El libro se interroga sobre su existencia y proyección
política, amparado por la Ley de Defensa de la Democracia/Ley Maldita, en un
período recordado, generalmente, como de democratización.
Se sostiene que el Campo de Pisagua reflejó la
evolución del conflicto político en Chile, las controversias en torno al
estado, el mercado y los derechos ciudadanos, que impulsaron variados
anticomunismos, de raíz católica, liberal, nacionalista y socialista, los
cuales eclosionaron en el marco de la Guerra Fría.
El Campo de Pisagua, expresó, asimismo, la
militarización política que se había estado produciendo en los años cuarenta,
esto es, la incorporación de las fuerzas armadas a tareas de orden interno, de
control social, materializadas en las Zonas de Emergencia, aprobadas por el
Congreso Nacional durante la 2ª. Guerra Mundial ante eventuales ataques
externos, pero utilizadas para enfrentar las movilizaciones, protestas y
paralizaciones obreras.
Las Zonas de Emergencia daban amplias atribuciones a
los jefes militares, para restringir las libertades de reunión, opinión y
circulación, convirtiéndose en una práctica permanente para enfrentar a un
movimiento obrero fortalecido.
La injerencia estadounidense ofreció a los anticomunistas, herramientas inter-americanas para combatir al comunismo, y todo aquello a lo que se le adjudicó tal denominación, y potenció la intervención civil de las fuerzas armadas, amenazando a la democracia chilena.
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