Particularmente, la Patagonia ha sufrido
estos cambios de uso de suelo que han modificado no solo el paisaje, sino que
las propiedades y funcionalidad de este vital recurso. Si bien la región de
Aysén es conocida por ser la que posee la mayor cantidad de bosque nativo en
Chile, durante la década de 1930 se habilitaron suelos para el establecimiento
de praderas a través del uso del fuego.
La importancia de esta región y la
necesidad de analizar los sistemas boscosos y agrícolas generaron el proyecto
Fondecyt de Iniciación 11241123 “Suelos de la Patagonia occidental: una huella
de la intensificación del cambio de uso y su impacto en la calidad del suelo”,
que se adjudicó recientemente el académico Dr. Felipe Zúñiga, investigador de
la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh.
*Leer
artículo en El Divisadero aquí.
El estudio de los suelos es de especial
relevancia si tenemos en cuenta que este recurso es NO renovable y a su vez es
uno de los más grandes reservorios de carbono del ecosistema terrestre y que
además provee servicios ecosistémicos para el bienestar humano.
Originalmente la región de Aysén estaba cubierta por bosque nativo dominado por la especie lengas y ñirres (Nothofagus pumilio, N. antarctica). A comienzos del siglo XX, fomentado por el Estado de Chile, se desarrolló el proceso de colonización de este territorio a través de la habilitación de estos bosques con ayuda del fuego.
Esto permitió a colonos y pioneros construir sus casas y tener tierras para el ganado.
Hoy día, en cada una de las macrozonas
climáticas de la región de Aysén, encontramos tres grandes ecosistemas
(bosques, praderas y cultivos), los que serán analizados por el académico en su
proyecto.
“Estudiaremos el efecto de la
intensificación de cambio de uso de suelo, es decir, cuando una situación de
bosque es transformada en una pradera o cultivo en la Patagonia. En esa zona se
pueden apreciar 3 grandes ecorregiones: la estepa -que corresponde a una zona
seca-, zona intermedia, es decir Coyhaique, y la zona húmeda que va desde
Coyhaique a Puerto Aysén”, explicó el Dr. Zúñiga.
Existe una gradiente de altitud, de
precipitación y de temperatura, lo que hace que los suelos de esta región sean
diferentes entre sí, y por lo tanto, la magnitud de esta intensificación de los
usos en cada una de estas zonas será también diferente.
“La idea es evaluar el bosque, la pradera
y el cultivo en la zona seca, intermedia y húmeda para conocer el efecto de
intensificación en cada una de estas tres grandes macrozonas. Se evaluará la
distribución de los distintos tipos de materia orgánica en el suelo: materia
orgánica particulada (POM) y materia orgánica asociada a complejos minerales
(MAOM).
La proporción de éstas cambiará en función
del bosque, la pradera y el cultivo. Entonces lo que yo planteo es que a medida
que haya una intensificación en el uso existe una redistribución de estas dos
fracciones”, señaló.
El docente aclara que la POM, es decir,
restos de hojas, tallos, etc., es la que domina en el bosque, mientras que
MAOM, en cambio, domina en los cultivos. Sin embargo, a medida que aumenta la
intensificación del uso de suelo, se genera un cambio en esta proporción, que
es desconocida en estos ecosistemas australes.
Calidad de suelo
Otro aspecto relevante que este proyecto
evaluará son los parámetros inherentes de la calidad del suelo. “Cuando
hablamos de calidad de suelo tenemos dos grandes áreas que son la parte
inherente (lo que no cambia del suelo), y, por otro lado, la dinámica”.
El investigador se refiere a parámetros
del suelo que no varían, como por ejemplo el tipo de arcilla. “Esos parámetros
se asocian a las fracciones coloidales. Es decir, fracciones del suelo que son
capaces de reaccionar con el medio. Existen dos grandes coloides: la materia
orgánica y las arcillas, y en el fondo son estos los que determinan si un suelo
es capaz de entregar o retener más nutrientes”, indicó.
Por lo tanto, son estas fracciones
coloidales las que cambiarán en cada una de las tres macrozonas mencionadas en
un comienzo.
El cambio de uso de suelo también tiene
consecuencias en las propiedades de este recurso y en su funcionalidad, las que
pueden ser determinadas analizando los cambios que ocurren en los componentes
dinámicos de la calidad del suelo, por ejemplo, cambios en el pH o en el
contenido de nutrientes.
Los avances que genere este proyecto serán
muy valiosos ya que esta región ha sido poco explorada en este sentido. “Existe
un nicho poco desarrollado y se requiere información sobre todo allá, donde los
sistemas boscosos y agrícolas se entrelazan bastante. Existe un uso del bosque.
Creo que será un aporte para la región el hecho de tener información nueva de
los suelos a un nivel más detallado”, afirmó el académico.
Colaboración
Esta iniciativa tendrá el apoyo de la
investigadora de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, Dra. Francesca
Cotrufo, quien dirige un Laboratorio de Ecología de Suelos en esa casa de
estudios. La experta colaborará en el objetivo asociado al fraccionamiento de
la materia orgánica particulada y la materia orgánica asociada a los complejos
minerales.
Cabe mencionar que este proyecto se extenderá hasta el año 2026.
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