Pehuén Editores presentará el nuevo libro de
Ricardo Fuentealba, reconocido dibujante de revistas underground en los años
ochentas (Trauko, Ariete, entre otras) y quien ilustra, con gran técnica y
profundidad, dramáticos relatos que marcaron su vida durante el Golpe de Estado
de 1973.
El libro Fuentealba 1973, que es publicado por
Pehuén Editores, será presentado el 24 de mayo a las 19:00 horas en la
Sala Alonso de Ercilla de la Biblioteca Nacional
y será comentado por Hugo Hinojosa, Berna Labourdette y por Ricardo Fuentealba
Fabio. Claudio Aguilera será el moderador de esta conversación.
Durante la presentación, el autor Ricardo
Fuentealba Rivera hará entrega al Archivo de láminas y estampas de la Biblioteca Nacional
de originales de este libro. Los recibirá el director de la Biblioteca, Pedro Pablo
Zegers.
La biografía de Ricardo Fuentealba Rivera es intensa y poco ortodoxa en el mundo del cómic. Se formó con premios nacionales de pintura en la Escuela de Bellas Artes, se desarrolló como diseñador en la agencia Walter Thomson y recién bordeando los 45 años comenzó a ilustrar para revistas como Ariete, Matucana y Trauko, las que llenaron de sentido el underground chileno por debajo de la censura de la dictadura cívico-militar.
El Golpe de Estado de 1973, el mismo que marcó el rumbo de Fuentealba dentro del cómic nacional con personajes como el “Conde de Matucana”, puso frente a sus ojos y oídos aterradoras historias. Relatos que en 2012 decidió traspasarlos a imágenes, con tinta china, en su cuaderno Moleskine, dando forma a “Fuentealba 1973”: cuidado libro editado por Pehuén que se presentará el 24 de mayo a las 19 hrs. en la Biblioteca Nacional.
El libro relata 3 historias: “El yanacona”, “1973, la tormenta” y “El muchacho héroe del puente Pío Nono”. Sus páginas no se establecen con un guión propio, sino que navegan en la oscura soberbia de los soldados, la muerte de la inocencia en Chile y las víctimas que merecen otro destino, entreveradas con las cavilaciones y el autorretrato del propio autor.
Su hijo, el artista Ricardo Fuentealba-Fabio, fue el impulsor del proyecto.
“Le pedí a mi padre, que no me siguiera
contando sus historias, sino que las dibujara para no olvidarlas. Me costó
convencerlo de que eran necesarias para nuestro país, porque los grandes
relatos ya se conocen y que ahora hay que contar las impredecibles partes de
las historias de los ciudadanos comunes. En un viaje a California le mostré el
libro a Michael Lazzara, quien quedó impresionado y cuando lo llevé a
Pehuén, el director Sebastián Barros me dijo que debía ser publicado”.
Se trata de un libro inédito, que incorpora textos de aproximación de los académicos chilenos Rodrigo Zúñiga, filósofo y profesor del Departamento de Teoría de las Artes en Universidad de Chile y de Ricardo Fuentealba-Fabio, Doctor en Bellas Artes y profesor de la Escuela de Arte de la Universidad Católica, de Michael Lazzara, estadounidense, profesor asociado Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad de California; de dos conocidos teóricos del cómic como son los guionistas e investigadores de la historieta, Carlos Reyes y Marco Esperidión y el destacado documentalista Patricio Guzmán.
En su escrito, Reyes advierte que para Fuentealba el lugar del autor es central en la historia y debe recurrir a lo único que le queda “operar desde su propia voz, desde su propia y soberana subjetividad, desde sus propias imágenes mentales, poéticas, desde su propio miedo, desde su contemplación del horror, desde su estupefacción. Y en sus páginas de trazos ora lineales, ora pictóricos, en sus páginas de historieta, de narrativa gráfica, de cómic, ha buscado retratar ese miedo, esa rabia, ese dolor. La historieta puede retratarlo”.
En ese sentido, son escasas las novelas gráficas sobre la dictadura creadas por ilustradores que fueron testigos directos de la historia. Existen ejercicios de post memoria, como es el caso de "El Golpe" de Nicolás Cruz y Quique Palomo y "Los años de Allende” de Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta. O derechamente autorías extranjeras, entre éstas, los cómics franceses “Maudit Allende!” y “Vaincus mais vivants” y la novela cubana “A golpe de recuerdos”.
Lazzara valora el libro como un aporte a la memoria y al presente, al darle un espacio a las vivencias del propio autor pero también a las que escuchó.
Se trata de un libro inédito, que incorpora textos de aproximación de los académicos chilenos Rodrigo Zúñiga, filósofo y profesor del Departamento de Teoría de las Artes en Universidad de Chile y de Ricardo Fuentealba-Fabio, Doctor en Bellas Artes y profesor de la Escuela de Arte de la Universidad Católica, de Michael Lazzara, estadounidense, profesor asociado Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad de California; de dos conocidos teóricos del cómic como son los guionistas e investigadores de la historieta, Carlos Reyes y Marco Esperidión y el destacado documentalista Patricio Guzmán.
En su escrito, Reyes advierte que para Fuentealba el lugar del autor es central en la historia y debe recurrir a lo único que le queda “operar desde su propia voz, desde su propia y soberana subjetividad, desde sus propias imágenes mentales, poéticas, desde su propio miedo, desde su contemplación del horror, desde su estupefacción. Y en sus páginas de trazos ora lineales, ora pictóricos, en sus páginas de historieta, de narrativa gráfica, de cómic, ha buscado retratar ese miedo, esa rabia, ese dolor. La historieta puede retratarlo”.
En ese sentido, son escasas las novelas gráficas sobre la dictadura creadas por ilustradores que fueron testigos directos de la historia. Existen ejercicios de post memoria, como es el caso de "El Golpe" de Nicolás Cruz y Quique Palomo y "Los años de Allende” de Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta. O derechamente autorías extranjeras, entre éstas, los cómics franceses “Maudit Allende!” y “Vaincus mais vivants” y la novela cubana “A golpe de recuerdos”.
Lazzara valora el libro como un aporte a la memoria y al presente, al darle un espacio a las vivencias del propio autor pero también a las que escuchó.
“El lector emprende un viaje conmovedor al
pasado y aprecia la capacidad impresionante que el artista tiene de dimensionar
y sintetizar ciertas coordenadas (y silencios) que han marcado el drama chileno
de las últimas cuatro décadas. Pero es su apuesta por el otro, por su memoria y
por un mundo más justo, lo que más vale rescatar si queremos dimensionar las
múltiples maneras en que la obra de Fuentealba aboga por un presente menos
violento, más solidario y, con suerte, un poco más vivible”.
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