Nadia Murad, la activista de los derechos
humanos que se ha convertido en portavoz de las víctimas del Estado Islámico,
acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz junto con el médico Denis
Mukwege por su lucha contra la violencia sexual.
El Comité Nobel ha recordado que
Nadia es "una de las cerca de 3.000 niñas y mujeres que han
sufrido abusos sexuales como parte de la estrategia militar de Estado
Islámico que usaban ese tipo de violencia como un arma contra los yazidíes
y otras minorías religiosas".
Además, ha destacado que "tras
tres meses de cautiverio logró escapar y empezó a denunciar los abusos que
habían sufrido ella y otras mujeres. Tuvo el extraordinario coraje de contar su
propio sufrimiento y de ayudar a otras víctimas".
Yo seré la última. Historia de mi cautiverio
y mi lucha contra el Estado Islámico, es el título de sus memorias, que publicó
Plaza & Janés el año pasado, en lo que fue un gran lanzamiento
internacional en 25 idiomas, con prólogo de su abogada Amal Clooney.
La historia de su cautiverio como esclava
sexual del Estado Islámico ha dado la vuelta al mundo. La joven, se ha
convertido en portavoz de todos aquellos que han sufrido la violencia del
Estado Islámico, en el rostro del genocidio yazidí y en una de las líderes de
un movimiento que busca liberar a las aproximadamente 3.500 mujeres y niñas que
todavía viven como esclavas, lo que le ha valido la amenaza de muerte del grupo
terrorista.
Nombrada embajadora de Buena Voluntad de
las Naciones Unidas por la Dignidad de los Supervivientes de la Trata de
Personas y distinguida, con el premio Václav Havel de Derechos Humanos y el
premio Sájarov a la Libertad de Conciencia, Nadia Murad vive actualmente en
Alemania.
Junto con Yazda, organización defensora de
los derechos de los yazidíes, trabaja por llevar el Estado Islámico ante la
Corte Penal Internacional por cargos de genocidio y crímenes contra la humanidad.
A finales de septiembre de este año, la
ONU aprobó una resolución histórica en la lucha contra el Estado Islámico, por
la que un equipo de investigadores analizará los crímenes de guerra y el genocidio
aplicado en Irak, especialmente contra la minoría yazidí.
La resolución se puede calificar de
histórica, porque es la primera que sirve como herramienta para castigar a los
yihadistas y proteger a sus víctimas. Y si alguien ha peleado para que se
apruebe es Amal Clooney. Reputada abogada especializada en Derecho
Internacional, ha representado durante el último año a Nadia Murad, y firma el
prólogo del libro.
Actualmente, más de 3.000 mujeres y niños
yazidíes siguen secuestrados en países bajo control del Estado Islámico -se
estima que llegaron a ser 100.000 los que se encontraban en esta situación-,
que en los últimos tres años ha asesinado a unos 10.000 miembros de esta
minoría, mientras unos 400.000 han sido desplazados.
«Ahora nos aseguramos de que quien perpetró
estos crímenes acabe ante la justicia. Lo más triste era ver que se iban a
salir con la suya, con total impunidad, y eso no va a pasar», ha declarado
Nadia Murad en la BBC.
El 15 de agosto de 2014, la vida de Nadia
Murad cambió para siempre. Las tropas del Estado Islámico irrumpieron en su
pequeña aldea del norte de Irak, donde la minoría yazidí llevaba una vida
tranquila, y cometieron una masacre.
Ejecutaron a hombres y mujeres, entre
ellos a su madre y seis de sus hermanos, y los amontonaron en fosas comunes. A
Nadia, que tenía veintiún años, la secuestraron, junto a otras miles de
jóvenes y niñas, y la vendieron como esclava sexual.
Los soldados la torturaron y violaron repetidamente
durante meses, hasta que una noche logró huir de milagro por las calles de
Mosul y una familia musulmana la cobijó.
Se refugió en su casa durante quince días
antes de huir a uno de los muchos campos de refugiados atestados que hay a las
afueras de Duhok, en Kurdistán.
Acogiéndose a un proyecto alemán de ayuda
a los refugiados consiguió escapar a Alemania. Una vez allí, se propuso contar
su historia para que no fuera olvidada, exhortando a líderes de todo el mundo a
detener los crímenes del Estado Islámico y el genocidio de su pueblo. Ahora,
por primera vez, cuenta cómo fue su peligroso viaje hacia la libertad