Antes y después de la caída de la dictadura cívico-militar de Augusto
Pinochet, la sociedad chilena evitó enfrentar públicamente la complicidad de los
civiles con la dictadura, prefiriendo enfocar la justicia transicional en la
persecución de los militares uniformados o en retiro que perpetraron crímenes
de lesa humanidad.
Sin embargo, la tortura, el asesinato, el exilio, las desapariciones
forzadas y el diseño del modelo neoliberal no fueron obra de los militares
exclusivamente. Se requirió un amplio espectro de cómplices civiles para
llevar a cabo el terror de estado y la transformación de la sociedad.
En este libro Michael J. Lazzara combina el análisis histórico con la
crítica literaria y cultural para escudriñar las memorias tergiversadas de
políticos, intelectuales, artistas, ciudadanos comunes y ex revolucionarios
vueltos apologistas del neoliberalismo.
Al indagar en los pronunciamientos públicos de cómplices y
complacientes, mira más allá de las categorías de la víctima y el perpetrador
para develar las zonas ambiguas y éticamente complejas de la memoria que los
regímenes criminales y autoritarios inevitablemente generan.
“En
el fondo, entonces, Obediencia civil se propone decodificar ciertas
voces cómplices y a la vez señalar los dilemas éticos de sus actos parciales o
egoístas de reconocimiento” (38). Voces como la de Mariana Callejas, Pablo Longueira Montes, Sergio
de Castro, Hugo Zambelli, Max Marambio, Eugenio Tironi o Marco
Enríquez-Ominami, entre otros.
Dos
hilos argumentales recorren los estudios de caso del presente volumen: el
primero es de naturaleza histórica y política; el segundo, de orden literario y
filosófico.
“Mi
primer argumento sostiene que el Chile de hoy es, en un sentido general,
producto de la complicidad y de la complacencia. Por un
lado, nos encontramos con la complicidad de quienes, vía el terror de estado,
impusieron (mediante la aprobación activa o tácita de una violencia
innombrable) un sistema económico que ha generado una profunda desigualdad
socioeconómica: riqueza para algunos, pobreza o endeudamiento extremo para
otros.
Por
el otro lado, encontramos complacencia en quienes apoyaron y promovieron ese
sistema tanto durante como después del régimen, sea porque
lo inventaron o porque lo administraron con un fervor implacable” (40).
“Mi
segundo argumento, de naturaleza literaria y filosófica, se refiere a la ética,
o la falta de esta, en las narrativas cómplices o complacientes de la memoria.
Sostengo que tales narrativas no alcanzan a cumplir con estándar ético alguno
porque nos enfrentan con sujetos cuyos actos autobiográficos son, por lo
general, autoprotectores e individualistas, en vez de desinteresados,
vulnerables y para otros” (42-43).
Las
narrativas de vida que estudio, expresadas por sujetos provenientes de
distintas esferas de la sociedad, hacen aparecer, como una radiografía social,
aspectos del amplio espectro de complicidades que describí anteriormente.
Con la mirada puesta en la naturaleza heterogénea de tal espectro, cada análisis particular pretende destacar los complejos y selectivos procesos de autoarticulación y negociación que los textos de la memoria, cómplices o complacientes, evocan: negación, silencio, autoalabanza, mitigación de la vergüenza, autojustificación, manipulaciones de todo tipo, pseudoconfesiones, encubrimientos y demás.
En
cada caso, pienso en los actos de decir la verdad de esos sujetos con la mirada
puesta en la ética, considerando cómo pueden ser leídos en relación a conceptos
tales como la aprobación o la desaprobación, la vulnerabilidad o la
invulnerabilidad y la responsabilidad.
El lanzamiento del libro Obediencia Civil de Michael J. Lazzara será en “La Primavera del libro” este 9 de octubre a las 18 horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario