“Lutoslawski compuso durante toda su vida. Sus
primeros estilos son con mucha influencia de la música folclórica polaca.
Después incursiona en distintas situaciones, como lo aleatorio, que no es
improvisación, sino que hay algunas cosas destinadas al azar”, señala Latorre
respecto del trabajo del compositor.
Escrito entre 1987 y 1988, su Concierto para piano fue
estrenado en agosto de ese último año por la Orquesta Sinfónica de la Radio
Austríaca, en el marco del reconocido Festival de Salzburgo.
Bajo la dirección del propio Lutoslawski, contó con el
gran Krystian Zimmerman como solista, a quien precisamente dedicó la obra,
“para algunos, el más grande pianista del mundo”, comenta Latorre.
“Es una obra de gran madurez”, y añade que “tiene
cuatro movimientos que se tocan encadenados, sin pausa. Es tremendamente
unitaria, donde todos los motivos se relacionan entre sí, y a la vez de gran
orquestación y de un piano tremendamente virtuoso, muy brillante, dramático en
algunos momentos, veloz también, así como algunos momentos recitativos, muy
intenso”, explica el destacado solista.
Junto con este gran estreno, la Sinfónica Nacional
interpretará también piezas de dos figuras fundamentales de la música
universal: el austríaco Wolfgang Amadeus Mozart, máximo exponente del
Clasicismo y el ruso Piotr Ilich Tchaikovsky, uno de los más admirados
compositores románticos.
Del primero, la Obertura de la ópera La Flauta
Mágica dará inicio a la presentación de la orquesta. Pieza de corta
duración, mantiene características de las oberturas francesas, con una
introducción lenta y ceremoniosa, seguida de una sección fugada.
En tanto, Tema y Variaciones sobre la Suite N°3
en Sol, Op. 55, será la pieza que cerrará el encuentro musical. Se trata del
cuarto movimiento de la Tercera Suite, la que si bien se presenta como una
sinfonía con sus cuatro movimientos bien delimitados, no fue definida como tal
dentro del catálogo de Tchaikovsky.
Dirigido frecuentemente por el propio compositor como una obra independiente, este último movimiento sirvió de partitura para la coreografía que George Balanchine hizo para su Ballet de la Ciudad de Nueva York en 1947, titulado Tema y Variaciones, el que alcanzó gran éxito y se transformó desde entonces en parte del repertorio de numerosas compañías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario