Por José Albucco, académico de la Universidad Católica
Silva Henríquez.
Comenzamos un nuevo fin de semana después de una larga diversidad de acontecimientos: éxodo masivo de habitantes urbanos hacia lugares de recreación, la realización de un Censo abreviado de hecho (a la vieja usanza) para superar el de 2012, y la muerte y resurrección de varios actores de la política e intelectualidad chilena, entre otros.
Este domingo el Patrimonio Intangible vuelve a
infundir un sentimiento de identidad, que se transmite de generación en
generación y es recreado constantemente por las comunidades: la Fiesta de
Cuasimodo.
La UNESCO afirma que el Patrimonio Intangible se
manifiesta particularmente en los siguientes ámbitos: tradiciones y expresiones
orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales y actos festivos,
conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, técnicas
artesanales tradicionales. En esta oportunidad nos interesa el rito y la
fiesta.
Desde el Valle Central de Chile emerge una procesión
después de largas semanas de preparación, donde se adornan los caballos, las
bicicletas y los carros con gran prolijidad, colores y sonidos dan vida a
Cuasimodo, “Quasi modo genito infantes”.
Cuasimodo es una colorida festividad de fe y
tradición, tuvo sus inicios a finales de la Colonia, es decir, primeros años
del siglo XIX. Comenzando la práctica de dar la Eucaristía a los enfermos y a
todo aquel que no pudiera asistir a la iglesia en la Pascua de Resurrección;
las inseguridades de la época significaron la generación de una compañía que
escoltara al sacerdote el domingo siguiente del Triduo Pascual, a los hogares
de aquellos que no pudieron celebrar el triunfo de la vida.
La Fiesta de Cuasimodo es una celebración
religiosa católica, realizada principalmente en distintas localidades
del valle central de Chile, la cual se realiza el primer domingo siguiente
a la Pascua de Resurrección.
Es en la actualidad una de las principales
celebraciones religiosas, la cual, según palabra de Juan Pablo
II durante su visita a Chile, en 1987 la declaró como
el "verdadero tesoro del pueblo de Dios".
La fiesta consiste tradicionalmente en una procesión a
caballo que escolta las formas eucarísticas, portadas por el sacerdote que es
transportado en una carreta engalanada para la ocasión, el propósito es llevar
la comunión a los enfermos y ancianos que no pudieron comulgar durante
el triudo pascual.
Los escoltas, llamados cuasimodistas, se organizan en cofradías y se atavían de manera especial destacando un pañuelo generalmente blanco (para cubrir sus cabellos en señal de respeto a Cristo sacramentado dado que en su presencia no se debe usar sombrero), además cubren sus ropajes de huaso, con una capa corta.
Es una fiesta de raíz campesina, aunque se ha adaptado
a la ciudad donde se realizan procesiones en bicicleta o incluso en vehículos
motorizados.
La Fiesta de Cuasimodo durante décadas se
desvalorizó por ser una fiesta “popular”. Si uno preguntara al interior de un
aula o a un grupo de ciudadanos al azar, pocos sabrían explicar cuál es el
sentido de la fiesta. Sin embargo, sobrevivió y hoy es parte de las notas
periodísticas dominicales.
El año 2003 la UNESCO, a través de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial, establece que el patrimonio cultural inmaterial se constituye como parte integrante del patrimonio cultural de una sociedad. Cuasimodo perduró y vive, para ser cada año parte de nuestro Patrimonio y nuestra memoria colectiva.
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