martes, 6 de febrero de 2018

El regreso: donde la ausencia y la poesía son las protagonistas



Los primeros cantos de la Odisea de Homero, cuentan la exhortación que realiza la diosa Atenea para que el rey Odiseo (Ulises), vuelva a Ítaca después de muchos años de haber partido de su reino a la guerra de Troya y será ella que tomando la figura de Mentor,  aconsejará e incitará a Telémaco a ir en su búsqueda y se convertirá en una voz que le dará la  fuerza para navegar en  aguas inciertas para encontrar a su padre y restituirlo a su lugar como rey de Ítaca. 

Es el mismo viaje que realiza el escritor Hisham Matar tratando de encontrar respuestas, por llenar vacíos, por saldar cuentas frente a la detención y desaparición de su padre Jaballa Matar en la prisión libia del régimen de Gadafi, Abu Salim, de la que nunca salió.

Tal como dice el autor, “siendo hijo de un padre ni vivo ni muerto, del cual se ha perdido todo rastro y del cual es un huérfano sin certificado que lo certifique, ha convertido esa ausencia en el punto central de toda su creación literaria donde siempre está el padre arrebatado, desaparecido, amado, idealizado. 

En este relato auto biográfico, “El Regreso”, publicado por editorial Salamandra, Hisham Matar se convierte en Telémaco para realizar un viaje íntimo en busca de su padre, sin importar las consecuencias por muy dolorosas que sean. 

En este viaje, Hisham se convertirá en un activista para descubrir las oscuras verdades que se guardaron durante la dictadura de Gadafi en Libia. 

Desde su exilio en la capital egipcia, Jaballa Matar, ofreciendo de forma desinteresada su fortuna personal, era el líder de la resistencia anti-Gadafi organizando un movimiento que coordinaba a varias organizaciones al interior de Libia y más tarde, estableció y dirigió campamentos de entrenamiento en el Chad, cerca de la frontera libia.

En 1990, fue secuestrado en El Cairo por la policía secreta del régimen de Mubarak y desde el año 1996, solo por un par de cartas, que con gran peligro para quienes las hicieron llegar a su familia, nunca más volvieron a tener noticias sobre él.  Ese año, la familia supo que lo había llevado a la prisión de Abu Salim, en Trípoli, también llamada «La Última Parada», porque era un lugar de terribles y sangrientas acciones en contra de los presos que allí estaban. 

Allí se perdió su pista. Sólo se sabe que por las noches, en la oscuridad, la voz “firme y apasionada de su padre recitaba cientos de versos que se sabía de memoria y que se convirtieron en su consuelo y compañía”.

Luego de la revolución que acabó con el régimen de Gadafi, Matar decidió regresar a Libia  para intentar sanar tanto de su país como de su historia porque en lo más profundo de su ser, Hisham Matar sabía que sólo en el lugar donde se vive la infancia, todo se vuelve realidad. 

Matar logra que el exilio, la dura historia de Libia, el sacrificio de muchos, el terror implantado por Gadafi o del suplicio sin fin al no obtener respuestas,  se transforme en un profundo, poético e inconsolable canto funerario y no solo a su padre sino a todas las víctimas del terrorismo de Estado que en todas partes del mundo, han dejado una presencia resistente al olvido oficial.

También es su forma de agradecer a su padre, el haber recibido una herencia de dignidad, de resistencia, de entrega, de amor sin límites por la justicia y por la vida.

En este libro, se unen dos ámbitos. El de la objetividad, que incluye el regreso al país y el reencuentro con la familia y la subjetiva, que contiene toda la carga emocional del protagonista al enfrentarse a preguntas sin respuestas,  a vacíos y la necesidad de saldar cuentas ahogando al protagonista al punto, que no hay un momento en que toda esa experiencia tan individual, colectiva y política se desborde involucrando al lector en el dolor del protagonista.

En realidad, en esta biografía hay tres protagonistas.El primero, sin duda es Hisham que inicia un viaje sin miedo hacia el dolor. Luego, la segunda es la ausencia. La del padre, tan presente en la necesidad de saber que pasó y en darle sepultura; de la madre de Hisham que al mismo tiempo, está siempre a su lado y la de Gadafi,  presente a través del dolor causado a la vida de Hisham. 

La tercera protagonista, es la poesía como resistencia al dolor, que fue la manera en que Jaballa Matar encontró las alas para romper las cadenas, saltar montañas y elevarse más allá de la prisión donde lo tenían recluido. 

Este relato, nos habla de la relación de un padre y un hijo, de la angustia de la propia existencia y como la vida se transforma en un viaje hacia la muerte sin respuestas, sólo un trayecto en busca de quienes aún necesitan ser encontrados. 

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