La trama del libro, que se enmarca dentro del género policial, lleva
al lector a la ciudad de Santiago de fines del 2006, cuando la tipificación del
femicidio en Chile aún no existía.
En esos momentos, la detective de la Brigada de
homicidios Amparo Leiva, en un momento cúlmine de su carrera como funcionaria
policial, le toca enfrentar la investigación del asesinato de una mujer a manos
de su amante.
Será ese un lugar del crimen que abrirá viejas puertas
de su pasado y traerá un antiguo caso que marcó sus comienzos como detective.
Ad portas de una importante destinación a Iquique y
envuelta en un sumario administrativo; admirada por sus procedimientos
policiales y al mismo tiempo cuestionada por sus pares, Leiva se verá enredada
en una trama amenazante de la que solo sus recuerdos lograrán sacarla a la luz.
En la presentación del libro, la escritora Alia
Trabucco Zerán, comentó que “estructurada en una serie de capítulos breves de
prosa pausada, precisa, Camino cerrado nos conduce por una ruta
sinuosa y oscura hacia una investigación dentro de otra investigación, un
crimen dentro de otro crimen.
Una estructura espiral, hipnótica, que nos lleva a la
Brigada de Homicidios de Santiago y a adentrarnos en la subjetividad de la
detective Leiva y su perturbadora relación con los crímenes que
investiga.
Qué lleva a que la mejor detective de la brigada de
homicidios, Amparo Leiva, llamada Leiva, a secas, ¿sea objeto de un sumario?
La respuesta, y prometo que este será el único spoiler
de mi presentación, dice relación con la siguiente frase de la escritora
rumano-alemana Herta Müller: “la recolección es nuestra forma de duelo”. ¿Y qué
puede recolectar una detective? ¿Qué objetos? ¿Qué recuerdos? ¿Y cuál es la
pérdida, el duelo, que la conduce a esa extraña compulsión?”.
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