Son algunas de las preguntas que Carlos
Tromben en su libro “Las tramas ocultas del 18-0” intenta responder a través de
una exhaustiva investigación que reúne un sinnúmero de declaraciones,
entrevistas y cruces de información entre protagonistas, personajes secundarios
y otros clandestinos y secretos, que permiten construir una mirada inédita y
crítica sobre una parte de nuestra historia reciente que muchos quieren
olvidar, pero que, al mismo tiempo, nos obliga a preguntarnos ¿hacia dónde
vamos?
Contexto social.
Para muchos chilenos, el fin de semana del
18 de octubre de 2019 iba a ser como cualquier otro y toda la preocupación de
la prensa y el gobierno, estaba en la próxima realización de las reuniones de
la APEC y COP25 que se iban a realizar a fines de octubre y comienzos de
noviembre de 2019.
En cambio, se inició un quiebre histórico cuando
millones de personas salieron a las calles para protestar por más justicia
social y dignidad, lo que motivó que todas las fuerzas políticas se unieran
para diseñar una nueva constitución, un camino lleno de promesas y esperanzas,
aunque también lleno de una violencia y una represión inauditas en nuestra
democracia.
El año anterior, 2018, asumió por segunda
vez Sebastián Piñera con una amplia base de apoyo ciudadano, lo que hizo que su
gobierno se sintiera cómodo e iniciara un programa que consideraba la
rentabilidad empresarial, como base del desarrollo económico del país y su
gobierno no percibió el malestar social que se había estado acumulando por
mucho tiempo.
Tal como plantea el filósofo coreano
Byung-Chul Han, esta crisis llegó en un momento en que nos estábamos
acostumbrando a que todo resultara como esperábamos, a no encontrar oposición y
a buscar la eficiencia permanente.
“Una sociedad, que espera la permanente
aprobación y no ve al otro como distinto, porque espera que sea igual en una
cultura del “me gusta”. Es en estos momentos que aparece una oportunidad de
cuestionamiento”.
Uno de esos análisis es el libro Las
tramas ocultas del 18-O, que pone bajo la lupa la letra chica de los acuerdos
políticos y económicos que se fueron armando en el Parlamento y en los grupos
financieros, que mostraron una ambición tan desmesurada como el afán de algunos
anarquistas al buscar, mediante sus atentados, desestabilizar el orden público.
Para el autor hay tres tramas que se
entrelazaron y que hicieron que el país llegara al estallido social del 18-0.
Estas son la trama financiera, la política y la anarquista.
En esta crónica de 256 páginas, el autor
identifica lo que para él son los tres momentos claves del proceso como fueron las
manifestaciones iniciales, la revuelta de los días siguientes y la firma del
Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución.
«Los asset managers hicieron su
contribución al estallido y a la revuelta promoviendo una sociedad
individualista, instrumental, sustentada por las AFP y las Isapre. La
especulación inmobiliaria, la educación y la salud como negocio y flujo
financiero. Una sociedad alienante y que lleva al individuo a la
desesperación», comenta Carlos Tromben en su libro.
«Los anarquistas influyeron en las
movilizaciones secundarias e hicieron escalar el estallido en revuelta.
Llevaban años cometiendo atentados simbólicos contra el sistema. Nadie los
tomaba muy en serio y mostraron la vulnerabilidad del poder”
Y como dice el autor “ambos grupos que son
los polos opuestos de la sociedad, en octubre 2019 entraron en colisión”.
«Para mí el estallido es la jornada
específica del 18-O, la chispa que llevó al colapso del sistema de transporte
metropolitano y la quema del metro.
La revuelta comienza al día siguiente,
cuando los militares son convocados, no se meten mucho y la movilización se
extiende a todo el país, transformándose en un cuestionamiento global del
modelo de sociedad», explica el investigador.
En su libro, revisa críticamente el papel
de figuras políticas claves, como el entonces presidente Sebastián Piñera, el
exjefe de asesores presidenciales Cristián Larroulet y el actual mandatario
Gabriel Boric.
