Una veintena de países –entre ellos,
Chile– participan del Proyecto de Predicción Polar y de su actividad principal,
el Año de la Predicción Polar (Year of Polar Prediction, YOPP por sus siglas en
inglés), iniciativa liderada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y
que permite mejorar significativamente la caracterización de la predicción
ambiental en las regiones polares y las proyecciones de los efectos del
fenómeno del cambio climático en altas latitudes.
Desde mediados del año 2017 a la segunda
mitad del 2019, investigadores y centros de pronóstico operativos de los
diferentes países involucrados colaboraron para observar, modelar y mejorar los
pronósticos de los sistemas meteorológicos y climáticos del Ártico y la
Antártica.
Los primeros resultados del YOPP en el
hemisferio sur fueron publicados recientemente por la revista especializada
Bulletin of the American Meteorological Society y reportan las diferentes
observaciones y análisis realizados en diferentes puntos del Continente Blanco
durante el período especial de observaciones del YOPP que culminó a mediados
del año pasado.
Gracias al apoyo del Instituto Antártico
Chileno (INACH), los investigadores Dra. Penny Rowe y Dr. Raúl Cordero
(Universidad de Santiago de Chile, USACH) contribuyeron al YOPP a contar del
año 2018, mediante el lanzamiento de más de 200 radiosondas desde la base
Profesor Julio Escudero del INACH, en isla Rey Jorge, en el extremo norte de la
península Antártica.
“Las radiosondas son instrumentos que nos
permiten la caracterización del perfil de la atmósfera, midiendo variables
meteorológicas (temperatura, viento o humedad), mientras ascienden más de
veinte kilómetros de altura atadas a un globo; la sonda envía por radio el
resultado de las mediciones a la estación en tierra.
Una de las variables que mide la radiosonda
es la humedad, que es justamente la que permite detectar el paso de un río
atmosférico”, explicó Cordero, climatólogo y académico del Departamento de
Física de la USACH. Las mediciones de las radiosondas fueron complementadas con
las del sistema de detección remota basado en un láser visible (LIDAR).
En el artículo, los científicos
contribuyeron a describir el arribo de los ríos atmosféricos a la Antártica.
Se
trata de bandas estrechas que transportan gran cantidad de vapor de agua
desprendido desde latitudes bajas o tropicales (donde la humedad es alta) y que
ocasionalmente alcanzan las costas de Chile y la Antártica ocasionando intensas
precipitaciones.
En estado gaseoso, el volumen de agua transportada por los
ríos atmosféricos es muy superior al de los ríos terrestres.
Cuando el vapor de agua llega a la costa
es obligado a ganar altura por la cordillera. Al ascender por la ladera, se
condensa y se enfría, precipitando como lluvia o nieve.
Según afirma Cordero, los ríos
atmosféricos contribuyen entre el 45 y el 60 % de las precipitaciones anuales
en el centro y sur de Chile y son responsables de intensas lluvias que pueden
tener efectos negativos para la población. “Las fuertes precipitaciones a inicios
de julio (que dejaron casi 40 milímetros de lluvia en Santiago) fueron
resultado de un río atmosférico.
A finales de junio de 2019, otro potente
río atmosférico provocó lluvias torrenciales en el sur de Chile, que provocaron
deslizamientos de tierra e inundaciones graves. El evento también aumentó diez
veces la descarga en algunos ríos, transportando nutrientes a la zona costera y
promoviendo la proliferación de algas”, detalló.
Estos ríos atmosféricos que llegan
ocasionalmente a Chile también pueden alcanzar la Antártica (a veces pasando
por Punta Arenas y en otras directamente). Si llegan al Continente Blanco, su
efecto puede ser devastador, ya que provocan precipitaciones líquidas al este
de la península que derriten parte de la nieve y el hielo.
“Las precipitaciones en forma de nieve
ayudan a que Antártica recupere la masa perdida por derretimiento, pero la
lluvia que trae un río atmosférico puede acelerar ese derretimiento. Uno de
estos eventos ocurrió el 6 de diciembre de 2018 y es el que reportamos en el
paper. Este río pasó por Punta Arenas donde fue también monitoreado utilizando
tecnologías LIDAR”, expresa.
Pero además, añade Cordero, los ríos
atmosféricos están ligados a los récords de temperatura en el lado oeste de la
península Antártica.
“Esto se debe a que el aire húmedo del río se seca al
descargar lluvia del lado este. Cuando el aire ya seco cruza de este a oeste el
cordón montañoso de la península Antártica se calienta por efecto Foehn.
Ese
aire caliente provocó el récord de temperatura de 18º C medido el 6 de febrero
en la base argentina Esperanza”, explicó.
Para el investigador de la USACH fue muy
gratificante contribuir con estos esfuerzos internacionales que buscan la
caracterización de las teleconexiones atmosféricas entre la Antártica y el
trópico. “La mejor compresión de la interrelación entre Antártica y el clima
global es un enorme desafío. Se trata de un esfuerzo que ningún país puede
acometer por sí solo y que requiere el trabajo coordinado de los diversos
programas de investigación antárticos”.
Aunque
se ha avanzado mucho en entender los ríos atmosféricos y sus consecuencias en
Chile y Antártica, quedan varias preguntas por resolver aún. “Aunque sabemos
que los ríos atmosféricos generan eventos extremos tanto en Chile como en la
península Antártica, persiste la incertidumbre en cómo el cambio climático
afectará la frecuencia con la que ocurren estos eventos. En eso trabajamos”.
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