
Con
ternura, nostalgia, crítica social e ironía, Juan Herrera nos sumerge en un
polvoriento pueblo castellano perdido en la retaguardia de una guerra sin
sentido.
Un microcosmos habitado por moscas pegajosas, beatas enamoradas,
hermanas lujuriosas, mendigos trashumantes, un ciego memorioso, un poeta cojo,
un alcalde honrado, un cura cruzado.
Toda una galería de alucinados lugareños reunidos
cada noche para que les contarán sobre la guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario