Desde el año 2999, y fruto de múltiples
investigaciones, los seres humanos tenemos la seguridad de que no existe más
vida inteligente en el universo.
A esta premisa se le conoce como Absoluta
Certeza. Sin embargo, todo tambalea cuando un lejano astro, llamado Bahamut,
envía indescifrables señales desde un lejano punto en el tiempo y el espacio.
¿Qué implicancias traerá para la humanidad “el problema Bahamut”?
Así, el escritor nacional Francisco
Ortega embarca a los lectores en un relato de ciencia ficción que le tomó
siete años escribir. En Bahamut, su más reciente novela, el autor proyecta
nuestra naturaleza hacia un futuro en el que la humanidad se encuentra
desperdigada por el sistema solar, producto de los avances científicos y tecnológicos.
"Tal vez la pregunta más usada en la
ciencia ficción es si estamos solos en el universo. Quise responder esa
pregunta de manera negativa, es decir, efectivamente estamos solos y no
hay nadie allá afuera. Creo que eso es más angustiante que la posible
existencia de alienígenas y el sentido y la certeza de soledad a nivela cósmico
gatillaría una crisis absoluta en la humanidad: somos una anomalía, un
accidente", comenta Ortega respecto de la idea que originó este
relato.
En el universo creado por el autor
de Logia, para el año 3500, en lo que anteriormente fue el planeta
Tierra, se ha instaurado un gobierno islámico, y el planeta madre ha sido
rebautizado como Mekkah. La tecnología ha avanzado considerablemente: los
humanos pueden viajar por agujeros de gusano de un lugar del sistema solar
a otro, pueden modificar su apariencia a elección y los idiomas ya no son una
barrera para la comunicación
En Bahamut, gran parte de estos
avances están relacionados con un sistema de inteligencia omnipresente llamado
simplemente Inteligencia, de la cual Natalia es su actualización número 50, y
del que la mayoría de los humanos son parte. Natalia “habita” en el
torrente sanguíneo de los humanos, transformándose en una voz poderosa capaz de
influir en ellos.
"Tal vez la pregunta más usada en la
ciencia ficción es si estamos solos en el universo. Quise responder esa
pregunta de manera negativa, es decir, efectivamente estamos solos y no
hay nadie allá afuera. Creo que eso es más angustiante que la posible
existencia de alienígenas y el sentido y la certeza de soledad a nivela cósmico
gatillaría una crisis absoluta en la humanidad: somos una anomalía, un
accidente", comenta Ortega respecto de la idea que originó este relato.
En el universo creado por el autor
de Logia, para el año 3500, en lo que anteriormente fue el
planeta Tierra, se ha instaurado un gobierno islámico, y el planeta madre
ha sido rebautizado como Mekkah.
La tecnología ha avanzado
considerablemente: los humanos pueden viajar por agujeros de gusano de
un lugar del sistema solar a otro, pueden modificar su apariencia a elección y
los idiomas ya no son una barrera para la comunicación. En Bahamut, gran
parte de estos avances están relacionados con un sistema de inteligencia
omnipresente llamado simplemente Inteligencia, de la cual Natalia es su
actualización número 50, y del que la mayoría de los humanos son parte. Natalia
“habita” en el torrente sanguíneo de los humanos, transformándose en una voz
poderosa capaz de influir en ellos.
Son tiempos complejos los que se describen
en Bahamut: la guerra fría entre las naciones jovianas y saturnales
está a punto de convertirse en el primer conflicto cósmico de la historia. En
tanto, en Mekkah estalla una radical reforma religiosa que pone en vilo al
sistema solar completo.
Sobre la inclusión del islam dentro del
conflicto desatado en la novela, el autor explica que "resultaba creíble
la evolución a un islamismo blanco fusionado con conservadurismo occidental que
requiere de una religión fundamentalista.
Vi lo que está pasando en Europa y lo
imaginé en un escalón más intenso con el propósito de acelerar en mi
argumento el choque definitivo de civilizaciones y la caída de Occidente,
que es algo a lo que vamos derecho y sin vuelta, más allá de la ciencia
ficción".
Con saltos en el espacio-tiempo y a través
de la voz distintos personajes, el relato avanza con agilidad, construyendo lo
que el autor califica como "un thriller histórico sobre el
futuro".
A medida que iba escribiendo, cuenta
Ortega, "la idea base del tiempo como una esfera en lugar de una línea me
dio la idea de que el todo no tenía que ser una línea recta sino saltar de
personaje/narrador y de tiempo. Que el lector juegue con la estructura del
libro al leerlo".
"Si bien la ciencia es clave en la
construcción de mundos fui optado por darle espacio a una ciencia ficción
más fantástica en algunos de los arcos, todo al servicio de construir el
universo en el que se sitúa la acción, los personajes y lo más importante, los
conflictos que los mueven. Eso da la coherencia argumental, el resto fue
basarse en el presente para construir el futuro", agrega el autor.
