Un fotógrafo recorre una
ciudad fantasmal de un país al que pareciera se le ha negado la luz. Entre
tinieblas, transita por sus calles, y en los instantes en que un débil rayo de
luz hace visible el paisaje, el obturador de su cámara logra capturar
horizontes difusos, huellas inciertas, vehículos olvidados, interiores
desolados, y las siluetas de aquellos fantasmas que, con una prisa extraña,
transitan por una ciudad desahuciada antes de que todo vuelva a la oscuridad…
Hay imágenes a las que no alcanzó a tocar la luz, por
lo que el fotógrafo las develó con palabras.
Mauricio Valenzuela es quien ha abierto esta caja del
tiempo para liberar la memoria de la ausencia y el abandono, para purgar
aquella «sangre derramada» y dar nueva luz y existencia a esos espectros que
deambulaban buscando la vida –o buscando la muerte– en ese Chile de la década
de los ochenta. «Vivimos una historia que no es nuestra…».
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