No es nada de común que una obra de teatro sea
hackeada. Pero eran los días feroces y alucinados del estallido social y unos hackers
obnubilados creyeron, el 25 de septiembre de 2020, que el ensayo abierto al
público y online de “Champurria”, adaptación teatral de la novela “La revuelta”
(1985) de la Premio Nacional de Ciencias Sociales Sonia Montecino, era una
apología al 18O. Muy perdidos.
Como señaló en su momento su director, el
hombre de teatro e investigador José Luis Olivari “es tragicómico que un error
de información de quienes quisieron evitar un espacio artístico referido al
conflicto político, interfiriera un proceso creativo que no se relaciona con
hechos que igual, tarde o temprano, llegarán al teatro, al cine y la
literatura”.
Porque la novela que adaptó Olivari está lejos
de tener relación con los acontecimientos que se vivían a fines del 2019. Su
hilo central es la narración de de la vida de una mujer, a través de la cual va
asomando la complejidad de identidades que conforman su condición histórica, en
un Chile revuelto y fracturado.
El hackeo se convirtió en una anécdota que no
dejó a los integrantes de la Compañía Teatro de Bolsillo y Teatro San Sebastián
de brazos cruzados. Siguieron trabajando en la idea de estrenar en marzo de 2021.
Pero entonces vino la pandemia.
Y recién ahora, el 24 de noviembre, a las
20:30 horas, en la sala del Teatro de Bolsillo (Erasmo Escala 2185. Barrio
Concha y Toro. Metro República) tendrá lugar el postergado estreno.
En estos dos años, Olivari continuó ajustando
la adaptación
"Tarea nada fácil –declara- ya que obliga a
realizar una transposición a lenguaje dramático de una obra literaria.
Significa que, conservando el estilo y esencia del relato de la autora, el
conflicto que plantea pueda cobrar fuerza escénica.
Estrenamos ahora porque pudimos volver a
ocupar regularmente la sala para ensayos y presentar la obra de manera
presencial. Para nosotros el teatro es un acto vivo, orgánico que requiere de
una comunicación sensorial entre público e intérpretes.
La obra, un unipersonal, implica un “nosotros”
que hace referencia a un equipo integrado Nicolás León (preparación vocal y
física, además de iluminación y sonido); Pablo Cifuentes (fotos y audiovisual)
y Nelson Marchant (fotos, gráfica y producción). Y, por supuesto a Ingrid
Leyton, quien da vida a los personajes creados por Sonia Montecinos".
“Sonia, no ha participado ni directa ni
indirectamente en el proceso de adaptación y puesta en escena ya que tenemos libertad absoluta en nuestro trabajo teatral, lo que mantiene intacta la
vigencia que la novela tiene, pese al tiempo que ha pasado desde su
publicación", aclara Olivari.
La relación entre el director y la autora
también viene de lejos.
“Con Sonia tengo una antigua amistad desde la dictadura,
cuando yo trabajaba en el centro de estudios CENECA, donde investigábamos en la
relación entre las diversas áreas creativas y la sociedad.
Pasó el tiempo y nos reencontramos en 2019,
con motivo de la reedición de su novela, escrita en 1985. Me habló de la
historia de una mujer que se convierte en Sandro y luego, en una luchadora de cachacascán
popular. Me interesó su peripecia y el gran conflicto épico que encierra, así
es que se la pedí para adaptarla a teatro.
Desde que Olivari decidiera que Ingrid Leyton
era la actriz adecuada para el papel, empezó un trabajo mancomunado, estrecho y
colaborativo.
“Como se trata de un unipersonal, donde la
actriz no solo presenta a la protagonista sino también, a los otros personajes que
aparecen en la novela, durante el proceso de ensayos tanto la adaptación como
la puesta en escena han ido sufriendo diversos cambios y correcciones.
El énfasis está colocado en la partitura de
acciones físicas del personaje, así como la emocionalidad y sensorialidad que
emana de los sucesos vividos. Por tanto, es un trabajo muy mano a mano entre
ella, yo, y el resto del equipo, y de continuas revisiones para encontrar el
punto exacto que haga sentido dramático a cada escena o fragmento”.
Para el director, la obra puede definirse como
“un drama épico, dentro de la corriente de un teatro realista latinoamericano,
en particular, chileno” y explica que término champurria.
-Es un vocablo muy nuestro, que significa
mestiza, revuelta. En un sentido amplio, la palabra se refiere a la idea de lo
que está mezclado, lo heterogéneo, aquello que está revuelto. Y en la obra el
personaje es una mujer fascinante en busca de su identidad. Es una mujer
‘revuelta’ por múltiples circunstancias.
El teatro contribuye a una mirada particular
sobre los conflictos y el cómo se desenvuelven en el devenir humano. Aporta
elementos propios de su lenguaje, como el cuerpo, la voz y la emoción de la
actriz, que en esta puesta en escena están apoyados por mínimos elementos de
vestuario, escenografía, iluminación y sonido. Eso es teatro puro.
Posteriormente al estreno, la obra continuará
en cartelera en la misma sala, los días el 1, 2, 3 de diciembre, a las 20:30
horas, para terminar el domingo 4 con una función a las 19:00 horas.
José Luis Olivari, es actor, profesor e
investigador. Doctor en Comunicación. UAB. España. Cofundador del TIT. (Taller
de Investigación Teatral), y miembro del primer elenco de “Los Payasos de la
Esperanza”. Director de montajes presentados en Chile y el extranjero. Director
del Colectivo teatral “Furias del Teatro Emergente”. Co-creador del Proyecto
Teatro Animación “Memoria del fuego” y es autor de varias publicaciones sobre
teatro y cultura popular. Por otra parte, Ingrid Leyton es actriz,
directora, profesora de actuación y directora artística de Teatro de Bolsillo.
Licenciada en Artes Escénicas por la
Universidad Bolivariana. Ha participado en encuentros teatrales de América Latina
y el Caribe como actriz y en el Encuentro de Mujeres de Teatro en Fit de Cádiz,
España, donde fue invitada como expositora.