Hace seis meses el Ministerio de las Culturas,
las Artes y el Patrimonio anunció la iniciativa que representaría a nuestro
país en la 16ª Bienal de Arquitectura de Venecia 2018.
Tras un largo camino, este jueves se inauguró
oficialmente el Pabellón de Chile con el proyecto “Stadium”, de la arquitecta
nacional Alejandra Celedón, quien centró su trabajo en una investigación sobre
retóricas y políticas de vivienda en los ochenta en el territorio nacional.
Así, al centro de Sala dell'Isoloto se ubica un
modelo a gran escala de un edificio hecho de tierra apisonada. Tras un examen
más minucioso, las sesenta piezas que componen la forma ovalada del edificio ya
no parecen hechas de tierra, sino más bien talladas en ella y las distintas
capas con ligeras variaciones de color y textura, recuerdan que es el suelo lo
que está en juego en el Pabellón de Chile.
Según explicó Alejandra Celedón, “este pabellón
es otra de esas formas en que el conocimiento puede producirse. La planta en
particular que da origen tanto al concepto curatorial como al diseño del
pabellón, la encontró una ex ayudante de investigación (Eneritz Hernández),
quien al recibirla de manos de una pobladora en San Ramón -rayada con su puño y
letra hace 40 años- pensó que me interesaría y me avisó de inmediato.
Apenas recibí la foto del plano entendí que
teníamos entre manos un objeto y una imagen muy potente, testigo tanto de
nuestra historia reciente como de nuestra ciudad presente”.
“Stadium” presenta el hito de 1979 como la
consagración de los pobladores que -sujetos a un número determinado de cuotas-
se convertían en propietarios, un mecanismo biopolítico que celebró en masa la
construcción de un nuevo sujeto urbano. Todo ello en perfecta sintonía con
Freespace, el tema propuesto por las directoras de la Bienal, Yvonne Farrell y
Shelley McNamara.
El proyecto además fija tres hitos históricos
llamados “Tres estadios del Estadio”, como símbolos de un contenedor masivo sin
sentido determinado.
El primero de ellos fue el mundial de fútbol de
1962; el segundo fue el uso del recinto como centro de detención y tortura en
1973 y el tercero, la visita del Papa Juan Pablo II en 1987. los que reflejan
la amplitud de usos a los que “el edificio” se ha visto sometido a lo largo de
su historia, modificando sus preocupaciones y al recinto en su calidad de
contenedor desde su construcción en 1938.
Por otra parte, la estratificación de las piezas
del pabellón es la huella de un proceso artesanal de producción mediante el
cual, un material frágil y discreto como es el suelo el suelo y la tierra
desnuda se transforma en un objeto estable y monolítico.
Lo que está al centro de la visión curatorial,
es la reconstrucción crítica de la planta del Estadio como un edificio que representa
la imagen de la ciudad porque cada pieza, es un fragmento de la ciudad,
materializado en capas de tierra apisonada, su cara superior impresa con el
tejido urbano del barrio al que pertenece. La narrativa del pabellón se
articula a su alrededor en otros cuatro momentos como son la sala de eventos, las
islas, el horizonte y la ciudad.
La primera (sala de eventos) ocupa el vestíbulo
del pabellón y está dedicada a la investigación de archivo y a los hallazgos
que rodean el evento. En el muro opuesto al acceso, la planta de Stadium con la
ciudad inscrita se exhibe como origen de la exposición y como preludio de su
materialización.
A la izquierda, el material audiovisual narra la
historia y el contexto del evento a través de tres soportes diferentes: la
prensa y la propaganda, la cobertura televisiva y los discursos, y el
fascículo. Una vez dentro de la sala principal, el Stadium de 7 x 5 metros emerge al centro.
A su derecha, la pared sur exhibe un segundo
momento, ‘las islas’, que amplía -mediante entrevistas a pobladores presentes
ese día en el evento, las historias de tres de las sesenta piezas del Estadio
que habla de tres poblaciones de la capital como son La
Pincoya, Villa Francia y La Bandera.
El horizonte, ocupa la pared norte y está
dedicado a los múltiples estadios del Estadio a través de una película basada
en registros de archivo, que devuelve al edificio su contexto, como testigo de
la historia de la ciudad, revisando otros eventos y figuras importantes en el
Estadio.
El muro de fondo, ofrece una versión espejada de
la pieza central, su contraparte narrativa.
La estructura representa la distancia entre el
Estadio (en el centro de la ciudad) y las poblaciones (en las afueras de la
ciudad), con el edificio como parte y testigo del desarrollo desigual de
Santiago.
El equipo del pabellón de Chile en Venecia está
dirigido por Cristóbal Molina, que es el representante del Ministerio de las
Culturas, las Artes y el Patrimonio además, de ser el comisario del pabellón.
El diseño estuvo a cargo de Tomás Villalón, la
dirección de contenidos fue responsabilidad de Alejandra Celedón y Stephannie
Fell; la identidad gráfica fue creación de Kathryn Gillmore y el proyecto
audiovisual es de la autoría de Javier Correa.
Finalmente, el área de multimedia fue
responsabilidad de Gonzalo Puga, Arguzia S.r.l y la maqueta Stadium es de la
oficina de Patricio Arias Sur Tierra / Quipu y Jean Petitpas.
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