“Soy un incansable predicador de la unidad de la clase
trabajadora chilena, porque cuando la clase trabajadora chilena está unida, es
invencible. Nadie se atreve contra ella”, decía Clotario Blest Riffo reconocido
como la mayor figura del sindicalismo
chileno.
El año pasado, Mónica Echeverría junto a LOM Ediciones
publicó “Antihistoria de un luchador”, biografía de Clotario Blest Riffo.
Presentado como ensayo, la obra indaga desde su nacimiento
(17 de noviembre de 1899) hasta su muerte ocurrida el 1º de junio de 1990,
aunque la autora indaga con anterioridad al nacimiento de Clotario ya que
empieza la historia con el nacimiento de su padre en 1823. Blest cursó sus estudios primarios en una
escuela pública para luego ingresar al Seminario Pontificio de Santiago y
durante los nueve años que estuvo en el internado, tuvo como profesores a los
sacerdotes José María Caro y Fernando Vives Solar, quienes influyeron en su
forma de pensar.
Alrededor de 1920, ingresó a un círculo de estudios llamado
“El Surco”, dirigido por el sacerdote Guillermo Viviani Contreras. Esta
organización pretendía luchar por una legislación a favor de la clase
trabajadora, promoviendo principalmente la creación de sindicatos.
En el marco del Proyecto sobre “Formación Sindical” de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la Central Unitaria
de Trabajadores de Chile (CUT), Víctor Ulloa habla sobre el proceso de
constitución del movimiento de los trabajadores chilenos desde sus primeras
formas de organización, a principios de siglo, hasta la fundación de la CUT en 1953 y, luego hace un
desarrollo y caracterización histórica del período que transcurre hasta el
golpe militar de 1973
En el documento consta que “a comienzos del siglo XX, las
condiciones de vida de los obreros y trabajadores de las grandes ciudades eran
paupérrimas. Grupos de 5 a
8 personas vivían en cuartos de 40 metros cuadrados
y los conventillos eran el centro larval de variadas pestes. Entre 1909 y 1914,
más de 100 000 chilenos morían a causa de enfermedades. El alcoholismo era un
mal endémico, lo mismo que la prostitución. En 1916, sólo en Santiago había 543
burdeles legales y 10 000 casas de tolerancia al margen de la ley. La
expectativa de vida promedio de los chilenos en 1920 era de 30 años.
Luego de la
Guerra del Pacífico, las contradicciones entre ricos y pobres
se hicieron evidentes y ofensivas, agudizándose los conflictos en la primera
década del siglo pasado. Es así como mineros y trabajadores urbanos comenzaron
a protestar buscando mejores condiciones salariales, laborales y previsionales
realizando las primeras huelgas. La movilización de los trabajadores contaba ya
con una base organizacional previa ya que en 1910 había más de 400
organizaciones mutuales que dieron lugar a la aparición de los sindicatos de
trabajadores y en algunas ciudades, como Iquique, establecieron alianzas con
las mutuales dando origen a las mancomunales”, prosigue el documento. Un dato muy significativo que está consignado
en el trabajo es que “entre 1890 y 1915 entre huelgas generales, parciales,
mítines, manifestaciones e incidentes hubo 78 actos de protesta, estimándose
que solamente entre 1902 y 1908 hubo 200 huelgas. El 50% de estas huelgas se
produjo en la zona salitrera y en Santiago.
El lenguaje sencillo, concreto y directo de Clotario Blest llegaba a los trabajadores que constantemente los llamaba a la unidad y a la acción. Desde la presidencia de la CUT, encabezó huelgas y movilizaciones sociales para protestar por las malas condiciones sociales y salariales de los trabajadores.
Clotario Blest, desde la presidencia de la CUT, encabezó permanentes
huelgas y movilizaciones sociales para protestar por las malas condiciones
económicas de los trabajadores y a favor de reajustes de sueldos. En el
artículo “Chile: Los 110 años de Clotario Blest, inspirador del sindicalismo
chileno” se explica que “bajo su presidencia e influencia, la CUT desencadenó grandes
huelgas nacionales. Las más destacadas movilizaciones de aquella época fueron los
Paros Generales de mayo de 1954, el de 7 de julio de 1955, el de enero de 1956,
y las huelgas generales de 1960 y 1962. La gran fuerza que adquirió la CUT lleva a que el gobierno
encarcele y relegue por largos periodos al sindicalista; siendo catorce veces
encarcelado por Carlos Ibáñez del Campo, tres por Jorge Alessandri y una por
Eduardo Frei Montalva.
Gonzalo Miranda, en un artículo publicado en “El Observatodo” el 26 de octubre de 2006 expresaba que “podría considerarse a Clotario Blest como uno de los dirigentes que luchó por los derechos de los trabajadores con pasión y privilegiando el interés de estos por sobre el interés personal al igual que otros dirigentes sindicales como Luis Emilio Recabarren (1876-1924), Tucapel Jiménez (1921-1982) y Manuel Bustos (1943-1999).
Ni siquiera la dictadura pudo ir en contra de él. Mónica Echeverría recuerda con emoción cuando Blest recorrió el camino hacia los hornos de Lonquén con una cruz a cuestas, seguido de miles de personas sin que nadie se atreviera a hacer nada en contra de ellos.
Por esa razón, este libro es un reconocimiento a su trayectoria, siendo un ejemplo de honestidad y compromiso con los trabajadores, sin dejar de mencionar que los encarcelamientos, las presiones, los amedrentamientos, las amenazas y las golpizas que sufrió en su vida, hasta muy avanzada edad, nunca debilitaron su lucha o sus argumentos.