Por José Albuccó, académico de la Universidad Católica
Silva Henríquez
Este mayo de 2018 no sólo se celebra una nueva
edición del Día del Patrimonio Cultural. Esta vez el aniversario es más
significativo, porque se cumplen 20 años desde la instauración de este día, que
comenzó en 1999 para luego ser ratificado a través del Decreto 252 del 2 de
mayo del 2000.
El Día del Patrimonio Cultural se instituyó
como una jornada festiva y reflexiva en torno a la temática. Fiesta que se ha
logrado instaurar con éxito año tras año. Así, para este fin de semana, del 26
y 27 de mayo, ya hay alrededor de dos mil iniciativas inscritas. Años luz de
las 200 iniciativas de hace 20 años.
Para la mayoría de los chilenos lo más
característico del Día del Patrimonio Cultural es la apertura y liberación en
el acceso a cientos de edificios históricos y Monumentos Nacionales a lo largo
del país. Todo un logro, pero que evidencia que no se ha abordado el segundo
aspecto por el cual se creó este día: la reflexión respecto del patrimonio cultural.
Sin duda que, para las autoridades
gubernamentales o privadas a cargo, puede resultar obvio o cómodo el enfoque
“arquitectónico” del Día del Patrimonio Cultural, lo cual no hace más que
profundizar el vacío reflexivo.
Recordemos que, como instancia comunitaria de
celebración, el Día del Patrimonio Cultural ha procurado un encuentro real
entre las comunidades y las diferentes expresiones que componen el patrimonio
del país, incluyendo sus creaciones simbólicas. Así, junto con la fiesta,
debiera convivir la otra intención de fondo de esta fecha, la reflexión.
Al abrirse el espacio reflexivo, la comunidad
debería apreciar sus valores, tomar conciencia de la vulnerabilidad de
nuestra memoria y asumir la responsabilidad que nos concierne a todos en
su protección. En el futuro se esperaría, por parte de la ciudadanía, un juicio
más profundo sobre la integración e interdisciplinariedad del concepto de
patrimonio, además del conocimiento de las convenciones nacionales e
internacionales vigentes que Chile ha firmado sobre la materia.
Este año, además, tenemos dos elementos
complementarios. El primero es que hace tres meses, el 28 de febrero de
2018, fue publicado en el Diario Oficial el Decreto con Fuerza de Ley que dio
vida al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Este organismo está regido por los principios
de diversidad cultural, democracia y participación; reconocimiento cultural de
los pueblos indígenas; respeto a la libertad de creación y valoración social de
creadores y cultores, además del reconocimiento a las culturas territoriales;
el respeto a los derechos de cultores y creadores, y la memoria histórica.
Sumado
a ello, el segundo factor es la ejecución de la Política Nacional
de Cultura 2017-2022, cuyo énfasis es “Cultura y Desarrollo Humano”.
Cabe, entonces, preguntarse si el Día del
Patrimonio Cultural 2018 será coherente con los principios que orientan al
nuevo Ministerio y a la
Política Nacional de Cultura; o si se seguirá por la senda
del activismo y no del contenido.
¿O pareciera que las autoridades que lideran
esta iniciativa no han estado a la altura de la riqueza y oportunidad que
ofrece este día para la ciudadanía, para que puedan valorar su memoria con
contenido?
Lo cierto es que nuestro país está en una
etapa en la que requiere bastante más que la apertura de escenografías de
edificios o la visibilización de instituciones públicas o privadas. Lo que
necesitamos es una experiencia educativa de calidad, y un Ministerio y
Políticas a la altura de este nuevo desafío. Y no sólo por un día del año, sino
que por los 365.
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