Los pueblos indígenas son reconocidos como guardianes
de gran parte de la diversidad biológica, cultural y lingüística del planeta.
Sin embargo, sus sociedades y condiciones de vida se encuentran entre las más
vulnerables del mundo.
Por lo tanto, es necesario que las medidas para la
atención oportuna de las urgencias generadas por la pandemia de la Covid-19
consideren la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y
la Política
de la UNESCO de colaboración con los pueblos indígenas.
La UNESCO ha alertado que la suspensión de las clases
presenciales, ocurrida por la crisis de la COVID-19, pone en riesgo el acceso a
una educación inclusiva, equitativa y de calidad para millones de estudiantes,
en particular para los grupos menos favorecidos como los pueblos originarios de
América Latina y el Caribe.
Por ello, este año, la conmemoración del Día
Internacional de los Pueblos Indígenas otorga especial énfasis a hacer una
reflexión sobre la COVID-19 y la
resiliencia de este colectivo.
Es importante considerar las particularidades
lingüísticas, pandemia, basada principalmente en la educación a distancia y el
acceso a internet.
Según la CEPAL, en 2016 un 42% de las personas
pertenecientes a hogares urbanos en 14 países de América Latina tenía acceso a
internet en su casa, comparado con el 14% de los hogares rurales.
La docente María Eugenia Cañupán Calfin, de la
Escuela Intercultural Trañi –Trañi (Temuco, Región de la Araucanía en el sur de
Chile), lo confirma: “ha sido un proceso difícil, ya que en los sectores
rurales las condiciones para realizar actividades de forma online han sido casi
imposibles”.
Más allá de la conectividad, el confinamiento ha
significado un quiebre en la relación de los pueblos indígenas con sus tierras,
la cual es de fundamental importancia para sus culturas, sistemas de creencias
y valores espirituales.
La alcaldesa de la Municipalidad de Putre, en el
extremo norte de Chile, Maricel Gutiérrez Castro, expresa el sentir de las
comunidades aymaras, pueblo al que ella pertenece al decir que “nuestras vidas
han sido restringidas con el fin de evitar las movilidades entre territorios
(…) una medida necesaria, que visibilizó que la forma actual de ocupar los
territorios ancestrales es vulnerable”.
Respecto a qué acciones en los ámbitos de la educación
y cultura serían necesarias para proteger la educación y la transmisión de las
culturas, la alcaldesa de Putre destaca aquellas que permitan recomponer la
relación con las comunidades y que prioricen la
recopilación y la práctica de las manifestaciones culturales,
con especial énfasis en la generación de grupos de trabajo para la transmisión
de saberes desde las y los adultos mayores a las nuevas generaciones.
En sintonía, Ariki Tepano, consultor que trabaja
con la UNESCO en la coordinación de acciones de fortalecimiento de la cultura y
lengua en Rapa Nui, puntualiza que la crisis de la COVID ha traído consigo
también oportunidades en este punto particular.
Este estado de cuarentena, ha permitido también el
reencuentro de las familias y la conexión de los mayores con sus hijos y
nietos, reactivándose la transmisión oral ancestral”.
La disposición para continuar aprendiendo sobre
metodologías de enseñanza remotas, especialmente en tiempos de pandemia,
resulta clave para Gladys Vásquez, educadora tradicional aymara, quien
manifiesta que, en la situación actual del sistema educativo, “nosotros, como
indígenas, nos estamos actualizando de acuerdo con nuestro conocimiento y sabiduría
para no quedarnos atrás”.
Felino García Choque, Coordinador Nacional de la
Secretaría de Educación Intercultural Indígena en el Ministerio de Educación de
Chile señala, que el Programa de Educación Intercultural Bilingüe en dicha
cartera, “continúa implementando sus políticas educativas, adecuándolas al uso
de las nuevas tecnologías, aun cuando la desventaja es mucho mayor por las
características particulares de ruralidad y falta de conectividad”.
García Choque detalla que “se está levantando un
catastro de materiales educativos y didácticos utilizados por los educadores
tradicionales en nueve pueblos indígenas, con el fin de definir criterios de
elaboración y la usabilidad de los mismos en la enseñanza de las lenguas
indígenas”.
Asimismo, se llevan a cabo acciones formativas de educadores
tradicionales a nivel subnacional regional por medio de capacitaciones
virtuales orientadas a suplir el déficit tecnológico y de conectividad, “para
posteriormente desarrollar contenidos lingüísticos y culturales con el apoyo de
sabios formadores de los distintos pueblos”.
El coordinador nacional de la Secretaría de Educación
Intercultural Indígena en el Ministerio de Educación de Chile agrega que, en el
ámbito curricular “actualmente se está implementando vía remota la priorización
curricular del Sector de Lengua Indígena (la asignatura) para los pueblos
aymara, mapuche, quechua, rapanui, y, paralelamente se están elaborando los
programas de estudios de la nueva asignatura de Lengua Indígena que incluye,
además, a los pueblos likan antay, colla, diaguita, kawésqar, y yagán, con la
participación virtual de profesores y educadores tradicionales de cada uno de
estos pueblos indígenas”.
Precisamente en colaboración con el Ministerio
de Educación de Chile, la Oficina Regional de Educación para América Latina y
el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago), desarrolla una serie de iniciativas y
proyectos para fortalecer la Educación Intercultural Bilingüe en dicho país a
través de la revitalización de las lenguas y culturas indígenas.
Actualmente, la oficina lleva adelante cuatro estudios
sobre del estado del uso de lenguas indígenas en las comunidades quechua,
aymara, colla, likan antay, diaguita, mapuche, kawéskar, yagan, y un proyecto
de revitalización y fortalecimiento lingüístico en la isla de Rapa Nui.
Todas estas iniciativas consideran mecanismos
participativos, con el fin de promover el papel activo y deliberativo de las
comunidades indígenas en la toma de decisiones para la resolución de sus
demandas educativas.
Para la UNESCO la protección de derechos de los
pueblos originarios involucra la promoción de la educación en su propio idioma,
propiciando una educación de calidad y, a la vez, la implementación de
políticas y medidas que fortalezcan una educación que reconozca y se beneficie
de la diversidad cultural y lingüística para todas y todos los habitantes de un
territorio.
En este sentido y en contexto de pandemia, el último
Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM Report) lanzado en
junio de 2020 reveló que la mayoría de las respuestas educativas a la pandemia
han sido mayormente estandarizadas, lo cual deja de lado las particularidades
de los pueblos indígenas, entre otras minorías.
Particularmente, en América Latina y el Caribe solo
alrededor de una cuarta parte de los países tienen leyes de educación inclusiva
que abarcan a todos los educandos.
“A pesar del avance legislativo para la inclusión en
educación hay mucho trabajo por hacer”, dice Carlos Vargas, jefe de la
Unidad de Desarrollo Docente y encargado de temas de interculturalidad en la
OREALC/UNESCO Santiago.
“En el caso de los pueblos indígenas, esto significa
avanzar hacia una justicia cognitiva y epistémica por medio de la
redistribución de oportunidades de aprendizaje; el reconocimiento y la
legitimación de la cultura y conocimiento indígenas; y su inclusión y
representación en la política pública, agrega.
“El Día Internacional de los Pueblos Indígenas y esta
crisis sanitaria nos ofrecen una oportunidad para explorar cómo los conocimientos
y valores que sustentan las prácticas sociales y educacionales indígenas
pueden inspirar cambios en los sistemas educativos que los hagan más
justos, equitativos y resilientes.
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