En 1912, en Iquique, se fundó el Partido
Obrero Socialista (POS). Desde entonces, y en su empeño por articular y
comunicar los propósitos del partido, los militantes crearon periódicos,
grupos musicales, teatrales y corales, se volcaron a la literatura y
organizaron jornadas de entretenimiento para entregar diversión bajo los
parámetros de la cultura ilustrada a las familias obreras.
Todas estas actividades dieron forma a lo
que el historiador Jorge Navarro denomina la «cultura socialista»,
concepto que revisa en profundidad en su libro Por la emancipación obrera.
"Por intentar formarse
intelectualmente, por estudiar, leer y escribir poemas, cuentos y obras de
teatro, por exigir mejores condiciones laborales, por publicar periódicos y por
entretenerse, las y los socialistas-comunistas fueron catalogados como
subversivos por la Iglesia y por los partidos y la prensa de los sectores
dominantes", cuenta el autor.
"Si bien esta noción de lo
«subversivo» se ajustaba a los intereses de la oligarquía y de los
capitalistas, no se correspondía con la realidad de la época ni con las claves
discursivas y prácticas mediante las cuales la cultura socialista-comunista buscó
incidir y modificar la realidad popular", agrega.
En el texto, el académico explica
que el crecimiento cultural fue comprendido por los obreros y las obreras
socialistas como un fenómeno crucial para el éxito de la lucha política y
sindical. Entendían que, el acceso mundo del arte y el conocimiento aportaría
al progreso de la clase trabajadora.
"El libro no trata sobre las estrategias
de quienes detentaban el poder, sino que se enfoca en las prácticas de las
personas de la clase trabajadora que se organizaron para mejorar sus
condiciones económicas, políticas y culturales", explica Navarro.
El autor comenta que uno de los propósitos
del libro es debatir con los análisis que han tendido a menospreciar estas
manifestaciones culturales.
"Esta forma elitista de comprender la
historia no utiliza el término popular de modo descriptivo, sino que como una
distinción cualitativa en un marco donde la cultura de la elite se comprende
como «mejor» que la cultura obrera. Sin embargo, si se profundiza en la
cultura socialista-comunista podemos identificar altos grados de sofisticación.
No en el sentido de refinamiento,
sino en la complejidad de los procesos históricos y culturales que
están en la base de esta cultura y en su intento por convertirse en una
alternativa a la cultura de los sectores dominantes", asegura el
historiador.
"Me sigue impresionando la calidad
humana e intelectual de las personas que construyeron la cultura
socialista-comunista de la primera mitad del siglo XX. Pese a que este libro no
busca entregar recetas para aplicarlas mecánicamente en nuestra realidad, sí
pone en perspectiva histórica las acciones de sujetos que, en contextos
tecnológicos y materiales mucho más apremiantes que los actuales, intentaron
imaginar y lograron construir nuevas formas de relacionarse con la
sociedad", dice Navarro.
"El contenido del libro entrega un
análisis de la realidad histórica del primer cuarto del siglo XX y,
también, puede llegar a ser un insumo para pensar las condiciones actuales
de la clase obrera, de la organización política popular y de las estrategias de
los sectores dominantes", afirma el autor.
Jorge Navarro López. Historiador con
formación de pregrado en la Universidad ARCIS y con estudios de posgrado en la
Universidad de Santiago de Chile (magíster y doctor en Historia).
En 2017 publicó Revolucionarios y
parlamentarios: la cultura política del Partido Obrero Socialista,
1912-1922 (Lom ediciones), libro que analiza la historia social y política
del movimiento obrero del período.
Durante los últimos años se ha dedicado a estudiar, desde un enfoque cultural, la historia de la clase obrera organizada de la primera mitad del siglo XX. Como resultado de esta última línea de investigación, ha publicado diversos artículos en revistas académicas y Por la emancipación obrera.
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