Entre
mayo y agosto de 1888, el siempre atribulado compositor ruso logró completar la
quinta de su catálogo y puso fin al declive que había experimentado su
creatividad en tiempos signados por el divorcio, la enfermedad y una honda
depresión.
A finales de ese mismo año, el propio Tchaikovsky se
puso frente a la orquesta para dirigir el estreno de la partitura, en el
fastuoso Teatro Mariinski de San Petersburgo.
Con
el paso del tiempo, la Sinfonía Nº 5 en mi menor, op. 64 se
transformó en una de sus creaciones fundamentales, una estatura que podrá
comprobarse en la tercera presentación de la temporada 2025 de la Orquesta
Usach.
Dirigida
por David del Pino Klinge, la agrupación la interpretará el miércoles
7 de mayo (19:30 horas), en el Teatro Aula Magna Usach, y las entradas
gratuitas se encuentran en la plataforma Portal Tickets.
“Hay
un grupo de sinfonías, especialmente del Romanticismo, que se ocupan de esta
temática que apareció tanto en el siglo XIX, que es el ser humano como
protagonista de una vida conflictiva y una lucha permanente.
La
Quinta Sinfonía de Ludwig va Beethoven (1770-1827) marcó este camino de
todas las demás: el ser humano se enfrenta al destino, que siempre es una
fuerza negativa, y triunfa sobre éste. Tchaikovsky se ocupó de esta
temática en sus últimas tres sinfonías”, contextualiza el director, aludiendo
también a otros autores, como Johannes Brahms (1833-1897) e
incluso Gustav Mahler (1860-1911).
Luego, David
del Pino Klinge ahonda en la Quinta de Tchaikovsky:
"El tema del destino se repite en los cuatro movimientos. El primero es
conflictivo, el segundo es un canto de puro romanticismo, con un toque de
desesperación, y el tercero baja la tensión, es un vals tranquilo y amable.
En
teoría, en el último movimiento triunfa el ser humano, pero aquí viene lo
original del compositor. Mientras las otras sinfonías del destino terminan con
melodías claramente luminosas y diáfanas, acá el leitmotiv reaparece
en el canto triunfal del final.
¿Por
qué? Hay muchas interpretaciones, pero la que yo abrazo es que falta otra
sinfonía: en la Sexta, el ser humano ya es definitivamente aplastado por
el destino y por su fuerza más importante, que es la muerte”.
Un debut en la
Usach
Los cuatro movimientos de
la Quinta sinfonía de Tchaikovsky se escucharán en la
segunda parte de un programa que comenzará con el Concierto para violín en
re mayor, op. 61, que Ludwig van Beethoven compuso a inicios del
mismo siglo XIX, en 1806.
El encargado de interpretarlo será Gustavo di Giannantonio, violinista que
tendrá su primera actuación junto a la Orquesta Usach.
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Gustavo di Giannantonio. (c) Ariel Trevissan |
Concertino de la Orquesta
Sinfónica Provincial de Rosario desde 2018, Di Giannantonio también ha actuado
con agrupaciones como la Orquesta Barroca del Suquía (Córdoba), la chilena
Orquesta Barroca Nuevo Mundo y los ensambles suizos Musica Fiorita y Gabetta
Consort (Suiza), entre otros.
Así como la sinfonía de Tchaikovsky,
el Concierto para violín tiene su propia leyenda: fue estrenado el
mismo año de su creación en Viena, en una acontecida jornada en la que el
violinista Franz Clement tuvo que enfrentar una partitura que Beethoven acabó
a última hora, así que apenas alcanzó a mirarla.
Tuvieron que pasar casi cuatro décadas para que la pieza adquiriera su actual notoriedad: siendo adolescente, el virtuoso Joseph Joachim la tocó en Londres, bajo la dirección de Felix Mendelssohn (1809-1847) y le otorgó una nueva vida.
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