Así comienza su relato Edgar
Torrealba, protagonista de “Alcobas licenciosas”, libro publicado por Edición
Digital, quien, a través de la narración de su vida en la casa de las hermanas
de su padre, con la historia de Chile como marco sutil, nos va contando como
fue su despertar sexual en manos de la empleada de la casa.
Según el autor, Walter Garib, “la
iniciación sexual siempre ha sido tema tabú, aunque ahora se percibe un cambio
cultural. Nuestra generación vivía amedrentada por el sexo y no se hablaba de
él.
Todo se aprendía en
conversaciones con amigos o se leía en novelas eróticas: Henry Müller, Marqués
de Sade, las Mil y una noches, El Decamerón y las eternas basuras que se
publicaban con fines abyectos. Nuestra generación frecuentaba los burdeles para
iniciarse en su sexualidad. El sexo es parte fundamental de la formación de
nuestra identidad cultural y hablar de él es como referirse al amor, al placer,
a la pasión, o a cualquiera actividad vinculada al ser humano.
La novela fue escrita en 1995
y al autor, le tomó años de trabajo revisándola exhaustivamente, “pues me
animaba a crear no un modelo de erotismo, porque no soy profesor en la materia,
sino a expresar cómo se debe entender la relación de pareja en su
intimidad.
No la publicaba, porque
siempre creía que podía ser mejorada. Ha sido la novela que más trabajo me ha
significado por su temática. Los originales se los hacía leer de preferencia a
mis colegas escritoras, pues ellas me iban a señalar el verdadero sentido de mi
propuesta ya que la visión femenina me importa demasiado.
Treinta o cuarenta años atrás,
en la televisión se censuraban escenas relacionadas con el sexo incluso con el
beso; en la radio no se podían imaginar programas que trataran el tema y mucho
menos libros, afiches, carteles que trataran o insinuaran el tema públicamente
y el tema se relacionaba con personas impuras, obscenas e incluso perturbadas
mentalmente.
En la actualidad, es fácil
comprobar que existe una mayor desinhibición o como algunos lo llamarían un
mayor destape. Sin embargo y coexistiendo con ese destape, todavía en Chile el
sexo está rodeado de un aura de misterio y en todos los estratos socioeconómicos
de esta población hay mitos, prejuicios y falta de información ya que mucha
información, a veces desinforma.
A partir de los años noventa,
tanto la televisión como la aparición de Internet han logrado traer aires de
cambio. Por un lado, las telenovelas trataron seriamente, temas como la
homosexualidad, el machismo, la infidelidad sin caer en lo burlesco o lo humorístico.
También incluyeron la transformación de los roles del hombre y, especialmente,
el de la mujer en la sociedad mostrando el tránsito de un rol centrado en la
maternidad y el trabajo doméstico hacia un mundo público y de trabajo. Además,
incluyeron en sus tramas como protagonistas a diferentes identidades sociales,
grupos antes considerados solo para la caricatura o bien estigmatizados
socialmente.
La literatura no ha quedado
ajena a este fenómeno. Artículos sobre el tema señalan que “sin embargo, aunque
las historias de sexo, dominación y sadomasoquismo han invadido las librerías,
no es menos cierto que la literatura erótica hace mucho tiempo que existe en el
mercado literario.
Y si bien este furor erótico
ha captado tanto a hombres como mujeres, es a estas últimas a las que ha
logrado atrapar, pues las lectoras femeninas se muestran cada vez más
interesadas por la narración romántica, pero detallada del contacto amoroso que
va desde el porno soft (porno suave) hasta la perversión sexual”.
Para Esteban Ferrada Hurtado,
Psicólogo Clínico “la sexualidad es una de las dimensiones del ser
humano que más atención ha atraído a lo largo de la historia, tanto en la
esfera privada como en la vida pública.
Las discusiones sobre la
libertad sexual, la moralidad asociada al ejercicio de ella y los mitos y
realidades de la misma, son tópicos recurrentes en el diálogo social, y por
supuesto, presente en las manifestaciones del arte y el humanismo, en particular
en la literatura.
El erotismo en la literatura
siempre ha estado presente de diversas formas; sutil y decorosa en la
literatura romántica clásica, a modo de perversión e irreverencia en la pluma
del Marqués de Sade, y como impulsora y tronco vertebral del psicoanálisis de
Freud.
En la actualidad, el destape,
en relación a la sexualidad, ha permitido la masificación de la literatura
erótica la cual incorpora cada vez más el punto de vista femenino, como una
forma de validación de la sexualidad femenina en libros escritos por mujeres y
para mujeres, en donde el erotismo se logra diferenciar de la pornografía al
incorporar reflexiones íntimas y más profundas sobre la propia vivencia de la
sexualidad, cuya tendencia es alejarse cada vez más del tabú”.
Walter Garib considera que
“desde hace infinidad de años se ha escrito sobre erotismo, por no decir
siglos. En La Biblia lo hay, como en los libros sagrados de numerosas
religiones. Si examinamos la historia de cualquier pueblo, vemos cómo el
erotismo, ha permeado las costumbre. En algunas de ellas se ha convertido en el
centro de la vida.
Y en cuanto a la literatura,
hoy se escribe sobre erotismo con infinita liberalidad, pero atención: la
mayoría de las novelas lo exponen sin una visión de vida, desprovista de amor,
casi mecánica y ello las convierte en mala literatura”.
En Alcobas licenciosas se
muestra cómo al amparo de la tradición y las relaciones asimétricas entre
patrones y clases trabajadoras, se ha practicado el abuso sexual a través de
prácticas toleradas y arraigadas en la sociedad latinoamericana.
Las mujeres encargadas del
servicio doméstico en casas de familias particulares, han estado presente
desde los tiempos de la Colonia en toda Latinoamérica y dado que las familias
eran numerosas, el servicio doméstico tenía mucha demanda y representaba un
símbolo de estatus y prestigio ante las demás familias.
La distancia que existía entre
la familia y estas mujeres, pasaba por como se les nombraba:
criadas, sirvientas, caseras, coimas, mucamas, guisas. Y
hace muy poco tiempo, se les ha denominado empleadas, reconociendo de esa
manera la formalidad de su trabajo.
El trabajo doméstico, al ser
realizado en un espacio privado (el hogar), se inserta en un entramado cargado
de valores sobre el rol de la mujer y de la familia en la reproducción de la
sociedad; cruzado por discursos sobre la crianza de los niños, tradiciones y
recetas, discursos sobre paternidad; y enmarcado en una historia de esclavitud,
servidumbre y división étnico-racial del trabajo.
En la época colonial, este
trabajo fue realizado por mujeres indígenas, migrantes del área rural y en el
caso de ser parte de familias de inquilinos, las jóvenes podían ser enviadas o
incluso “vendidas” a la casa patronal para realizar trabajos a cambio de
comida, vestido y alguna educación.
La falta de perspectivas para
las mujeres en el campo, donde la mano de obra masculina era la preferida, hizo
que la mayoría se ocupara en el servicio doméstico, que en un horario sin fin,
le correspondía una serie de tareas que iban desde el cuidado de los niños, la
limpieza, la comida hasta el servicio sexual al señor de la casa y la
iniciación de los hijos mayores ocurriendo, en muchas ocasiones, con la
complicidad de la dueña de casa.
El libro, que está en formato
impreso en papel y digital, será presentado tanto en Santiago como en
Valparaíso. EN santiago, será el 04 de junio de 2015 en el Café Literario del
parque Balmaceda a las 19:30 horas. Posteriormente, se presentará en la biblioteca
Santiago Severín el jueves 18 de junio a las 19:30 horas.
Walter Garib
Chomali (Requínoa, 16 de marzo de 1933) es un escritor y
periodista chileno. Nacido en el seno de una familia de descendientes
de palestinos ha publicado alrededor de catorce novelas y varios cuentos.
Fue galardonado en 1989 con el Premio Municipal de Santiago en la categoría
novela.
Walter Garib cursó su temprana
educación en Requínoa y en San Fernando. Desde pequeño escuchó las
prodigiosas narraciones de sus abuelos, sacadas de “Las mil y una noches” y de
la rica tradición oral. Sus cuatro abuelos habían abandonado Palestina hacia
1910, debido a la dominación turca.
Además, como muchos,
presagiaban el inicio de una devastadora guerra. Sus abuelos paternos, al
llegar a América, se instalaron en Argentina, para enseguida pasar a Chile. En
1944, al trasladarse a Santiago, finalizó su enseñanza media en el Internado
Nacional Barros Arana
Su vocación siempre ha estado
en narrar y contar historias, pues ha sido la manera de de continuar la
tradición familiar, representada por sus abuelos, y sobre todo de su padre, que
era dueño una biblioteca muy surtida, en la cual el futuro escritor tuvo acceso
a lo mejor de la literatura universal.
De su madre, el escritor
heredó el gusto por la música y a apreciar sus actividades artesanales. Ella, a
menudo lo estimulaba a hacer poesía y a dibujar, aunque el futuro escritor se
inclinaba más por la prosa. En 1966 casó con Lenka Chelén, estudiante de
pedagogía, quien al cabo de los años hizo teatro y televisión. Hoy se dedica a
pintar arte primitivo o ingenuo, y tiene a su haber varias exposiciones
internacionales.
A partir de 1965, Garib empezó a escribir novelas y una de éstas ganó en 1972
el Premio Nicomedes Guzmán de la Sociedad de Escritores de Chile. Estimulado
por este hecho, continúo escribiendo y así pudo obtener nuevos premios
nacionales e internacionales y publicar en México, España y Chile. Hoy, son
alrededor de 15 los libros editados, en su mayoría novelas. Su obra ha sido
traducida al inglés, francés y al italiano.
Desde 1972 hasta el 1973 tuvo una columna de misceláneas en el diario La
Nación. Regresó al periodismo en 1996, para colaborar en el diario La Época,
hasta cuando éste cerró a mediados de 1998. A partir de esa fecha, escribe en
la página editorial del diario La Nación, todos los jueves, una columna
satírica. Además, desde 1997 colabora en la revista “Punto Final”.
Fue director de la Sociedad de Escritores en 3 períodos, a cuya organización
está vinculado a partir de 1967, cuando se hizo socio.