Entre el 11 y el 4 de julio de 2015 se llevará a cabo, por
séptima vez en Chile, la XLIV
edición de la Copa
América la principal competencia futbolística entre selecciones
nacionales de América del Sur y el más antiguo del mundo aún en vigencia. Es
Organizado por la Conmebol, administrador del fútbol en Sudamérica y
órgano del fútbol afiliado a la FIFA
Esta competencia será una nueva oportunidad para que los
periodistas deportivos, demuestren una inagotable capacidad para ensanchar el
idioma.
José Luis Rojas Torrijos en su blog Periodismo deportivo de calidad expresa que “ el
lenguaje periodístico ligado al mundo del deporte se ha desarrollado en los
últimos años no solo importando vocablos extranjeros más o menos necesarios
sino también creando usos lingüísticos y aportando nuevas palabras y
acepciones, muchas de las cuales han acabado incorporándose a la lengua común
y, pese a ello, en menor medida a los diccionarios.
Palabras como average (diferencial o coeficiente de
puntos acumulados de un equipo acumulado a lo largo de un campeonato); crack (reemplaza a cualquier palabra
como estrella, figura, astro); stage (se usa para designar la concentración
de un equipo); playoffs en vez de eliminatorias; récords para designar marcas o registros son un ejemplo de cómo
los anglicanismos han entrado en el lenguaje deportivo, siendo utilizados como
una omisión de palabras en castellano y de sus sinónimos que al final, se
sobreentienden en el relato futbolero”.
En 1992, la agencia EFE publicó El idioma español en el
deporte: Guía práctica, donde se señala que “la prensa escrita juega un papel esencial, no sólo a la hora de
informar sino también de formar, incorporando mayor profundidad y calidad a los
contenidos y esa búsqueda de la
calidad pasa inexorablemente por la renovación del lenguaje periodístico, que,
especialmente en el ámbito deportivo, se ha venido caracterizando con el paso
del tiempo por el uso reiterado de tópicos y frases hechas (que acaban por no
aportar información), el ensalzamiento épico e hiperbólico de los hechos, la
incorporación reiterada de rasgos del lenguaje hablado y por la adaptación o
hispanización de extranjerismos".
Es por ello que
Francisco Mouat publicó junto a Lolita Editores “Nuevas cosas del fútbol”,
libro que, especialmente, va dirigido a aquellas personas que no ven los
partidos por televisión y menos son asiduos al estadio por lo que al escuchar
la transmisión de un partido de futbol podrían no entender el habla de quienes
relatan un partido.
Con ilustraciones
de Guillo, el libro es ágil y entretenido de leer ya que además de entregar
definiciones futboleras, recorre la historia del fútbol en Chile recordando a
figuras que marcaron a generaciones de hinchas.
En este libro, Mouat da a conocer los conceptos más comunes
que el fútbol les ha regalado a los peloteros de siempre. Y como el “chileno”
está lleno de palabras y frases en las que abunda el lenguaje metafórico, las
rimas y las relaciones ingeniosas para expresar con picardía la sabiduría
popular, este manual se transforma en un esfuerzo para preservar y difundir
nuestra identidad, que fue escrito desde el convencimiento que nuestra cultura
y sus manifestaciones tienen valor, porque recoge un saber común importante
para nuestra identidad y las personas que se manejan futbolísticamente, podrían
usarlo tomándolo como una obra de consulta del saber y de habla común.
Ferdinand de Saussure, padre del estructuralismo, estableció
tres niveles para el lenguaje. Primero, estaría la lengua, luego el habla y
finalmente, el dialecto.
La lengua, se ubica en la suma de imágenes verbales y sus
correspondientes conceptos almacenada en todos los planos de los conceptos y de
la sustancia fónica.
El habla, tiene un carácter esencialmente individual ya que
se trataría de un acto de voluntad e inteligencia de los hablantes; se genera
por la condición sociogeográfica de quienes la hablan. Por último, está el
dialecto no solo como variación lingüística, sino que también como el
"sociolecto", de orden social, o de tipo contextual, que sería a
"variación diafásica" o "registro", así como la variación
producida por la interferencia de una lengua sobre otra, lo que se denomina
"interlecto".
Francisco Mouat, recoge esa variación del lenguaje
castellano que hace que el habla o sociolecto del fútbol se diferencie de otras
hablas y también, rescate una vida colectiva, con todas sus complejidades lo
que nos hace dueños de todo aquello que los seres humanos agregan a su entorno
y que los antropólogos llaman cultura y conforman un patrimonio inmaterial que
sentimos como propios, que es de todos, y que enriquecen nuestro espíritu en
comunidad entregándonos, una manera de encontrarnos y sentir que tenemos un
lugar en el mundo.
Palo ensañado o besucón o mordedor; ruma o montoncito;
musical; perruna; quiscazo; fusilar a un arquero indefenso son algunas de las
definiciones que se explican en este libro y que son parte del lenguaje
futbolero que va determinando un modo de vida distinto y singular dentro de una
colectividad que recibe y pronuncia esas mismas palabras, que para cada uno
resuenan distinto o tienen diferentes o iguales connotaciones.
Asombro y extrañeza provocan estas palabras del dialecto
propio de este deporte de masas que al usarlas siempre, al pronunciarlas de
nuevo, al pensar en ellas, al intentar definirlas produce una de las emociones
más intensas que puede vivir el ser humano y que lo impulsa a actuar con el
espíritu absolutamente cautivo: la pasión.