lunes, 15 de julio de 2024

Dos generaciones danzan sin fronteras

 En escena dos cuerpos se encuentran y se mueven al compás del piano. De vez en cuando una estructura de metal los acompaña. 

Así fluye Fronteriza, montaje en el que se dan cita, por primera vez, el talento de dos grandes de la danza nacional: Nuri Gutés, maestra de conocida trayectoria, y Daniella Santibáñez, una de sus discípulas más renombradas.

El proyecto une las artes vivas, sumando la creatividad musical de Carolina Holzapfel -quien por años ha acompañado al Ballet Nacional Chileno-, y el trabajo de diseño de Ignacio González, para poner en crisis la noción de frontera.

Así, a través de la danza, la arquitectura y el diseño sonoro, se aborda lo fronterizo con los cruces generacionales que se dan en el intercambio coreográfico entre las intérpretes. 

“Es la primera vez que nos reunimos para poder profundizar en nuestras relaciones interpretativas, coreográficas e intergeneracionales y así movilizar la noción de frontera hacia nuestras miradas en torno a lo coreográfico, al cuerpo y al espacio”, adelanta Daniella Santibánez.

La propuesta coreográfica aborda visiones de vida y experiencias en torno a la danza, buscando ampliar las perspectivas en torno al cuerpo y en la percepción del paso del tiempo, que se presenta efímero, caótico y frágil.

El proyecto tuvo su génesis en tres experiencias previas: dos realizaciones audiovisuales y una participación en el congreso de danza Tanzkongress (2022), Alemania.

Santibáñez se adentra en la creación explicando que “en esta propuesta también integramos una mirada interdisciplinar, ya que incorporamos la realización de un artefacto escenográfico que utilizamos para vincularnos y ampliar las perspectivas en torno a lo fronterizo”.

Por su parte Nuri Gutés, quien no suele estar sobre el escenario, cuenta que el título del montaje “nace caminando y conversando con Daniella sobre la necesidad de comunicarnos en 2020, cuando estábamos en pandemia. Estábamos en una frontera sanitaria, de comunicación y de emociones, una frontera virtual.

Veíamos a nuestros estudiantes por medio de la pantalla, todo parecía una frontera difícil de atravesar, sin embargo, la danza nos parecía que era una manera de comprender lo fronterizo como una posibilidad de transgredir un poco lo que estábamos viviendo”.

Gutés se muestra entusiasta al compartir escenario con su alumna y asegura que el montaje da cuenta del trabajo de dos mujeres de distintas épocas, pero con un interés en común: “la necesidad de hablar de la belleza.

Al presentar nuestras diferencias, damos la posibilidad al público para que encuentre nuevas razones para detenerse a mirar a una persona de 64 años y otra de 32 intercambiando sus confidencias. Juntas ponemos en juicio qué pensamos de la belleza con respecto al cuerpo hoy en día. Nuestra danza en ese sentido es bella y es prudente”, aclara la artista. 

Respecto a la composición musical, Carolina Holzapfel revela cuál fue su motivación al realizarla: “Me inspiré principalmente en los movimientos y las energías.

También en la temática presente, pensé cuál era el universo sonoro que debía acompañar estos movimientos; no solamente los movimientos de Nuri y Daniella, sino también los míos y cómo de estos van surgiendo sonoridades”, comenta. 

“Fronteriza es una obra de danza que emociona, que se puede contemplar y también escuchar, porque tiene la participación de una artista sonora en escena, lo que es un regalo para el espectador”, resume Santibáñez.

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