Trata
de rehacer su vida mirando atrás, hacia su azarosa existencia que reconstruye
con palabras hasta el momento del fatídico acontecimiento. De su mano el lector
se adentra en un testimonio íntimo y profundo sobre el dolor y la capacidad de
sobreponerse al trauma.
“Mi
mujer suele decirme que no me hace bien entrelazar los tiempos ni tampoco ver
analogías entre ellos”, confiesa el protagonista al inicio del libro.
“Pero
como toda la vida he sido un migrante, no puedo pensar en el pasado como una
línea recta sino como un vaivén frenético, como el péndulo de un reloj que va
muy deprisa, de un país a otro, de un continente a otro, de una lengua a otra,
de un tiempo a otro, hasta que la muerte desmonta todo el mecanismo”.
En
la novela se entrecruzan tres líneas narrativas, proponiendo saltos que
funcionan de manera fragmentaria como la propia memoria de Álvaro. La narración
en primera persona se sumerge en un relato de ritmo vertiginoso y fascinante
que recoge las experiencias infantiles de Álvaro cuando era un pequeño
inmigrante en la España de la década de los ochenta, hijo de una familia
chilena condenada al exilio económico. Esos recuerdos se entrecruzan con la
narración de su juventud como estudiante en Francia.
Son
años marcados por un primer amor, intenso y destructivo, en el que los sueños
de pareja se transforman en obsesiones posesivas, desconfianza y celos. Por
último, una tercera línea argumentativa nos lleva a la vida adulta en Brasil,
caracterizada por el auge de la violencia política y la inestabilidad
económica, telón de fondo de la tragedia familiar en la que Álvaro perderá a su
hija.
Ahora
que vamos deprisa es una historia que aborda experiencias decisivas que
llevan a que nos cuestionemos nuestra identidad, como la inmigración, la
paternidad, las relaciones de pareja, la enfermedad y la muerte. El resultado
es una profunda reflexión sobre la búsqueda de cimientos en un mundo inestable,
de fronteras fluidas e intercambios acelerados, donde todo lo sólido parecería
disolverse en el aire.
Con
un estilo agudo y un ágil manejo del lenguaje, Ignacio Dávila propone una
novela en la que la memoria personal y la ficción se funden a lo largo de un
relato que recorre el delicado hilo que separa la vida de la muerte.
De
la novela se ha dicho:
“La
memoria es puesta a prueba. En esta poderosa novela de Ignacio Dávila,
atravesamos décadas y fronteras, buscando un pasado que apacigüe el presente,
hecho de pasión y desaliento. En su lenguaje preciso y hermoso, lo que leemos
es un testimonio del dolor: desde el dolor más profundo de un hombre hasta el
dolor más grande de una época”. (Julián Fuks, escritor, Premio José
Saramago).
“Ahora
que vamos deprisa se constituye como una autoficción en la que la memoria es la
principal protagonista. Desde las vivencias personales del personaje principal,
cruzada por migraciones, infancia, amores, desamores y profundas pérdidas, se
articula un diálogo con la historia de un mundo contemporáneo siempre en
crisis, interpelando en todo momento a un lector que se hace parte del
territorio narrado como un fragmento más de este tejido, de estas memorias
colectivas, en momentos en que recordar es imperativo.
Todo
desde un lenguaje narrativo ágil, envolvente y lleno de emociones.” (Carola
Vesely, doctora en literatura y docente USACH).
Ignacio
Dávila (Santiago de Chile, 1982) es doctor en cine por la Universidad
Toulouse Jean-Jaurès. Especialista en cine latinoamericano, sus investigaciones
han sido publicadas en revistas de América Latina, Europa y Norteamérica y ha
sido profesor invitado en la Universidad Sorbonne Nouvelle.
Bajo el nombre Ignacio del Valle Dávila es autor de los libros Cámaras en trance (2014), Le Nouveau cinéma latino-américain (2015) y coautor de Guzmán: el botón de nácar (2020). Después de vivir en Chile, España y Francia, en la actualidad reside en Brasil, donde es profesor universitario. Ahora que vamos de prisa es su primera novela.
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