como dice el autor, “siendo hijo de un padre ni vivo ni muerto, del cual se ha
perdido todo rastro y del cual es un huérfano sin certificado que lo
certifique, ha convertido esa ausencia en el punto central de toda su creación
literaria donde siempre está el padre arrebatado, desaparecido,
amado, idealizado.
En
este relato auto biográfico, “El Regreso”, publicado por editorial Salamandra,
Hisham Matar se convierte en Telémaco para realizar un viaje íntimo en busca de
su padre, sin importar las consecuencias por muy dolorosas que sean.
En
este viaje, Hisham se convertirá en un activista para descubrir las oscuras
verdades que se guardaron durante la dictadura de Gadafi en Libia.
Desde
su exilio en la capital egipcia, Jaballa Matar, ofreciendo de forma
desinteresada su fortuna personal, era el líder de la resistencia anti-Gadafi
organizando un movimiento que coordinaba a varias organizaciones al interior
de Libia y más tarde, estableció y dirigió campamentos de entrenamiento
en el Chad, cerca de la frontera libia.
En
1990, fue secuestrado en El Cairo por la policía secreta del régimen de
Mubarak y desde el año 1996, solo por un par de cartas, que con gran peligro
para quienes las hicieron llegar a su familia, nunca más volvieron a tener
noticias sobre él. Ese año, la familia
supo que lo había llevado a la prisión de Abu Salim, en Trípoli, también llamada «La Última Parada», porque era un lugar de terribles y sangrientas acciones en contra de los presos que allí
estaban.
Allí
se perdió su pista. Sólo se sabe que por las noches, en la oscuridad, la voz
“firme y apasionada de su padre recitaba cientos de
versos que se sabía de memoria y que se convirtieron en su consuelo
y compañía”.
Luego
de la revolución que acabó con el régimen de Gadafi, Matar decidió regresar a
Libia para intentar sanar tanto de su
país como de su historia porque en lo más profundo de su ser, Hisham Matar
sabía que sólo en el lugar donde se vive la infancia, todo se vuelve realidad.
Matar
logra que el exilio, la dura historia de Libia, el sacrificio de muchos, el
terror implantado por Gadafi o del suplicio sin fin al no obtener
respuestas, se transforme en un
profundo, poético e inconsolable canto funerario y no solo a su padre sino a
todas las víctimas del terrorismo de Estado que en todas partes del mundo, han
dejado una presencia resistente al olvido oficial.
También
es su forma de
agradecer a su padre, el haber recibido una herencia de dignidad, de
resistencia, de entrega, de amor sin límites por la justicia y por la vida.
En este libro, se unen dos ámbitos. El de la
objetividad, que incluye el regreso al país y el reencuentro con la familia y
la subjetiva, que contiene toda la carga emocional del protagonista al
enfrentarse a preguntas sin respuestas,
a vacíos y la necesidad de saldar cuentas ahogando al protagonista al punto,
que no hay un momento en que toda esa experiencia tan individual, colectiva y
política se desborde involucrando al lector en el dolor del protagonista.
En realidad, en esta biografía hay tres
protagonistas.El primero, sin duda es Hisham que inicia un
viaje sin miedo hacia el dolor. Luego, la segunda es la ausencia. La del padre,
tan presente en la necesidad de saber que pasó y en darle sepultura; de la
madre de Hisham que al mismo tiempo, está siempre a su lado y la de
Gadafi, presente a través del dolor
causado a la vida de Hisham.
La tercera protagonista, es la poesía como
resistencia al dolor, que fue la manera en que Jaballa Matar encontró las alas
para romper las cadenas, saltar montañas y elevarse más allá de la prisión
donde lo tenían recluido.
Este relato, nos habla de la relación de un padre y un hijo, de la
angustia de la propia existencia y como la vida se transforma en un viaje hacia
la muerte sin respuestas, sólo un trayecto en busca de quienes aún necesitan
ser encontrados.
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