El tradicional arte de trenzar pajas de trigo para
confeccionar sombreros, joyas y utensilios, típico del Valle del Itata, se
encuentra en proceso de rescate y valorización gracias a un proyecto de la Fundación para la Innovación Agraria
(FIA) y la Universidad de Chile,
quienes apuestan por agregar valor por medio de la innovación.
Desde la introducción del trigo en nuestro país, hace 300
años, se convirtió en uno de los cultivos más importantes de nuestro
territorio, vinculándose estrechamente con la cultura y la artesanía.
Así nace el oficio de las colchanderas o cuelcheras, hombres
y mujeres que se dedican a la confección de distintos tipos de trenzados que se
usan como materia prima de sombreros, bolsos, alfombras y artículos decorativos
como joyas y accesorios para el hogar.
Desde tres hasta 16 hebras de paja pueden ser usadas en este
tejido, cuya técnica se ha transmitido de generación en generación.
Actualmente, gracias a un proyecto de FIA, del
Ministerio de Agricultura (Minagri) y de la Facultad de Ciencias
Agronómicas de la
Universidad de Chile, este oficio se abre un nuevo camino
hacia la revalorización tras un trabajo diagnóstico donde se identificaron
sus principales brechas de producción y comercialización, siendo presentado el miércoles
28 de junio en la localidad de Quirihue, con la presencia de autoridades
regionales y las más de 40 mujeres beneficiarias de este proyecto.
Quirihue es una ciudad y comuna ubicada en la
región de Ñuble. Situada a 72 kilómetros al noroeste de la capital
regional, Chillán y a 398
kilómetros al sur de Santiago.
Durante la presentación, María José Etchegaray, directora
ejecutiva de FIA, expresó que “este proyecto representa cabalmente la
intención de la agencia de innovación respecto a la línea estratégica de
rescate y valorización del patrimonio agroalimentario que promueve.
Este programa, topa en dos grandes brechas que
constantemente se detectan en las comunidades productoras de artesanía. En
primer lugar, las tradiciones se ven amenazadas por el poco interés que
muestran las nuevas generaciones en aprender estos oficios y en segundo
término, por la dificultad de introducirse en mercados donde la transacción se
realice por el valor real de la artesanía, en su dimensión histórica, artística
y cultural”.
“A partir de allí es que la agencia decide agregar
valor a nuestras tradiciones por medio de la innovación. Se ha realizado un
trabajo intenso a lo largo del país, ejecutando más de 50 proyectos que
rescatan distintos productos y oficios relacionados al agro, que han demostrado
ser un gran aporte para las comunidades, aportando al mejoramiento de su
calidad de vida y también robusteciendo nuestras tradiciones”, añade María José
Etchegaray
Los colchanderos y colchanderas aprenden este oficio siendo
niños y localidades como Quirihue, se caracterizan por estar transversalmente
influidas por esta práctica al igual que otros lugares de la región.
En 2015, 31 colchanderos oriundos de esa zona fueron
distinguidos por la Unesco
a través del Consejo Nacional de la
Cultura y las Artes (CNCA) como Tesoros Humanos Vivos,
por su contribución a la conservación del patrimonio inmaterial de la nación.
Tras la inauguración de esta iniciativa, que comenzó su
desarrollo en junio de 2016, se dará inicio un trabajo junto con diseñadores,
que aportarán nuevas opciones de productos y diseños que ayuden a renovar la
oferta, sin olvidar nunca la importancia de mantener la esencia de la artesanía
tradicional.
La
Fundación para la Innovación Agraria
(FIA), perteneciente al Ministerio de Agricultura, es la agencia sectorial de
fomento a la innovación y su objetivo es contribuir al incremento de la
competitividad de la agricultura nacional.
Su actividad se centra en el fomento de los procesos de
innovación y en actuar sobre el entorno y condiciones que los favorecen. Todo
ello a través de financiamiento de iniciativas, de la generación de estrategias
y la transferencia de información y resultados de proyectos y programas
innovadores.
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