martes, 16 de enero de 2024

¿Cómo afecta el cambio de uso de suelo al ecosistema de la Patagonia?

La conversión de bosque nativo en pradera o área para el cultivo es un proceso dinámico que ha marcado el territorio y la conversión de hábitats a escala global y también de muchas zonas del país, reduciendo la cubierta vegetal para usos agrícolas o por plantaciones.

Particularmente, la Patagonia ha sufrido estos cambios de uso de suelo que han modificado no solo el paisaje, sino que las propiedades y funcionalidad de este vital recurso. Si bien la región de Aysén es conocida por ser la que posee la mayor cantidad de bosque nativo en Chile, durante la década de 1930 se habilitaron suelos para el establecimiento de praderas a través del uso del fuego.

La importancia de esta región y la necesidad de analizar los sistemas boscosos y agrícolas generaron el proyecto Fondecyt de Iniciación 11241123 “Suelos de la Patagonia occidental: una huella de la intensificación del cambio de uso y su impacto en la calidad del suelo”, que se adjudicó recientemente el académico Dr. Felipe Zúñiga, investigador de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh.

*Leer artículo en El Divisadero aquí. 

El estudio de los suelos es de especial relevancia si tenemos en cuenta que este recurso es NO renovable y a su vez es uno de los más grandes reservorios de carbono del ecosistema terrestre y que además provee servicios ecosistémicos para el bienestar humano.

Originalmente la región de Aysén estaba cubierta por bosque nativo dominado por la especie lengas y ñirres (Nothofagus pumilio, N. antarctica). A comienzos del siglo XX, fomentado por el Estado de Chile, se desarrolló el proceso de colonización de este territorio a través de la habilitación de estos bosques con ayuda del fuego. 

Esto permitió a colonos y pioneros construir sus casas y tener tierras para el ganado. 

Hoy día, en cada una de las macrozonas climáticas de la región de Aysén, encontramos tres grandes ecosistemas (bosques, praderas y cultivos), los que serán analizados por el académico en su proyecto.

“Estudiaremos el efecto de la intensificación de cambio de uso de suelo, es decir, cuando una situación de bosque es transformada en una pradera o cultivo en la Patagonia. En esa zona se pueden apreciar 3 grandes ecorregiones: la estepa -que corresponde a una zona seca-, zona intermedia, es decir Coyhaique, y la zona húmeda que va desde Coyhaique a Puerto Aysén”, explicó el Dr. Zúñiga.

Existe una gradiente de altitud, de precipitación y de temperatura, lo que hace que los suelos de esta región sean diferentes entre sí, y por lo tanto, la magnitud de esta intensificación de los usos en cada una de estas zonas será también diferente.

“La idea es evaluar el bosque, la pradera y el cultivo en la zona seca, intermedia y húmeda para conocer el efecto de intensificación en cada una de estas tres grandes macrozonas. Se evaluará la distribución de los distintos tipos de materia orgánica en el suelo: materia orgánica particulada (POM) y materia orgánica asociada a complejos minerales (MAOM).

La proporción de éstas cambiará en función del bosque, la pradera y el cultivo. Entonces lo que yo planteo es que a medida que haya una intensificación en el uso existe una redistribución de estas dos fracciones”, señaló.

El docente aclara que la POM, es decir, restos de hojas, tallos, etc., es la que domina en el bosque, mientras que MAOM, en cambio, domina en los cultivos. Sin embargo, a medida que aumenta la intensificación del uso de suelo, se genera un cambio en esta proporción, que es desconocida en estos ecosistemas australes.

Calidad de suelo

Otro aspecto relevante que este proyecto evaluará son los parámetros inherentes de la calidad del suelo. “Cuando hablamos de calidad de suelo tenemos dos grandes áreas que son la parte inherente (lo que no cambia del suelo), y, por otro lado, la dinámica”.

El investigador se refiere a parámetros del suelo que no varían, como por ejemplo el tipo de arcilla. “Esos parámetros se asocian a las fracciones coloidales. Es decir, fracciones del suelo que son capaces de reaccionar con el medio. Existen dos grandes coloides: la materia orgánica y las arcillas, y en el fondo son estos los que determinan si un suelo es capaz de entregar o retener más nutrientes”, indicó.

Por lo tanto, son estas fracciones coloidales las que cambiarán en cada una de las tres macrozonas mencionadas en un comienzo.

El cambio de uso de suelo también tiene consecuencias en las propiedades de este recurso y en su funcionalidad, las que pueden ser determinadas analizando los cambios que ocurren en los componentes dinámicos de la calidad del suelo, por ejemplo, cambios en el pH o en el contenido de nutrientes.

Los avances que genere este proyecto serán muy valiosos ya que esta región ha sido poco explorada en este sentido. “Existe un nicho poco desarrollado y se requiere información sobre todo allá, donde los sistemas boscosos y agrícolas se entrelazan bastante. Existe un uso del bosque. Creo que será un aporte para la región el hecho de tener información nueva de los suelos a un nivel más detallado”, afirmó el académico.

Colaboración

Esta iniciativa tendrá el apoyo de la investigadora de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, Dra. Francesca Cotrufo, quien dirige un Laboratorio de Ecología de Suelos en esa casa de estudios. La experta colaborará en el objetivo asociado al fraccionamiento de la materia orgánica particulada y la materia orgánica asociada a los complejos minerales.

Cabe mencionar que este proyecto se extenderá hasta el año 2026.

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