El
arriero de la región de O’Higgins guía a su ganado hacia las zonas
cordilleranas para aprovechar los recursos que dispone la zona para la
alimentación de sus animales, sin embargo, la crisis climática ha modificado
los recursos y hace cada día más difícil la obtención de forraje para concretar
esta práctica atávica.
Por
esta razón, la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) y el Gobierno
Regional de O'Higgins han trabajado durante 30 meses en un proyecto para
preservar la identidad cultural de los arrieros, quienes enfrentan dificultades
no solo por el cambio climático sino también por la indiferencia que rodea su
oficio.
La
académica de la UTEM y líder del proyecto, Marfilda Sandoval Hormazábal,
explicó que los arrieros son parte del patrimonio de Chile, pero sobre todo de
la región de O’Higgins.
Sandoval
detalló que armaron una Mesa de Arrieros en la región, integrada por
representantes de 7 comunas, arrieros y miembros de la UTEM, en la que
identificaron los problemas con los que deben lidiar estos crianceros en la
actualidad.
“El
proyecto consideró el ámbito económico, para ver cómo ellos diversifican la
matriz productiva de lo que están haciendo y no solo logren la venta de sus
animales, sino generar un valor agregado a través de la actividad turística.
Los arrieros son un patrimonio tangible e intangible. Si bien hay en otras
regiones, en O’Higgins existe una marcada tradición hacia el campo, la
ruralidad y, por esta razón, quisimos relevarlo.
Este proyecto es replicable y escalable a
otras regiones”.
Las
siete comunas de la región de O’Higgins que participaron son: Mostazal,
Codegua, Requínoa, Machalí, Rengo, Malloa y San Fernando.
Arrieros sin forraje por el cambio climático
El
cambio climático, marcado por una megasequía de más de 14 años, ha dejado a los
arrieros de O'Higgins sin forraje para sus animales. Para abordar este
problema, el proyecto ha implementado innovadoras soluciones, como forraje
verde hidropónico, que optimiza el uso del agua y asegura el suministro de
alimento durante todo el año.
Para
paliar este nuevo escenario, dispusieron en cada una de las comunas
participantes forraje verde hidropónico: módulos que permiten optimizar el uso
del agua y contar con forraje durante todo el año.
Este
sistema montado permite la producción intensiva de forraje fresco para animales
de engorda y consiste en la germinación de granos en plataformas en altura para
que crezca bajo condiciones ambientales controladas de luz, humedad y
temperatura en ausencia del suelo.
“El
objetivo es que sea un punto experimental para que ellos vayan estudiando los
resultados y eso se pueda replicar después para otros arrieros que quieran
hacerlo. La idea es que ellos después puedan acceder también a líneas de
financiamiento que les permitan poder tener también sus propios módulos de
forraje”, detalló Sandoval.
Además
de proporcionar soluciones prácticas, el proyecto equipó a los arrieros con
kits especializados y ha mejorado sus experiencias en la cordillera mediante la
implementación de glampings, todo en consideración de su adaptación al cambio
climático.
Gracias
a la iniciativa también se identificaron los
lugares que utilizan los arrieros que tienen un alto valor paisajístico, pero
que se encuentran degradados por efectos del cambio climático y por el sobre
uso en la ganadería de montaña, entre ellos, vegas y bofedales degradados; pérdida
de bosques; disminución de la biodiversidad presente en el territorio, y
definición de actividades a realizar para la restauración.
Sobre
el proyecto, el Gobernador Regional Pablo Silva Amaya destacó su ejecución,
señalando que “se enmarca dentro de dos líneas de trabajo fundamentales para
nosotros como Gobierno Regional y que venimos trabajando muy fuerte, que es
rescatar y fortalecer una tradición tan fundamental como la del arriero, y
segundo todo lo que esto significa en términos de Turismo.
Somos
una región que tiene una diversidad de paisajes y tradiciones, de mar a
cordillera, con un vecino como la región Metropolitana en que tenemos a siete
millones de potenciales visitantes, entonces esto es un muy buen ejemplo de
cómo preservar el turismo rural y reafirma nuestro compromiso como Gobierno
Regional de tener al Turismo como pilar estratégico de nuestra gestión”, indicó
la máxima autoridad regional.
Toda una vida como arriera
Uberlinda
Silva es una arriera de Cachayes, una localidad cordillerana de Machalí. Tiene
45 años y toda su vida ha trabajado en este oficio heredado de su abuelo
materno y luego por su padre. “Me críe entre las patas de las ovejas y las
cabras”.
“Un día de trabajo es levantarse a las 5 de la mañana para tomar un buen desayuno y salir a las 6:30 de la mañana a corretear el ganado.
Significan
cinco días en la cordillera lejos de la familia, lejos de todo. Llevamos unas
60 cabezas de animales, que pueden ser vacas o caballos, para ver qué es lo que
el invierno nos dejó para seguir sobreviviendo la primavera que sigue. Son
cinco días montados en el lomo de un caballo, durmiendo en la intemperie con
pancito añejo. Para la persona que quiere vivir una experiencia es bonita, pero
hay que tener coraje, el día de arriero nunca termina”.
Silva
explicó que cada día es más difícil encontrar animales para el ganado. Por esta
razón es una de las beneficiadas con un forraje verde hidropónico en su casa,
compuesto con 30 bandejas en las que alimenta a ovejas, gallinas, gansos y su
caballo monturero, que le permitirá combatir las temporadas con menos alimento
silvestre.
A
través del proyecto de la UTEM también lograron constituir una agrupación de
desarrollo de arrieros en Chacayes compuesto por 16 arrieros hombres y mujeres.
“Para que estas tradiciones no se vayan muriendo, no mueran con nosotros e
incentivar a todos los niños más chicos a que sigan el legado de nosotros los
arrieros más viejos”, dijo Silva.
Potenciar el turismo para evitar extinción del arriero
El
proyecto no solo busca paliar las dificultades actuales de los arrieros, sino
también preservar su tradición cultural. La creación de una agrupación de
desarrollo de arrieros en Chacayes y la promoción del turismo son estrategias
clave para evitar la extinción de este oficio poco rentable pero rico en
patrimonio.
Potenciando
el turismo como estrategia clave, este esfuerzo colectivo busca evitar la
extinción de un oficio que, si bien es poco rentable en la actualidad, es
invaluable en términos de patrimonio cultural.
La coordinadora del proyecto, Marfilda Sandoval, destaca la importancia de este trabajo con los municipios para desarrollar estrategias que identifiquen y valoren el legado de los arrieros, y el mapa creado en la Mesa de Arrieros se convierte en un testimonio visual de un patrimonio natural y cultural de valor incalculable.
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