La última década del siglo XIX y las dos
primeras del XX fueron un período de esplendor para la clase dirigente en
Chile.
Un Estado que había quedado bajo su
completo control tras la Guerra Civil de 1891 más la riqueza que proporcionaba
el salitre y el desarrollo comercial y financiero así, como una política de
alianzas matrimoniales por las que se desarrollaron complejas redes sociales
influyeron a realzar el prestigio y el poder de una élite sobre la gran mayoría
de la población del país.
En la Belle Époque se veneraba la
belleza y el lujo, pero además tuvieron especial importancia
diferentes corrientes artísticas como el realismo, y novedosas teorías
psicológicas como el psicoanálisis y el positivismo entre otras.
La clausura del mundo aristocrático en
relación a las grandes mayorías excluidas del poder político y económico
contrasta con el refinamiento con el que se manejaban las relaciones sociales
al interior de ella.
Uno de ellos fue la naciente ciudad de
Viña del Mar.
Su nombre viene de la época en que los
primeros españoles que llegaron a la zona del valle de Peuco, donde
desemboca el estero Marga Marga, se repartieron el territorio en dos
grandes haciendas y al norte del estero, se encontraba la Viña de la
Mar, cuyo nombre se debió a que uno de sus primeros dueños plantó
un viñedo, que se mantuvo en el lugar hasta que fue arrasado por un
temporal en el año 1827
Luego del terremoto de 1906, una gran
cantidad de familias de clase alta del puerto se trasladaron a Viña aumentando
su población, edificando mansiones para su uso residencial, como
el castillo Wulff y el palacio Rioja, que se convirtieron en símbolos
comunales.
En 1859, la nieta de Francisco
Alvares y de Dolores Pérez, Mercedes Alvares, contrajo matrimonio con el
ingeniero y político José Francisco Vergara, dando inicio a una familia que
convertiría la ciudad, en el lugar donde las haciendas viñamarinas eran el
lugar elegido por la clase alta chilena, importantes empresarios extranjeros y
políticos locales e internacionales se daban cita en bullados eventos sociales.
Pero quien iba a poner a la ciudad en la
primera página de los medios nacionales e internacionales sería su nieta Blanca
Elena Errázuriz Vergara
Nació en Viña del Mar el 9 de abril de
1894 y falleció en la misma ciudad el 20 de marzo de 1940. También, fue
conocida como Bianca de Saulles por haberse casado con el empresario
estadounidense John de Saulles.
Una boda, un nacimiento, un momento
romántico, una escapada, un asesinato, un juicio y un fallo, fueron las
instantáneas que inundaron las imágenes publicadas en los medios de
comunicación que les permitieron a las masas, dar un vistazo a la vida más
privada de Blanca Elena y su familia, que de otro modo habría permanecido
oculto a los ojos de la gente normal.
Una noche de 1919, en el cine Olimpo de
Valparaíso se exhibía la película La mujer y la Ley, La cinta muda y en
blanco y negro, dirigida por Raoul Walsh y protagonizada
por Miriam Connors, Jack Cooper y Peggy Hopkins Joyce,
narraba la historia de una mujer que el 4 de agosto de 1917, una mujer asesinó
de cinco balazos a su ex marido.
Aunque los lugares y los nombres de los
protagonistas fueron cambiado, todos los espectadores sabían muy bien de que se
trataba.
Hija de Guillermo Errázuriz y de Blanca
Vergara, nieta de don José Francisco Vergara, ministro de Guerra y héroe de la
Guerra del Pacífico, llamaba la atención en los salones de la aristocracia viñamarina
por su belleza y encanto.
Hermosa, rica y concertista en piano, tuvo una extensa lista de pretendientes; sin embargo, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, se casó con un millonario norteamericano, cuyos negocios incluían el tráfico de caballos de guerra.
Su marido, un apuesto caballero bastante mayor que ella, era un alcohólico empedernido que la llevó a la desesperación, que tuvo como desenlace un escandaloso y sangriento asesinato: un caso tristemente célebre en los anales de la policía estadounidense que, entre otros importantes periódicos, ocupó las principales páginas de “The New York Times”.
