Dirigida por Nicolás Espinoza (ex Colectivo Zoológico) y escrita por Juan Pablo
Troncoso, el montaje sigue a un grupo de rescatistas andinos que se organiza
ante una inminente erupción volcánica.
En medio del caos, la
desaparición de dos personas cerca del cráter deja una sola pista: una mochila.
Ese objeto se transforma en una cápsula del tiempo, con historias que revelan
el vínculo profundo y a veces trágico entre comunidades humanas y estas montañas,
desde catástrofes y dependencia económica hasta mitos y antiguos sacrificios.
“La obra transita por estas cámaras magmáticas, fundiendo materiales,
construyendo un relato volcánico de ciencia ficción, que trae a escena el
movimiento y la performatividad de lo no vivo. Relaciones ásperas, que fluyen y
emergen como el magma. Comunidades que viven y mueren en torno al volcán”,
señala su director, Nicolás Espinoza.
Esta es la segunda obra de Plataforma Telúrica (luego de “En toda alma hay una
marca oscura"), el nuevo proyecto creativo de Espinoza junto a Troncoso
que busca indagar en los fenómenos naturales y reflexionar sobre la relación
entre seres humanos y el medio ambiente en el contexto actual de la crisis
climática.
“Tomamos los volcanes por la perspectiva histórica que tienen, las distintas
capas que los constituyen, que se van acumulando en el tiempo, y cada una de
esas capas también representa un tiempo determinado de la historia, las que
fueron mezclándose en esta obra”, explica Espinoza.
En escena, Verónica Medel y Juan Pablo Peragallo interpretan distintos roles,
en un juego actoral que se articula en torno a esta misteriosa mochila que
parece ser una llave a través del tiempo, junto a diversos elementos que
simulan explosiones, vibraciones y rocas voladoras.
Una obra con un lenguaje
escénico contemporáneo centrado en la composición e interacción de narraciones,
diálogos, cuerpos, visualidad, diseño multimedia, sonido y música en
vivo.
El trabajo de investigación se acotó a relatos históricos asociados a seis
erupciones volcánicas: Rucapillán, Licancabur, Lullaillacu, Laki, Chaitén y
Nevados de Ruiz. Además, en el proceso creativo convergieron las artes
escénicas con las ciencias, ya que el montaje contó con la asesoría del Centro
de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN),
asociado a la Universidad Católica de Chile y el patrocinio del Museo Nacional
de Historia Natural.
Manuel Tironi, investigador de CIGIDEN y experto en la vulcanología ancestral,
comenta: “Que la obra lo reflexione de manera escénica, es sumamente potente
para expandir la vulcanología más allá de sus límites técnicos”.
Y agrega: “La obra no entrega respuestas cerradas; abre preguntas que ni la ciencia ni el arte podrían formular por separado”, agrega.
“Propone mirar el mundo desde otro lugar, donde las comunidades interactúen de otra forma con el territorio, con los animales, con la naturaleza, con la temporalidad.
La invitación es a que la gente vuelva a mirar estas montañas
-que han estado ahí mucho antes que nosotros- de otra manera, que vuelva al
volcán”, concluye el director.
Las funciones serán del 4 al 25 Mayo de jueves a sábado a las 20 horas y el domingo a las 18 horas. Más info en gam.cl.
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