Los setenta años del término de la Segunda Guerra
Mundial fueron mundialmente conmemorados por la literatura que publicó o
reedito novelas, cuentos y películas sobre el conflicto que destruyó a toda
Europa, especialmente Alemania cuya capital, Berlín recibió más de 30.000
toneladas de bombas por parte de los aliados.
En ese contexto Ediciones B, publicó el libro “El fin del
mundo. Cuentos chilenos de la Segunda Guerra
Mundial” en el cual siete escritores chilenos (Jaime Coyller, Sergio Gómez,
Patricio Jara, Francisco Ortega, Marcelo Simonetti, Carlos Tromben y Daniel
Villalobos) armados con su imaginación y talento, construyeron igual número de
relatos relacionados con ese conflicto.
Durante la mayor parte de este, Chile intentó mantener la
neutralidad tal como lo hizo en la I Primera
Guerra, incluso a pesar del hundimiento del buque “Toltén” presumiblemente por
submarinos alemanes.
Aunque se sabía que la Segunda Guerra
Mundial era histórica, determinante y dramática para nosotros era algo
demasiado lejano.
Joaquín Fermandois, explica que “Chile no se sentía parte,
como Nación de un conflicto que involucraba a las grandes potencias y arrastró
los pies de manera sostenida. Sin embargo, las presiones de Estados Unidos
pudieron más y a comienzos del año 1943, nuestro país rompe relaciones con el
Eje y en enero de 1945 lo hace con Japón.
Marcos Chamudes, Muriel Byrne, Ruby Prain, Margot Duhalde,
Paul Walbaum, combatieron en el frente aliado y María Edwards Mac Clure,
trabajó en un hospital en la
Francia ocupada.
Esas fueron historias verdaderas de chilenos que fueron
protagonistas de primera línea en la historia de este conflicto.
Patricio Jara relata la historia de la mujer que le veía el
correo a Reinhard Heydrich (única narración cien por ciento verídica de la
obra).
Sergio Gómez retrata hasta la vida de un doctor que se
escondía de Hitler en el sur de Chile por no haber podido salvarle la vida a la
madre del dictador alemán.
Collyer relata los últimos días en Viena del padre del
psicoanálisis, antes de su huída a Londres por la persecución nazi, mostrando
un contraste entre las amenazas que recibía y la intensa vida sexual a los 80
años con una joven que resultó ser espía nazi.
Por otro lado, Tromben es el autor del relato sobre los
pormenores del viaje que realizó un joven sureño llamado Andreas Eckhart, quien
por su descendencia germana decide ir a luchar a Alemania, pasando por una
serie de obstáculos durante su ruta para encontrarse con la nada al final del
viaje.
El relato de Marcelo Simonetti trata sobre niños que se adelantaron
a la tragedia de Hiroshima y Nagasaki dibujando el hongo mortífero años antes
de que destruyendo todo a su paso.
Daniel Villalobos construye su cuento alrededor de la
represión durante la dictadura y como la magia mapuche salvó a los
protagonistas reviviendo a muertos que destruyen a todo el grupo que los iba a
detener.
Francisco Ortega hace un relato de la construcción del avión
que años más tarde lanzaría la bomba atómica y el drama de una familia que no
logra amalgamar culturas diferentes.
Cada uno de estos relatos, recuerda la frase de Henry Miller
el que decía “cada guerra es una destrucción del espíritu humano”. En cada
historia, se puede ver como el miedo, a la propia destrucción corrompe a las
personas y destruye lo bueno que tiene por el deseo de sobrevivir.
Por ello a pesar de que han pasado 70 años desde que las
tropas nazis se rindieron ante los aliados la pesadilla hay que contarla para
no olvidar, para recordar a los muertos, recordar la liberación de muchos
prisioneros, el juicio a muchos culpables.
Se escribió y hay que seguir escribiendo para reconstruir,
sanar, para buscar a las historias olvidadas y escribir la historia.
“Sobre las heridas que no sanan, sobre lo interminable del
miedo y la desconfianza que despierta el foráneo, sobre ese terreno impreciso
llamado Patria, sobre eso tratan estos relatos, una antología que conmemora los
setenta años del último día en que el mundo estuvo en guerra, aunque esa guerra
no haya terminado, nunca, del todo”.
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