Hace poco tiempo atrás, Editorial Catalonia reeditó el
libro “La selva fría y sagrada” escrito por Miguel Laborde en el que, por medio
de una carta a su hijo, relata la cosmovisión mapuche.
Escritor, historiador autodidacta, amante de la ciudad
y de su historia y eximio conocedor de la dinámica urbana como manifestación de
la cultura, Miguel Laborde ostenta, hace ya tiempo, entre los lectores
chilenos, el título de cronista urbano, que durante 24 años ha entregado sus
escritos a un diario nacional. Miguel Laborde (1949) se formó en los Talleres
Literarios del Colegio Saint George y de la Biblioteca Nacional, ambos
dirigidos por Roque Esteban Scarpa.
Para nosotros, mujeres y hombres de esta larga y
angosta faja de tierra, se hace necesario leer este libro, sobre todo el
conocimiento de la cultura mapuche, que apareció en medio de los bosques del
sur, es poco.
En La Selva es posible apreciar un
tratamiento serio y respetuoso de las tradiciones, la religiosidad, los mitos y
leyendas mapuches y a este pueblo como eje del mundo, tal como lo es el rehue
para ellos. Acompaña la lectura de este libro, dibujos hechos por Cazú Zegers
que marcan los diferentes capítulos de este libro.
En este libro, Laborde realiza una valoración ritual
de la cosmovisión mapuche, entendida como la serie de principios comunes que
inspirarían teorías o modelos en todos los niveles: una idea de la estructura
del mundo, que crea el marco o paradigma para el resto de las ideas.
Al ir leyendo sus páginas, basta con un poco de
imaginación, y dejarse llevar por los olores y claroscuros de esta selva fría
que a la vez es sagrada para los mapuches pues, de ahí se extraen las plantas
que dan salud; las maderas para construir las rukas; la protección contra el
enemigo y el frío del invierno; de ahí viene el alimento y ella los mapuches se
encuentran con sus dioses.
La selva, con sus cuatro puntos cardinales, es todo
para los mapuches que sitúa a esta comunidad indígena, en un mundo en el cual
se unen ritualmente el cielo y la tierra dándole sentido a la vida de este
pueblo.
Durante la lectura, se pone de manifiesto ese
sentimiento de los pueblos originarios de sentir la realidad que lo rodeaba
como sagrada, poniendo especial énfasis, en toda aquella relacionada con
paisaje que impresionan por sus características de especialidad y morfología
como son la cordillera, el mar y los volcanes y da a conocer esa característica
tan especial del el mapudungun donde cada palabra, más allá de designar
objetos, muestra una idea.
La cosmovisión mapuche que nos muestra un pensar
mágico-animista, consideró al paisaje gestor de poderosas fuerzas, que se
involucran en díadas: tierra-cielo, cielo-lluvia, aire-viento, convergían para
darle vida, pero también muerte como tierra-terremoto, lluvia-diluvio,
cielo-rayo.
Este, uno de nuestros pueblos originarios, comprobó
que vivía en una realidad cíclica, de continuo retorno anual, configurada por
daciones inexorables: masculino-femenino, lluvia-sequía, paz-guerra,
sano-enfermo, vida-muerte, lo ataban a él y su subsistencia de cazador
recolector y de domesticador de plantas y animales y que siente a la naturaleza
como parte integral de su ser.
En “La selva fría" aflora la cultura mapuche
vista con el prisma de un descendiente de vascos cuya creación literaria, nace
del convencimiento de que Chile posee un patrimonio excepcional de territorios
geopoéticos, más allá de la Patagonia, Atacama y Rapa Nui.
Es ese territorio geopoético es el que se explora en
el libro, en el que se descubre una cultura que busca lo espiritual, que se
puede asomar al mundo de lo invisible, más allá de la muerte, y tener una
imagen en la que involucra a todas las fuerzas del Universo como si fuera una
sola y cuyo orden divino se reflejaría en la realidad cotidiana de los
mapuches.
En estos tiempos de dura realidad para los mapuches,
es bueno tener a mano un libro que nos muestre esa cosmovisión no solo para
analizar el presente, sino para conocer y respetar a una de las bases de la
cultura chilena y de esa manera visualizar de otra manera la convivencia con
este pueblo que tanto nos ha dado.