jueves, 21 de diciembre de 2017

En el lugar del crimen: el verdadero origen de la novela policial chilena

 
Se puede decir que el origen de la novela criminal o de misterio moderna tiene una fecha concreta. 

En 1844, Søren Kierkegaard publica El concepto de angustia, e inmediatamente después, se publica la novela El cuervo, de Edgar Allan Poe.  

¿Coincidencia, casualidad? No hay una coincidencia fruto de la casualidad. Hay un estrecho margen de tiempo, más bien, en el que la causalidad hace su trabajo. ¿Por qué aparece la novela policíaca? ¿Es el miedo, la “filosofía de la angustia” o “de la inseguridad” de la que habla Kierkegaard, quien reina en el alma de la gente?

Cuando Sócrates escribió Edipo Rey, estaba poniendo las bases para que con el devenir de los siglos, se construyera un acontecimiento cultural de gran magnitud, con una creciente difusión y calidad literaria de los muchos autores que la han cultivado.

De este tipo de relato, ya se tenían noticias a fines del siglo XVIII y mediados del XIX y su principal móvil, lo constituye la resolución de un caso enigmático y su atractivo está en el desarrollo de la investigación y en el desenlace de los enigmas involucrados.
En el inicio de estas obras, se podían ubicar escritos literarios que mostraban inquietud ante lo inexplicable o hechos considerados terroríficos y se trataban de explicar siguiendo la lógica y la ciencia. Sin embargo, faltaba quien explicara o calmara la angustia de esos tiempos de cambios, desde un punto distinto a la religión o superstición que ya no satisfacían las necesidades de la sociedad de la época. Luego, le siguió un tipo de novelas cuyo protagonista, era un aventurero que lograba vencer las dificultades que se le presentaban por delante.

Entonces, faltaba el que uniera la cónica de sucesos con el misterio inexplicado y el héroe que consiguiera resolver la situación y que se ajustara a la nueva mentalidad de la clase media emergente o burguesa

A fines del siglo XIX empezaban a surgir los primeros cuerpos de policía organizados en Europa. Al mismo tiempo, como se prohibió la tortura para lograr la confesión de los presos, se buscó que el posible culpable confesara a través de la averiguación de lo sucedido, confrontándolo a los hechos y pidiéndole explicaciones.

El progreso de la narrativa policial, estaría a la par con el de prensa escrita ya que los lectores de los periódicos, leían ávidamente los casos de crímenes también llamados “crónicas de sucesos” hasta su resolución, siguiéndolos con gran atención, especialmente, si eran procesos judiciales famosos por su morbosidad, o eran escandalosos socialmente o eran violentos. Y esta crónica roja junto con los registros policiales, permitió la creación de los personajes detectivescos.

El protagonista del relato establece la verdad usando la razón, la observación empírica, o la intuición y la acción. Suele ser un detective (Hercule Poirot), policía (Maigret), periodista (Gálvez), abogado (Pery Maison), criminalistas o aficionados (Sherlock Homes, Miss Marple, el padre Brown) el profesor de literatura, el viejo del rincón o el recluso Isidro Parodi que investigan un hecho entrevistándose con los implicados o examinando las pruebas e indicios que dejo el crimen.

Por otro lado, la llamada novela negra busca retratar problemas morales, sociales y colectivos en la cual, progresivamente, se ha ido poniendo énfasis en la vida y motivaciones y en las raíces socioculturales de la delincuencia.

El nuevo libro Reconstitución de escena, del historiador Manuel Vicuña y publicado por editorial Hueders, narra el nacimiento del género de la novela policial en Chile, a fines del siglo XIX.

En Chile, a partir de 1894, los procesos criminales con mayor repercusión, migran de la síntesis de la crónica roja en los diarios al desarrollo literario en los libros.

Según Ramón Díaz Eterovic, “la novela criminal es la novela social de nuestros días, y ella sirve para registrar las distintas caras de la relación poder y crimen, tan presente hoy en día en todo el mundo”.

En el libro escrito por Manuel Vicuña, es posible encontrar la herencia extranjera del policial, que sentó las bases del género en nuestro país que a partir del asesinato de Sara Bell, una joven santiaguina que murió en manos de su amante en 1896 se inicia un recorrido por el mundo de los detectives, delincuentes y de los reporteros de la crónica roja.

Desfilan por las páginas del libro las revistas de la Policía de Investigaciones y autores extranjeros y chilenos desde Juanario Espinosa hasta Luis Rivano y sacando del olvido a una figura que encarnó mejor que nadie a detective escritor como fuera, René Vergara.

En Chile, hemos tenido al detective Román Calvo; al detective Heredia; al Tira Gutiérrez y la hermana Tegualda; Cayetano Brulé y tantos otros que han transformado la novela policial y su vertiente negra, en una crítica a la violencia de esta sociedad en la que está presente el poder político, la impunidad y el dinero mostrando en sus páginas, una parte de la sociedad chilena que se resiste a ser olvidada en el patio trasero de la historia.

Una de las razones de que la novela de misterio, policiaca o negra sea tan leída es que al tener claro que la vida es algo impredecible, necesitamos saber que el orden social y nuestra fe en la justicia se pueden reestablecer a través de la investigación racional.

Otra razón, del porque del éxito de este tipo relato la entregó Thomas Narcejac al decir que “la novela policíaca es un relato donde el razonamiento crea el temor que se encargará luego de aliviar”.

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