Tres
profesionales ejerciendo el mejor fotoperiodismo: un arte precioso y oportuno,
de larga data; un oficio –el fotoperiodismo– que nació y se desarrolló en
Alemania, después de la Primera Guerra Mundial.
Y
he aquí las imágenes preciadas sin las cuales nos sería difícil –o acaso
imposible–comprender mejor la reciente y cruel historia que se ha cebado en
nuestro territorio: en primer lugar, la dimensión cruenta de aquella sangrienta
dictadura que estallara en 1973 y sus interminables secuelas, acaso la más ominosa,
como aquel perverso sistema del neoliberalismo, con una economía de libre
mercado y de oscura especulación, con prácticas abominables, las cuales,
durante años, nos siguen agobiando.
Preciosos y dolorosos testimonios, la
actividad de tres profesionales de la fotografía, honestos, consecuentes, que
han hecho lo suyo: entregar, aportar, resguardar y atesorar, con audaces
testimonios gráficos, la abyección prolongada, la dramática historia, compleja,
perversa y cotidiana.
¿Qué historia? Aquella que, durante años
horrendos, desde el golpe de Estado de 1973 y que, además, con otros signos,
personajes y matices sombríos y distintos, se ha prolongado en nuestro rincón
de Sudamérica; una historia del Chile en crisis duradera, la cual sigue siendo
ineludible analizar, debatir, conocer y nunca olvidar.
Una historia que, inclusive, se arrastra
añosa e implacable y que nos afecta hoy como en ese ayer, desde tiempos
primigenios, cuando ya hubo invasión, saqueos y guerras de exterminio
perpetrados antes y durante la etapa colonial y en torno al nacimiento oficial
del país, un hito aún poco estudiado, el que se iniciara en el año 1810. Una
historia que da origen al creciente subdesarrollo, que se multiplica hasta
nuestros días.
Oscar Vega Muñoz.
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