El hecho, publicado el 6 de agosto de 1917, estremeció a la opinión pública y afectó de manera especial a muchos viñamarinos.
A los habitantes de Viña del Mar, les parecía increíble que la mujer más distinguida de la ciudad, cuya belleza encandiló al propio Rodolfo Valentino, fuera parte de una trama tan penosa. Sin embargo, era cierto.
Hermosa, rica y concertista en piano, tuvo una extensa lista de pretendientes; sin embargo, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, se casó con un millonario norteamericano, cuyos negocios incluían el tráfico de caballos de guerra.
Su marido, un apuesto caballero bastante mayor que ella, era un alcohólico empedernido que la llevó a la desesperación, que tuvo como desenlace un escandaloso y sangriento asesinato: un caso tristemente célebre en los anales de la policía estadounidense que, entre otros importantes periódicos, ocupó las principales páginas de “The New York Times”.
El hecho, publicado el 6 de agosto de 1917, estremeció a la opinión pública y afectó de manera especial a muchos viñamarinos.
A los habitantes de Viña del Mar, les parecía increíble que la mujer más distinguida de la ciudad, cuya belleza encandiló al propio Rodolfo Valentino, fuera parte de una trama tan penosa. Sin embargo, era cierto.
El libro, “Blanca Elena. Memoria
indiscreta de la Quinta Vergara'', escrito por
Luz Larraín y publicada por
Editorial Catalonia, recoge de manera exhaustiva la investigación que se llevó
a cabo a raíz del juicio en Estados Unidos
Tanto el asesinato como el juicio , causó una conmoción social en la opinión pública a pesar, que en esos momentos, la Primera Guerra Mundial estaba en su apogeo y Estados Unidos recién se había incorporado a ella. Numerosos periodistas de Estados Unidos y de otros países, siguieron día a día el juicio manteniendo a la opinión pública, informada de cada paso del proceso que hizo, que nadie quedara indiferente.
Tanto el asesinato como el juicio , causó una conmoción social en la opinión pública a pesar, que en esos momentos, la Primera Guerra Mundial estaba en su apogeo y Estados Unidos recién se había incorporado a ella. Numerosos periodistas de Estados Unidos y de otros países, siguieron día a día el juicio manteniendo a la opinión pública, informada de cada paso del proceso que hizo, que nadie quedara indiferente.
Luz Larraín realiza un relato que, al
estar basados en un hecho real e investigado exhaustivamente por la autora,
muestra claramente el término de una época en la cual, la aristocracia pierde
su vida privada y ve como caen paradigmas.
Al mismo tiempo, los medios de
comunicación, crearon una realidad, imponiéndole a la sociedad la idea de la
inocencia de Blanca Elena conformando una realidad ajena a la Guerra, que se
desarrollaba en esos momentos al otro lado del océano, extendiendo la
sensibilidad hacia una mujer extranjera que estaba presa por luchar por la
custodia de su hijo.
Este crimen, es la imagen de un fin de
época, ocasión que le permitió a Blanca Elena y a la aristocracia brillar una
vez más, antes de que caiga el telón.
Ya en 1917 se comienzan a sentir con
fuerza los cambio que trajo el progreso, el trabajo femenino reemplazando a los
hombres que estaban en la guerra, el movimiento sufragista que años más tarde,
conseguiría el voto femenino y una aristocracia, que ya empieza a sentir que la
forma de vida que había llevado hasta ese momento, no podía mantenerse por
mucho tiempo más.
Blanca Errázuriz le dio cinco tiros a su
marido y se entregó, sin oponer resistencia al arresto. Fue internada en la
cárcel de Mineola, acusada de asesinato en primer grado.
En Estados Unidos, el fallo a su favor,
por el hecho de ser extranjera, no por su condición socio-económica, que muchos
desconocían fue interpretado como un quiebre en la capacidad de los grupos de
poder de manejar la vida de las personas como fuera conveniente. En cambio, en Chile, quedó la sensación de
que los dueños del dinero podían comprar la justicia en su país o cualquier
parte del mundo.
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