Esta
publicación es resultado de una minuciosa investigación, liderada
por Augusto Góngora, en la que participaron Eugenio Ahumada,
Javier Egaña, Carmen Quesney, Gustavo Saball y Gustavo Villalobos.
"Augusto
había reunido un grupo de trabajo, todas personas que estaban, o habían estado,
vinculadas al Comité Pro Paz y a la Vicaría de la Solidaridad y llevaban un
tiempo reuniendo y organizando información sobre los casos más
significativos de violaciones a los derechos humanos.
Sin
embargo, no habían resuelto cómo presentar esa información en una
narración", recuerda Atria de la época en que se inició el proyecto.
"Yo
volví a Chile, desde el exilio, a mediados de 1982 y él fue uno de los primeros
amigos que me recibió en su casa apenas regresé (...) Me presentó al grupo en
una reunión y yo expuse lo que me parecía era la mejor fórmula narrativa para
darle cuerpo a un libro.
A
partir de ese momento, empecé a escribir el texto que, bastante tiempo después,
pasaría a llamarse Chile: la memoria prohibida", detalla el
periodista.
Las
indagaciones realizadas para el libro, precedieron a la Comisión Rettig, la Mesa
de Diálogo o la Comisión Valech, y sirvieron para establecer con hechos y
pruebas la realidad política y social chilena en su periodo más sombrío.
"No
obstante que trabajamos el libro en plena dictadura, con las dificultades
evidentes para verificar nuestros datos, no hubo entonces ningún
desmentido a la información que entregamos al público".
"Recuperada
la democracia, mucha de esa información ha pasado a constituirse en una
verdad demostrada o establecida, ya sea por las Comisiones de Verdad −como es
la existencia de detenidos desaparecidos− o por los propios Tribunales de
Justicia, −como por ejemplo el reciente dictamen de la Corte de Apelaciones de
Santiago en el caso del asesinato de Víctor Jara−", agrega el autor.
De
acuerdo con el periodista, "estas son verdades plenas que, por lo tanto,
no pueden ser objeto de negación. No constituyen materia opinable: son
simplemente verdad. Y la verdad, cuando es tal, no entra en el ámbito de
la opinión o de los juicios de valor".
Una
reedición imprescindible
En
su primera edición, esta obra se dividió en cinco tomos. Sin embargo, dos de
ellos se extraviaron y jamás lograron ver la luz. A cincuenta años del
golpe de Estado, Grupo Planeta ha vuelto a poner en circulación este
registro imprescindible de nuestra historia reciente.
“Entre
una edición y otra median más de treinta años. Esto significa que la
generación de jóvenes que está asumiendo las posiciones de trabajo y de
decisión, pública y privada, en Chile no conoció de primera mano lo que se
narra en sus páginas”, comenta Atria.
Sobre
el proceso de reedición y la posibilidad de reencontrarse con este texto, Atria
comenta:
"Mi
sentimiento dominante fue el estupor: cómo pudo ocurrir lo que ocurrió,
cómo pudieron unos chilenos hacerle lo que les hicieron a otros chilenos".
Para
el autor, "fue impactante constatar lo vigente que es el libro, porque
esto revela cuánto es lo que, como sociedad, nos falta por avanzar en la
conciencia colectiva del valor que tienen los derechos humanos y el
respeto hacia el otro; cuánto nos falta por asumir el rechazo no solo de
su relativización, sino también de la distorsión deliberada y la falsía, consciente
o inconsciente, de los actos que llevaron a su violación
sistemática".
Chile,
la memoria prohibida es un testimonio indeleble de las violaciones a los
derechos humanos ocurridas en el país. El relato contenido en estas
páginas informa respecto de los hechos y sus protagonistas, mientras nos
obliga a preguntarnos por el rumbo que ha tomado nuestra historia, y enriquece
la comprensión de nuestro pasado y presente.
Esta vez, Chile: la memoria prohibida se publicará completo en dos tomos. El primero de ellos, que abarca desde 1973 hasta 1975, ya está en librerías. En tanto, el segundo volumen, que relata lo ocurrido hasta 1983, saldrá a la venta en octubre.
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