¿Se va a acabar el agua? ¿El futuro está
escrito? ¿Nuestro destino tiene dueño? Y atreviéndose a ir más lejos: ¿El
futuro ha sido privatizado? Esta última es una pregunta ambiciosa sobre la
que “Cómo volver al futuro”, la más reciente producción del Teatro Nacional
Chileno, nos hará reflexionar.
La obra cuenta dos historias. Una muestra
a una jubilada, interpretada por Diana Sanz, que recibe por error una colección
de revistas futuristas soviéticas de los años 20 y la otra muestra a una pareja
europea (interpretada por actores de la compañía del TNCh) que, en pleno siglo
XIX, descubre que es posible comprar un río.
Estas dos ficciones se cruzan
mostrándonos delirantes caminos que entrelazan la primera llegada de relojes al
campo, revistas que muestran cómo el socialismo imaginó el futuro en los años
20 y personas que se dieron cuenta que era posible comprar los ríos, el aire y
el tiempo.
El pie inicial para la creación de la obra
fue el agua, esa idea que se repite constantemente de que se va a acabar y en
que estamos presentes ante un progresivo fin del mundo, y eso nos imposibilita
a pensar en un futuro y nos apegamos mucho más al presente.
Para abordar esta problemática, el Teatro
Nacional Chileno invitó a trabajar colaborativamente a la directora Andreina
Olivarí y al dramaturgo Pablo Manzi, dupla creativa que en los últimos años ha
creado los montajes de la exitosa compañía Bonobo, que cuenta con el diseño
integral de Zorra Vargas y el diseño sonoro de Daniel Marabolí.
El montaje cuenta con un elenco conformado
por dos figuras históricas del teatro chileno como lo son la actriz Diana Sanz
y el actor José Soza, al que se suman las nuevas generaciones del TNCH: María
Paz Grandjean, Paloma Toral, Zarina Núñez, Tomás Henríquez y Marcelo Lucero.
“Ese llamado al presente, lo leemos como
un llamado a la despolitización de la vida. Básicamente, se propone que vivir
el presente es entregarse a una especie de placer en el que sencillamente hay
que aceptar el hábitat en el que vives, como lo hacen los personajes que
interpretan la época ambientada en Austria en 1880.
Puedes moverte, escalar dentro de ese
hábitat, pero es imposible pensar un contexto distinto. Ese llamado, por lo
tanto, tiene un cinismo evidente: cualquier persona, de distintas maneras,
percibe que su presente no ha sido construido de forma “natural”. Entonces, el
culto al presente parece una forma de eufemismo para tolerar la idea de que es
imposible la transformación del contexto en el que vivimos.
No es casualidad el modo en que el mundo
empresarial ha adoptado una especie de filosofía del desapego, el amor a uno
mismo y el culto al presente.”, afirma Andreína Olivarí, directora de la obra”
Para la directora adquiere sentido
una frase asociada a la Unidad Popular (UP): “Dueños de nuestro destino”.
Una frase que, según ella, retrata un proyecto en donde el destino y el futuro
tenían que ser replanteados desde una perspectiva emancipatoria. El presente
era una lucha para transformar un futuro que nadie alcanzaría a vivir. Había
algo que excedía el “yo”.
“El horóscopo, uno de los tópicos que se
aborda en la obra, se muestra como un fenómeno masivo que aparece como un
síntoma de la desaparición de esta percepción sobre el futuro. Creemos que es
más posible que el destino venga designado por las estrellas a las
posibilidades que la convivencia da para transformarlo.”, destaca Olivarí.
Marta, personaje interpretado por Diana
Sanz, es el de una mujer de 73 años que en 2022 recibe por error revistas
soviéticas sobre cómo se imaginaba el futuro durante los primeros años de la
Unión Soviética.
Ella cree en los progresos técnicos
propuestos en aquella época, máquinas espaciales, ferrocarriles que recorrerían
toda Latinoamérica y ascensores que permitirían viajar en el tiempo en
beneficio de la gente. Para ella el futuro será público, un futuro público que
lo abarca todo.
“Su personaje es quien invita al
espectador a pensar que hay un futuro posible y salir de esta cultura
hollywoodense donde todas las películas tratan de que el mundo se va a acabar,
tendremos que huir a otro planeta y serán los ricos. Y da la sensación masiva
de que para allá vamos, a la destrucción de todo.” Agrega Olivarí.
Marta tiene un nieto, quien representa a
esa juventud que, no es que pretenda volver al pasado, sino que quiere volver a
lo natural, a lo virgen. A él le gusta plantar berenjenas y maneja una
bicicleta de los años 50´s. Mientras ella solo quiere esa conexión con la
tecnología de la que tanto ha leído, él le regala una planta para su
cumpleaños.
Este personaje viene a representar este
fenómeno que vemos con mayor notoriedad postpandemia: gente migrando al sur del
país (en un pías centralizado) en búsqueda de esa naturaleza que parece
perdida. Hay una necesidad de volver a esa naturaleza y un amor por las
plantas, usar lo menos posible la tecnología. Pero es algo a lo que se invita a
problematizar en la obra, ¿por qué y para qué?
Y para los que se pregunten, sí hay un
guiño a la exitosa trilogía “Volver al futuro”, es adrede, un juego de
palabras, porque la obra está jugando en cómo se configura nuestras vidas:
pasado, presente y futuro. “Cuando el humor es inteligente llega al espectador
y se hace necesario, porque si lo tratas dramáticamente no llega tanto. La risa
hace reflexionar más en el teatro.”, afirma Sanz.
Con respecto a su experiencia en la Sala
Antonio Varas del Teatro Nacional Chileno, tanto directora como actriz destacan
su historia y los recursos que muchos teatros modernos no tienen, destacando su
excelente acústica, la que estará en juego durante toda la obra.
Olivarí y Sanz nunca habían trabajado con
el elenco de la compañía del TNCh, pero ambas coinciden en lo enriquecedor que
ha sido para ellas sumarse a esta nueva generación de actores. Para la
directora, quién pensaba que quizás todos pensaban la dramaturgia de forma
distinta, vio en los ensayos como todos se sumaron al lenguaje que, si bien es
muy bonobo, no es igual.
“Trabajar con este elenco del Teatro
Nacional Chileno ha sido muy agradable y enriquecedor, todos egresados de la
Universidad de Chile como yo. Además, el TNCh es mi segunda casa, porque hemos
trabajado en 27 obras juntos.”, agrega Sanz.
La invitación es a no perderse “Cómo
volver al futuro”, una obra en que sobre el escenario podremos ver a dos
generaciones de actores construyendo una ficción que se pregunta por el
presente y por nuestro futuro de manera ágil, con humor y mucha pasión.
El diseño en conjunto con el mundo sonoro
cumple un rol muy importante en esta construcción, jugando con muchos elementos
que otorgan las instalaciones de un teatro con una historia fundamental para
nuestra cultura.
Por último, pero no por eso menos
importante, porque es un montaje que, en su totalidad, invita al espectador a
problematizar su presente a partir de una dramaturgia que instala un lenguaje
irónico y absurdo y que le permitirá volver a mirar fenómenos sociales que son
necesarios de pensar en nuestra sociedad. Como remata Sanz: “Invito
a ver esta obra porque es una comedia inteligente, entretenida y muy original.
Su humor absurdo los hará reír, pero también reflexionar sobre temas actuales y
futuros.”
El elenco de la obra está compuesto por los actores Diana Sanz, José Soza,
María Paz Grandjean, Paloma Toral, Zarina Núñez, Marcelo Lucero, Tomas
Henríquez y las funciones serán del 12 al 22 de abril - miércoles a sábado a
las 19: 30 horas.
Teatro Nacional Chileno (Morandé #25,
Santiago Centro, Metro Universidad de Chile).