Bajo la dirección Marco Layera y Carolina
de La Maza, y tras el éxito de “Paisajes para no colorear” (2018), nuevamente
se suben a escena un grupo de adolescentes chilenos para reflexionar sobre las
violencias que el adultocentrismo impone.
En esta oportunidad, son siete jóvenes de
género masculino, menores de 17 años, que decidirán en escena resistir al
mandato cultural que les impone ser agresivos y fuertes.
¿Qué es lo que nos frena a mostrar y pedir
afecto? ¿Qué pasa si no queremos cumplir con las exigencias que se nos imponen?
¿Qué nos prohíbe demostrar nuestra fragilidad? Sobre estas reflexiones se alza
este montaje que comparte las experiencias y testimonios de adolescentes,
centrándose en su diversidad, contradicciones y prácticas.
Los adolescentes irán abriendo sus
sentimientos colectivamente para contenerse unos a otros, embarcándose en la
construcción de su propia masculinidad, enfrentándose al miedo a ser marginados
y abriéndose a la posibilidad de manifestarse afecto libremente.
“Abordamos cómo nos sentimos vulnerables
por el simple hecho de no mostrar rudeza en situaciones donde socialmente
deberíamos mostrarla, donde nos da miedo mostrarnos frágiles, porque según la
sociedad eso no es normal en un niño o un hombre. Principalmente nos
cuestionamos por qué la ternura tiene que ser sinónimo de debilidad”,
explica Leftraru Valdivia, uno de los intérpretes del montaje.
En medio de un contexto en donde la
dominación del hombre no deja de imponerse mediante guerras y sistemáticas
violencias, la práctica de la ternura adquiere un poder revolucionario que
permite habitar otras formas de comprender la vida alejadas de la barbarie y
brutalidad.
“¿Qué consecuencias hay ante una sociedad
que te violenta todo el tiempo, si decides actuar desde esa pulsión? Creo que
de esa forma la obra reivindica la ternura, haciéndola parte de un espacio de
lucha y resistencia constante”, opina el intérprete Dimitri Bueno.
El montaje es resultado de talleres y
audiciones con adolescentes que luego devino en un proceso de creación
colectiva a través de impulsos de escritura, improvisación y testimonios. Este
cruce los llevó a reflexionar sobre sus genuinas visiones sobre aquello que
significa convertirse en hombres.
Según Efraín Chaparro, "creo que
la masculinidad se presenta en la obra como algo que se nos exige y que se
convierte en algo que al final nosotros no queremos cumplir y queremos cambiar
en nuestra forma de ser.
En cambio, la feminidad, a pesar de que no se presente explícitamente en la obra, funciona para mí como un rayo de luz, como una esperanza que nos ayuda a ser diferentes y que también nos permite sentirnos más libres".
Las funciones serán del 2 al 16 diciembre de jueves a domingo a las 20 horas (miércoles 13 a las 20 horas). Valor de las entradas $8.000 Gral., $6.000 Estudiantes, $5.600 Personas mayores.
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