Mediante testigos de sedimentarios, científicos reconstruyeron 240 años de información paleoceanográfica en el estrecho de Bransfield, situado entre las islas Shetland del Sur y la península Antártica.
Lo anterior, a raíz de que el año 2016, un equipo multidisciplinario de investigadores chilenos y alemanes se embarcó en el buque científico alemán Polarstern para participar de la expedición PS97 Paleoceanografía del paso Drake (PaleoDrake) del Instituto Alfred Wegener (AWI).
En el marco de
esta campaña, extrajeron testigos de sedimentos a través del paso Drake desde
el margen continental chileno hasta el estrecho de Bransfield
Los científicos efectuaron una
reconstrucción paleoceanográfica de esta zona, investigando los cambios en la
temperatura de los últimos 240 años en el margen de la península Antártica
empleando diversos biomarcadores, como Tex86, una especie de lípido
que se encuentra en la membrana de las bacterias (arqueas), junto a análisis de
diatomeas, además de otros indicadores mediante los cuales lograron reconstruir
los cambios en las temperaturas, en la productividad marina y la cobertura de
hielo invernal y primaveral.
Este trabajo investigativo fue compilado en el
artículo “La dinámica del hielo marino en el estrecho de Bransfield durante los
últimos 240 años: un estudio comparativo de multiproxy” y publicado, recientemente,
en la revista especializada Climate of the Past.
Lorena Rebolledo, doctora en Oceanografía,
especialista en estudios de paleoceanografía e investigadora del Instituto
Antártico Chileno (INACH, fue una de las autoras de este estudio.
Sobre la importancia de este trabajo
científico ella señaló que “para este artículo, utilizamos una serie de
información, basada en otros estudios, los recopilamos y fuimos capaces de
entender cómo ha cambiado esta zona en la Antártica.
“La paleoceanografía es de suma
importancia para entender cómo ha cambiado el clima en Antártica y cómo podría
ser afectada por el cambio climático global”; agrega Lorena Rebolledo.
El área de estudio se ve afectada por la
corriente circumpolar antártica (CCA), la masa de agua del mar de Weddell, el
frente polar y las intrusiones de aguas cálidas por la CCA a esta zona, y las
masas de aguas del mar de Bellingshausen.
Recolectaron tres testigos de sedimentos
de diferentes lugares del estrecho de Bransfield y la península Antártica, que
les permite conocer los procesos sedimentarios que han controlado la evolución
reciente del fondo marino.
“A pesar de que Antártica es una zona
altamente estudiada, nos dimos cuenta de que cada sector de donde se extrajeron
los testigos respondía de una cierta manera dependiendo de la interacción con
las masas de aguas presente.
Hay zonas que responden de una manera con
respecto a la otra, por ejemplo, el sitio que estaba más cercano a la punta de
la península Antártica, está más relacionada a las condiciones del mar de
Weddell con intrusiones de agua fría y hay otras áreas, que están más
relacionadas a las masas de agua del mar de Bellingshausen”, dice la
investigadora.
La Dra. Rebolledo explica que esta labor
de obtener estos testigos de sedimentos no es fácil.
Primero utilizaron la plataforma del Polarstern con multicorers que les permiten obtener testigos más allá de los 2.000 metros de la columna de agua. Una vez obtenidos estos testigos, se llevaban al laboratorio, donde se realizó una serie de análisis y después, determinamos la edad de los testigos usando una serie de técnicas de datación, basados en el plomo-210, que nos permitió estimar estas edades en 240 años”, precisa.
Después las muestras se procesaron en el
Alfred Wegener Institute (AWI), en Alemania, donde se hicieron análisis de
lípidos y reconstruyeron las temperaturas del mar.
“En el laboratorio del INACH, hicimos los
preparados de diatomeas y fuimos capaces de diferenciar los grupos de
diatomeas, y una vez que nosotros enviamos los resultados, en Alemania hicieron
ecuaciones de transferencia y a partir de esos datos se podía inferir cómo era
la cubierta del hielo marino, si había más o menos hielo marino. Esa
información se recopiló y también ellos corrieron un modelo y lo compararon con
sus resultados”, explica Rebolledo.
A través de estos biomarcadores, ellos
identificaron cuatro unidades ambientales diferentes y que detallan en el
artículo: una unidad A que es caracterizada por una baja cobertura de hielo y
altas temperaturas oceánicas; un estadio B con una moderada cobertura de hielo
y una disminución en la temperatura oceánica; una zona C altamente variable en
cobertura de hielo durante intervalos de bajas temperaturas; y el período D que
es la extendida cobertura de hielo marino coincidente con un rápido
calentamiento.
Una de las conclusiones fue que todo este
sistema está inter correlacionado con las teles conexiones, específicamente con
El Niño, la oscilación del sur y el modo anular del sur (Southern Annular Mode
o SAM).
“Sabemos que durante períodos donde el SAM
se intensifica, se intensifican los vientos del oeste, aumenta la temperatura
oceánica, pero disminuye considerablemente la cobertura de hielo marino de la
zona”, señala la Dra. Rebolledo.
Cabe destacar que cuando se forma el hielo
marino en invierno se adhieren las diatomeas (microalgas) y estas son el
principal alimento del kril antártico, especie clave para los demás organismos
que viven en el continente.
“Entonces si se derrite o hay menos hielo marino, va a haber una disminución en el kril y, por ende, hay un impacto directo en los organismos que se alimentan directamente de kril, como los pingüinos, los peces, las ballenas.
Hay ciertos años donde la temperatura del
mar es más alta y hay menos hielo marino, y al año siguiente disminuye la
captura de kril, afecta a las poblaciones de pingüino”, puntualizó la Dra.
Rebolledo.
En el estudio “Sea ice dynamics in the
Bransfield Strait, Antarctic Peninsula during the past 240 years: a multi-proxy
intercomparison study” participaron investigadores del Instituto Alfred
Wegener, de la Universidad de Bremen, Alemania, del Instituto Antártico
Chileno, del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas
Latitudes (IDEAL), de la Universidad Católica del Norte, del Centro
Oceanográfico COPAS Sur-Austral, Universidad de Concepción y del Centro Scripps
de Estados Unidos.
El INACH es un organismo técnico dependiente
del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo
relacionado con asuntos antárticos y tiene entre sus misiones el incentivar el
desarrollo de la investigación científica, tecnológica y de innovación en la
Antártica, el fortalecimiento de Magallanes como puerta de entrada al
Continente Blanco y promover el conocimiento de las materias antárticas a la
ciudadanía.
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