Una de las particularidades de Bahamut,
destaca el escritor, es que para su creación fue necesaria la invención de
un dialecto, que combina español, ruso, chino y mapuzungun. Esto, en el año
2038, en un Chile donde, entre otras cosas, el Wallmapu tiene autonomía
política.
La otra «neolengua» es la de Natalia, que
al venir de un futuro donde los idiomas son muy distintos —el castellano es sin
tildes gráficos, no existe la H, y el sonido de C, S y Z se unificó sólo en la
S—, debe aprender a hablar, mezclando el dialecto del 3514 con el 2014 y cuando
lo hace por escrito es con faltas de ortografía", explica el responsable
de Dioses chilenos.
Como dato extra, el autor comenta que una
Inteligencia Artificial le ayudó a dar caracter a la voz de uno de los
personajes. "Una IA para darle habla a una IA", menciona.
"Usé las primeras versiones abiertas de ChatGPT y Dramathon, dos
aplicaciones de Inteligencia Artificial para que las respuestas de Natalia
fueran como una máquina del futuro", detalla.
Sin ser precuela o secuela, Bahamut está
situada en el mismo universo literario de otras obras del autor. Los
lectores asiduos de Ortega reconocerán en esta nueva obra referencias a
personajes y eventos de libros como El verbo Kaifman, Logia, Andinia, El
cáliz secreto, Salisbury y Mocha Dick.
En Bahamut, Francisco Ortega hace
gala de su alucinante creatividad e ingenio y logra hilar con increíble
precisión todos los elementos de la trama, para dar forma a una ficción
construida a partir de la pregunta que ha inquietado a la humanidad desde
tiempos inmemoriales: ¿estamos solos en el universo?
"Si bien la ciencia es clave en la
construcción de mundos fui optado por darle espacio a una ciencia ficción
más fantástica en algunos de los arcos, todo al servicio de construir el
universo en el que se sitúa la acción, los personajes y lo más importante, los
conflictos que los mueven. Eso da la coherencia argumental, el resto fue
basarse en el presente para construir el futuro".
Una de las particularidades de Bahamut,
destaca el escritor, es que para su creación fue necesaria la invención de
un dialecto, que combina español, ruso, chino y mapuzungun. Esto, en el año
2038, en un Chile donde, entre otras cosas, el Wallmapu tiene autonomía
política
"La otra «neolengua» es la de
Natalia, que al venir de un futuro donde los idiomas son muy distintos —el
castellano es sin tildes gráficos, no existe la H, y el sonido de C, S y Z se
unificó sólo en la S—, debe aprender a hablar, mezclando el dialecto del 3514
con el 2014 y cuando lo hace por escrito es con faltas de ortografía", Ortega.
Como dato extra, el autor comenta que una
Inteligencia Artificial le ayudó a dar caracter a la voz de uno de los
personajes. "Una IA para darle habla a una IA", menciona.
"Usé las primeras versiones abiertas de ChatGPT y Dramathon, dos
aplicaciones de Inteligencia Artificial para que las respuestas de Natalia
fueran como una máquina del futuro", detalla Ortega.
Sin ser precuela o secuela, Bahamut está
situada en el mismo universo literario de otras obras del autor. Los
lectores asiduos de Ortega reconocerán en esta nueva obra referencias a
personajes y eventos de libros como El verbo Kaifman, Logia, Andinia, El
cáliz secreto, Salisbury y Mocha Dick.
En Bahamut, Francisco Ortega hace
gala de su alucinante creatividad e ingenio y logra hilar con increíble
precisión todos los elementos de la trama, para dar forma a una ficción
construida a partir de la pregunta que ha inquietado a la humanidad desde
tiempos inmemoriales: ¿estamos solos en el universo?
Francisco Ortega (Victoria, 1974) es
escritor y guionista. Ejerció como periodista en diversos medios hasta 2013,
dedicándose desde entonces a la escritura de manera profesional y a tiempo
completo. Es autor de la serie de novelas de La trilogía de los césares
(2006-2017), Salisbury (2011), El cáliz secreto (2019)
y Próximos días (2021); de la saga infantil de Max Urdemales (2015-2020)
y de las novelas gráficas 1899 y 1959 (2011-2018, junto a
Nelson Dániel), Mocha Dick y Alex Nemo (2012-2018, junto a
Gonzalo Martínez) y Los fantasmas de Pinochet (2021 junto a Félix
Vega). Escribió además los libros de no ficción Dioses chilenos (2018), Alienígenas
chilenos (2020), Chile bizarro (2022) y en coautoría con Juan
Andrés Salfate la serie Los nuevos brujos y Alienígenas chilenos (2020-2021).
Como guionista es cocreador de la serie de
ciencia ficción El refugio (2022) de Liongate+/Fábula, además de
proyectos actualmente en desarrollo para Amazon, HBO y Apple. Desde hace cuatro
años conduce y realiza el podcast La ruta secreta para la plataforma
Emisor Podcasting, donde además creo la audioserie El libro negro a
estrenarse a mediados del 2023.