Nada que decir es el deslumbrante
retrato psicológico de una mujer enfrentada a sus contradicciones y a la
vorágine de la vida moderna, una historia veraz y lacerante sobre la vivencia
del deseo y la pasión, sobre cómo se sobrepone a la crisis de los cuarenta, la
ansiedad por el éxito social, el desencanto del hogar, la atracción por lo
prohibido.
El número de manuscritos presentados a
esta convocatoria fue de 672 y el premio consta de una estatuilla de
bronce diseñada por Joaquín Camps y tiene una dotación económica de 18.000 euros.
En la novela, una mujer aguarda en el
interior de un coche a que su exmarido acuda a recoger a la hija de ambos, que
llora en el asiento de atrás. Mientras cae la lluvia y las figuras se
desdibujan iluminadas por los intermitentes, ella está pendiente de su móvil y
de una cita con un desconocido.
Como un animal desorientado y furioso, se
deja llevar por su deseo crudo, sin tapujos, en el que la maternidad, la
familia, el trabajo ocupan un lugar secundario.
Quiere huir de los espejismos de una falsa felicidad, pero se sitúa ante el abismo de una relación enfermiza, desquiciada, con un directivo de la empresa de su exmarido, un «hombre tumor».
Nada que decir confirma
a Silvia Hidalgo como nuestra Marguerite Duras: escenas turbadoras, emociones
inconfesables y una escritura tersa y brillante, que deja zarpazos. NADA QUE
DECIR se publicará en Chile en diciembre.
Silvia Hidalgo nació en 1978 en Sevilla, donde sigue viviendo y escribiendo. Ingeniera informática, madre, cinéfila y lectora, es también autora de las novelas Dejarse flequillo (Amor de madre, 2016) y Yo, mentira (Tránsito, 2021). Nada que decir es su tercera novela.
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