Para mi tristeza, violeta azul, clavelina roja pa’ mi
pasión, y, para saber si me corresponde, deshojo un blanco manzanillón: si me
quiere –mucho, poquito, nada–, tranquilo queda mi corazón decía Violeta
Parra en su canción “La jardinera”.
Lo cierto es que en todo el mundo y durante toda
la historia de la humanidad, las flores son parte esencial de la cultura,
tanto si componen un perfecto centro de mesa en un banquete de boda o un
hermoso ramo de regalo de cumpleaños como si transmiten agradecimiento o
tributan homenaje en un funeral.
Y aunque casi todo el mundo sabe que las rosas rojas
significan amor, pocos saben que existe un lenguaje de las flores completo,
perfeccionado en Inglaterra a mediados del siglo XIX, en el que cada flor, cada
hierba y cada planta tienen asociada una emoción particular. Así, por ejemplo,
el avellano expresa reconciliación, la glicina bienvenida y la hiedra
fidelidad.
Desde la antigüedad, las flores han sido una noble vía
para dar a conocer y transmitir sentimientos. El lenguaje de las flores tiene
sus orígenes en Oriente y se ha transmitido pasando por el Antiguo Egipto, la
Edad Media, el Renacimiento, hasta llegar al Romanticismo, época ésta en que
tuvo su máximo apogeo.
Entonces, existe un lenguaje popular asociado a las
flores y una alternativa para cada ocasión. Por ejemplo, la rosa roja es
sinónimo de amor, la amarilla de amistad, la blanca de miedo, la rosada de
indecisión; la camelia blanca de amistad incambiable. Otros ejemplos: la
margarita blanca simboliza inocencia y pureza, por lo que está relacionada con
la niñez; la gardenia significa alegría; la flor de azahar, castidad; el
tulipán, amor desesperado si es de color amarillo y una sutil declaración de
amor si es rojo; el clavel significa distinción y nobleza, y el lirio,
inocencia, pureza y alegría.
Además, el mensaje cambia en función de si la flor está abierta o en botón y la
posición en que se ofrece. De esta manera, una flor, que, por regla general,
expresa todo el amor de una persona hacia otra, si se entrega con el tallo
hacia arriba significa puñalada trapera.
Al querer regalar flores hay que tomar en cuenta tres
aspectos cómo son lo que representa cada una, qué es lo que queremos comunicar
y cuál es la flor preferida de la persona que las va a recibir. También, hay
que considerar el color de las mismas, porque los colores provocan reacciones arciónales
y emocionales en lo más profundo de la psique humana.
En la época victoriana era un medio de comunicación,
en el cual las flores y los arreglos florales se usaban para enviar mensajes
codificados, sirviendo a sujetos para expresar sentimientos que de otro modo
nunca se podrían hablar como en Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las
flores de Federico García Lorca.
Que muestra una época en que la mujer estaba destinada
de manera única y exclusivamente para el matrimonio y por o tanto debía
aprender labores del hogar, aguja, bordado, alguna clase de música, quizás
algún idioma, con preferencia el francés.
La distracción, como todos los aspectos de la vida
diaria, estaba regido por la discreción, nada de libertad de sentimientos,
donde las madres acompañaban a sus hijas a los parques, para vigilar su moral y
coartar su libertad.
Entonces, flores, abanicos, colores, pañuelos,
sombrillas, tarjetas de visita eran elementos utilizados para enviar
"mensajes cifrados": aceptar un amor, comprometer una cita a una hora
determinada (sin que los demás lo advirtieran) lo que en nuestros tiempos nos
parecerá una "cursilería.
El libro “El lenguaje de las flores” de Mandy Kirkby
del sello Salamandra, es presentado a la manera de las misceláneas de la
época victoriana, que, bellamente ilustrada contiene la descripción de
cincuenta flores, un diccionario de las emociones relacionadas con las flores y
plantas que las expresan, e ideas para crear arreglos florales en ocasiones
concretas. Incluye, además, un ilustrativo prólogo de Vanessa Diffenbaugh, la
autora de la novela El lenguaje de las flores, recientemente publicada con
este sello editorial.
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