En nuestro país la Navidad coincide con los días más cálidos del año, cargados de sol, flores y frutos. Habitualmente se celebraba en familia, en torno a un pesebre en el que, además de la Virgen, San José y su hijo Jesús, figuraban Reyes Magos, ángeles, pastores, animales y personajes populares.
Como Universidad de los Andes queremos contribuir a
recuperar el sentido de la Navidad, contemplando de nuevo esta fiesta desde la
mirada del arte y las tradiciones chilenas.
Para ello te invitamos a recorrer la colección
de fanales del Museo de Artes de la
Universidad de Los Andes y así, conocer cómo se veneraba en Chile al Niño Dios,
rodeándolo de elementos de la naturaleza y la vida cotidiana.
Los fanales y las celebraciones de Navidad
Un fanal devocional es un objeto que combina una escultura religiosa, generalmente del Niño Dios, con elementos de artes decorativos ubicados dentro de una cúpula de vidrio.
De éstos, dos contienen la Sagrada Familia y los otros
una figura del Niño Dios en distintas posiciones, de los cuales 14 presentan
una guirnalda que enmarca su figura. Estos festones de flores, frutos y
pequeños insectos, también se pueden observar en pinturas coloniales que
representan a la Virgen María junto a su hijo.
La representación del festón floral se puede rastrear
desde el arco del triunfo pagano hasta su significación religiosa basada en la
doctrina y alegorías cristianas.
El fanal llegó a América a fines del siglo XVIII, inicialmente a los conventos, pero poco después se volvió un objeto común en espacios privados como casas y oratorios.
La época de Navidad era el momento
propicio para acomodar, adaptar y cambiar las decoraciones de su interior,
mientras se cantaba una novena. En este sentido, el fanal con la escultura del
Niño recostado era también una forma de representar un Belén.
Desde un punto de vista espiritual, el fanal separa lo
que se encuentra en su interior, el mundo simbólico, del afuera, y con esto,
del mundo real.
Esta disposición ayudaba a establecer intimidad y contemplación con la imagen del Niño Dios, exaltando su humanidad, gracias también a la escultura tallada y policromada naturalistamente. Su piel blanca era reflejo de su luminosidad interior, que irradia hacia fuera, así como de su humildad y pureza.
En tanto, los ornamentos florales ubicados desde la
base a la parte superior están compuestos por un elemento soportante sobre el
cual se distribuyen flores y frutos confeccionados en tela, junto a hojas
secas, semillas, azahares de cera, musgos, pequeñas espigas de trigo natural,
plumas, perlas y abalorios, por mencionar algunos.
* Este texto es un extracto del artículo DE GUIRNALDAS Y ADORNOS. ALGUNAS RELACIONES ICONOGRÁFICAS Y ALEGÓRICAS ENTRE FANALES DEL NIÑO DIOS Y PINTURAS VIRREINALES SURANDINAS, de las investigadoras de la Universidad de los Andes profesoras Julieta Ogaz y Marisol Richter, que será publicado en el libro Historia y Cultura Visual en Iberoamérica, coordinado por Dra.© Ester Prieto Ustio, Editorial Ariadna, España
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