En esta investigación queda en evidencia la
brecha que existía entre la elite política y la gente común mostrando cuan
fuerte puede llegar a ser la presión de la calle y como el Gobierno, a
regañadientes tuvo que aceptar la voluntad popular, en medio de la crisis de su
propio sector que se sumergió en recriminaciones cruzadas con muchos de sus líderes
que parecían vivir en tiempos y espacios diferentes.
Además, la pausa obligada que impuso la
pandemia, permitió reflexiones sobre las causas sus interacciones, los procesos
de cambios que generó, el contexto histórico y cultural que surgieron del mundo
político, académico y social.
Tampoco la oposición sale muy bien parada pues
en esos momentos, no tuvo la capacidad de emitir un mensaje de unidad hacia la
población que necesitaba aferrarse a una dirección política clara.
¿Qué otros factores pueden haber
influido?
Lo más probable es que haya existido un
gran resentimiento social alimentado por una combinación de factores, como una
pobre educación, corrupción del sistema político, la cultura de triunfar con el
menor esfuerzo y la aparición de demagogos que prometen soluciones rápidas a
problemas complejos y de paso inventando enemigos imaginarios.
También se puede considerar que la falta
de confianza en las instituciones y en los políticos ha generado un creciente
malestar en la sociedad, con un aumento en la desconfianza y la hostilidad
hacia el sistema.
En el artículo “Resentimiento social, origen y consecuencias”
el médico Alejandro Vásquez Cárdenas, expresa que “la cultura de triunfar con
el menor esfuerzo también ha contribuido al resentimiento social. En una sociedad donde el éxito se valora más
que el esfuerzo, aquellos que no tienen acceso a los mismos recursos que otros
se sienten excluidos y marginados.
Finalmente tenemos el detonador de toda
esa mezcla explosiva, la aparición de demagogos que prometen soluciones
sencillas y rápidas, poco menos que mágicas.
Estos líderes políticos explotan la
desesperación y la frustración de la población, prometiendo soluciones fáciles
a problemas complejos. Esto fatalmente lleva a una polarización aún mayor en la
sociedad”.
Es decir, con el tiempo los ciudadanos
dejaron de sentir que las instituciones públicas los protegían más bien
paulatinamente se fue dando un sentimiento de indefensión ante ellas y también,
se produjo un cambio en la sociedad chilena que trajo un aumento de demandas
que no fueron escuchadas ni atendidas por la clase política, que no supo darse
cuenta de la existencia de ese malestar ciudadano.
Talvez el mundo político se encontró de frente con ciudadanos que estuvieron
dispuestos a correr el cerco impuesto por la política de “los problemas
reales de la gente” que minimizo al ciudadano pero que engrandeció al consumidor.
Y que mientras se alababa el desarrollo de Chile, tampoco se evitaron los
abusos que ciertos grupos ejercieron cobijándose, en instituciones que dicen
representar a todos los chilenos pero que, sin embargo, solo respetaron los
derechos de pocos.
Talvez, dentro de los múltiples factores
que produjo el estallido social, estuvo la ofensa hecha a los chilenos a través
del endeudamiento y del individualismo y es, también, fue la reacción de los ofendidos
de su reacción, de su hastío y de su turno para cambiar el rumbo de las cosas
por tanto tiempo, arrastradas por todos.
Tal como expresara Roque Dalton en su
poema El turno del ofendido:
Me habéis golpeado, azotado/ La cruel mano
en el rostro (desnudo y casto/ Como una flor donde amanece la primavera).
Me habéis encarcelado aún más/ Con
vuestros ojos iracundos/ muriéndose de frío mi corazón /bajo el torrente de
odio.
Habéis despreciado mi amor/ Os reísteis de
su pequeño regalo, /Ruboroso sin querer entender/los laberintos de mi
ternura.
Ahora es la hora de mi turno/ El turno del
ofendido por años silencioso/ a pesar de los gritos.
Callad/ Callad/ Oíd.
La cuenta que el país pagó fue enorme porque en esos meses lo mejor y lo peor de las personas surgió en la sociedad chilena y cuyos efectos, a seis años del estallido social aun los seguimos sintiendo y viviendo.
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