Poco tiempo atrás, Francisco Mouat junto a
Lolita Editores presentó el libro “Las siete vidas del Gato Gamboa” que en una
conversación con Alberto Gamboa, nos da la oportunidad de reflexionar sobre
política, la prensa y la convivencia social en el tiempo previo al Golpe de
Estado de 1973.
Gamboa comenzó como reportero en el diario
Última Hora, luego trabajó en la
Gaceta para terminar dirigiendo el Clarín hasta septiembre de
1973. Tuvo como compañeros de trabajo a Manuel Cabieses,
José Gómez López, Eugenio Lira Massi y Hernán Millas (Agapito).
Son memorables sus titulares de
primera plana, como por ejemplo aquel que anunciaba el triunfo en una elección
municipal, que se recuerda hasta el día de hoy: “les volamos la ra…j…; los
aciertos fotográficos picarescos, como fotografiar las piernas a la reina
Isabel II durante su visita a Chile; el consultorio sentimental, Lolita o Jean
de Fremisse que a pesar del tiempo siguen haciendo reír.
ivir un momento en la
historia de Chile en que se aspiraba a cambiar al mundo, en que lo único
prohibido era prohibir y que frente a todas las restricciones sociales,
jurídicas y políticas de la sociedad chilena, el trabajó con la más absoluta libertad
jugando e incomodando al poder sobre todo, molestando.
En ese sentido, tiene razón Permalink en su blog, Filosofando “el humor derriba los ídolos, recupera los espacios
prohibidos, destruye y construye. Sin embargo, el gran
peligro para el humor, para esa misión subversiva a que está destinado, radica
precisamente en su lucidez, en su carácter disuasivo. Por lo demás, admito que
el humor pueda ser considerado un agitador incómodo, ya que de suyo resulta
indomable.”
Como director del Clarín estuvo
más de veinte veces preso por querellas en contra del diario. Luego, vino la
prisión política en el Estadio Nacional y en Chacabuco donde no pudo alejarse
de su vocación y junto a Ibar Aybar, Manuel Cabieses, Guillermo Torres, Rolando
Carrasco y otros amigos, hicieron un diario mural que ayudo a quienes estaban
en Chacabuco en donde, además, se convirtió en el escribiente oficial de las
cartas que sus compañeros de presidio le escribían a sus mujeres.
Solo Alberto Gamboa sabe lo que sufrió el Gato
Gamboa estando preso y luego regresando a una realidad totalmente distinta a la
que dejo.
A pesar de ello, la lectura de la conversación
que sostiene con Mouat, se va metiendo en las venas y en las rendijas del alma
al leer la mirada clara, la risa natural y la dignidad de quienes a pesar de
haber sufrido mucho, salen adelante dejando la amargura a un lado.
El Gato Gamboa nos entrega una
lección de vida, donde nos enseña que por muy negra la noche y fregadas sean
las circunstancias que nos toquen vivir, estas pasarán. Como expresara José
Saramago: “la victoria y la derrota tienen algo en común, ambas son
provisionales, no son eternas”.
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