Durante un año el fotógrafo y artista
visual estuvo viajando para visitar los principales destinos -y no todos- a los
que distintos regímenes autoritarios en la historia republicana chilena
decidieron trasladar forzosamente a personas con opiniones divergentes, para
así aplacar la disidencia.
Al ser consultado por la relación de la
relegación política y la geografía en Chile, Cristian Maturana Ortiz señaló que
“ese es un tema de especial interés para mí, porque en realidad está sujeta a
la destinación de personas, forzadamente, a lugares que son denominados zonas
extremas; y esa denominación es súper centralista porque en verdad zonas
extremas como tal no hay, pero son pueblos e islas principalmente que el poder
central se encarga de mantener en permanente abandono porque así son vacantes
para estos castigos: Pisagua, Pozo Almonte, Isla Quiriquina, Isla Dawson,
Dalcahue y Quemchi en Chiloé, por nombrar algunos”.
Y agrega “el poder se ve así mismo en el
centro y con la capacidad de enviar a personas que piensan distinto a otros
destinos extremos para aplacar la disidencia, transformándolas en seres
excéntricos, pero a su vez vuelve a estos lugares en focos sociales de disidencias,
por lo que con esa acción termina reforzándola”.
Erick Fuentes Góngora, director ejecutivo
(i) del PCdV al respecto indicó que “albergar esta muestra en la ex cárcel de
Valparaíso es un acto simbólico que nos llena de sentido, pues la obra de
Cristian resuena con este emblemático sitio de memoria de la región.
La obra de arte así actualiza nuestra
experiencia compartida como sociedad, promoviendo una reflexión sensible que
repara en asuntos pendientes del país en memoria, verdad, justicia y
reparación”.
Si bien la relegación política se presenta
próxima por los procesos llevados a cabo administrativa y judicialmente por el
régimen de Pinochet, asusta por su extensión, hacia el pasado y hacia el
futuro, pues la medida sancionatoria se encuentra perfectamente vigente en
nuestro Código Penal por una parte y, por otra, la recurrencia con que ha sido
aplicada desde 1814 en nuestra historia, da cuenta de una preocupante
regularidad y naturalización de este castigo que, además se somete normalmente
a la categoría de "pena blanda", aun cuando atenta contra la cercanía
de los afectos, contra la unidad de la familia, principios que el mismo
conservadurismo siempre preserva, pero que en muchas oportunidades ha destruido.
La búsqueda del artista aborda sobre esos sentimientos y penas de un destierro dentro del propio país, dolor que ha sido subestimado en la construcción histórica de este territorio. El viaje largo, por medios tales como: barcos, buses, trenes y aviones, además de los propios pies permite comprender al menos en una pequeña medida, cómo se siente el extrañar en la distancia.
La obra no pone el foco en la razón por la cual ha
sido castigado el excéntrico, sino en su sentir en tanto condenado, ahondando
sobre los factores reflexivos y contemplativos de quien entiende en el paisaje
lejano, además de una fascinación estética, una triste imposibilidad de
compartir el querer.
La instalación se traduce en múltiples
registros de video que desarrollan esa vocación por hilar paisaje, horizonte,
disidencia, pena y condena. Geografía, desplazamientos y afectos inmersos en
una profunda valoración de la consecuencia ética y política.
Pantallas, fotografías, instalación y textos componen la obra en sí, que se presenta desde este sábado 29 de junio al viernes 26 de julio en la Sala Laboratorio, ubicada en el tercer nivel del Edificio de Difusión del Parque Cultural de Valparaíso. La instalación es apta para todas las edades y de acceso liberado.
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