Silvia
Elvira Infantas Soto, más conocida como Silvia Infantas, nació en Santiago de
Chile el 14 de junio de 1923 fue cantante, folclorista y actriz chilena.
Junto a Ester Soré, Carmencita Ruiz,
Margarita Alarcón, Las Morenitas popularizó el folclor en el país, transformándose
en la última gran figura del género en
su acento más tradicional.
Su voz está marcada a fuego en la
interpretación de La consentida, parte del acervo cultural chileno -y de
la cueca local- a través del grupo Silva Infantas y Los Cóndores.
Antes de ser la voz detrás de clásicos del
cancionero folclórico, Sylvia Elvira Infantas forjó una carrera
teatral formando parte de elencos dirigidos por nombres como Fernando
Debesa, Eugenio Dittborn, Claudio di Girolamo y Pedro
Mortheiru.
Pero la música estuvo desde muy temprano
ya en su vida. Su padre era el cantante de ópera y compositor Jorge
Infantas y habitaba una casa de cuatro hermanos, dos hombres y dos mujeres
donde el sonido de la guitarra y el piano era recurrente, cimentando la ruta
que seguiría años más tarde.
Silvia Infantas y los Baqueanos |
Para mitad de la década del 40 su
inclinación por el mundo artístico le abriría paso por la actuación. Entre 1946
y 1952 fue actriz del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica donde
participó de obras como El cid, El burlador de Sevilla, El gran
farsante y La anunciación a María, este último montaje le entregó un
Premio Caupolicán a Mejor Actriz en 1950.
Para los primeros años del 50, Infantas se
había casado con Hernán Arenas, un guitarrista que integraba el trío
folclórico Los Baqueanos junto a Pedro Leal, Gerardo Ríos y Luis
Garrido.
En 1953, el grupo tenía comprometida una
gira en Argentina que contemplaba un paso por Mendoza acompañados de la
cantante Mirta Carrasco. El azar hizo que la vocalista volviera a
Chile y puso a Silvia como la intérprete del grupo para poder finalizar las
fechas.
Con su primer conjunto, Los Baqueanos, cantó
“Tonadas de Manuel Rodríguez” y cuecas como “La rosa y el clavel”, “Los lagos
de Chile”, “La chiquilla que baila” y “El marinero”. Y con su segundo grupo,
Los Cóndores, canciones inmortales, como “La consentida”, “Adiós, Santiago
querido”, “Si vas para Chile”, “Mi banderita chilena”, “Cantarito de greda”,
“Camino de luna”, “Bajando pa’ Puerto Aysén” o “La parva de paja”.
A pesar de que cerca de 50 años, abandonó los
escenarios su voz la que está fijada en la memoria discográfica chilena primero
en los discos originales de acetato o vinilo, y luego en los nuevos dispositivos
y plataformas digitales ya que su voz es la de la canción chilena de todos los
tiempos.
En el año 1999 el compilado Héroes y
tradiciones (1999) estableció la antología del aporte de la voz y de los dos
conjuntos de Silvia Infantas al repertorio folclórico chileno con las canciones
''Matecito de plata'', de Los Cuatro Huasos, o ''En Chillán planté una rosa'' y
''El relojito'', de Las Cuatro Huasas, que fueron las primeras canciones que
Sylvia Infantas aprendió e interpretó. Silvia Infantas y los Cóndores
En
2008, la Sociedad Chilena de Autores e
Intérpretes Musicales (SCD) le entregó el Premio Figura Fundamental de la Música Chilena, en
reconocimiento a la huella imborrable que dejó en la cultura local.
Sus funerales se realizarán hoy en el cementerio Manantial, ubicado en Los Agricultores 60, Maipú en el crematorio de ese mismo lugar.
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