Hielo. (c) Felipe Trueba |
De hecho, en el continente antártico ambos
componentes tienen gran protagonismo: por un lado, un 99,68 % de la
superfificie de la Antártica está cubierta de hielo; por otro, el océano Austral
circundante, limitado por la corriente circumpolar, es uno de los motores
principales del clima global.
Los océanos y la criósfera toman alto protagonismo
en el continente antártico, que ya muestran claras alteraciones a tasas
aceleradas, debido al cambio climático. En esta región operan también
potentes mecanismos de retroalimentación del clima.
Por ejemplo, la superficie del hielo marino tiene muy
alto albedo e incide en el valor medio de la temperatura de la Tierra.
Entonces, a medida que el hielo disminuye, lo hace también el albedo,
contribuyendo al calentamiento del planeta.
Esto constituye un mecanismo de retroalimentación
positivo (magnificación del fenómeno), muy bien estudiado en el océano
Ártico y conocido como la “Amplificación Ártica”.
A su vez, el hielo marino representa una barrera
física para el intercambio de gases y calor entre el océano y la atmósfera,
un efecto que repercute en los ciclos biogeoquímicos.
Figura N°1 |
Un aspecto más desconocido es el intercambio de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano.
Este último ha
sido bastante estudiado en el océano Ártico, donde las emisiones provienen de
los mares y suelos de permafrost; sin embargo, ha sido casi inexplorado en el
océano Austral, particularmente en la península Antártica (PA).
El metano es un gas de efecto invernadero muy
importante en la atmósfera de la Tierra, con un potencial de calentamiento 23
veces mayor al del dióxido de carbono. Por ello, si se libera más metano, se
generan mecanismos que potencian el calentamiento de la atmósfera.
Entonces, cabe preguntarse si el derretimiento del hielo en las plataformas continentales que rodean a la PA impacta en la liberación de metano.
La respuesta es que sí, aunque sabemos que no todas las
plataformas de hielo se derriten a la misma tasa y que incluso algunas no se
han derretido y que el comportamiento de la Antártica es altamente
heterogéneo (Parkinson, 2019).
Notablemente, las evidencias científicas reportan que
las plataformas de hielo de los mares de Bellingshausen y Amundsen, ubicadas al
oriente de la PA, disminuyen a una tasa de 3,70±1,89 kmB año-A desde el año
1980 (Parkinson, 2019).
En la figura 1 se muestra cómo ha disminuido la
superficie de hielo en la región norte de la PA (60°-66°S, 53°-85°W). Las observaciones
han sido recopiladas por instrumentos a bordo de satélites, que permiten
monitorear de forma remota una gran diversidad de variables atmosféricas,
oceanográficas y terrestres.
Laura Farías, Universidad de Concepción. Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2. Instituto Milenio de Socio-Ecología Costera (SECOS); Martín Jacques Coper, Universidad de Concepción (Depto. Geofísica) (CR)2, COPAS Coastal.
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