En agosto de 2012, Lolita Editores publicó Conversaciones con Mario Levrero, libro que resultó de las conversaciones (más bien asedio) de Pablo Silva Olazábal con Mario Levrero.
Jorge Mario Varlotta Levrero nació el 23 de enero de 1940 en Montevideo, Uruguay y falleció el 30 de agosto de 2004 en la misma ciudad. La mayor parte de su vida la pasó en Montevideo, vivió en otras ciudades uruguayas y argentinas y también en Burdeos, Francia.
Se desempeñó como librero, fotógrafo, humorista, editor de una revista de entretenimientos y, en sus últimos años, dirigió un taller literario.
A fines de la década de los
sesenta, comenzó a publicar en editoriales uruguayas y argentinas y en su obra
se encuentran novelas que, generalmente, no son muy extensas y recopilaciones
de cuentos, variables en su tamaño. Sus
últimos trabajos corresponden a un género propio, a medio camino entre el
ensayo, el relato y las memorias.
A
pesar de que siempre mantuvo un perfil bajo, tuvo un creciente grupo de
seguidores tanto en Uruguay como en Argentina. En el año 2000 obtuvo una beca
Guggenheim, con la que pudo escribir La
novela luminosa, que junto a El discurso vacío, se consideran como
sus obras mayores, por su complejidad fabuladora. Su narrativa está escrita en
primera persona; se centra en la urbe y le entrega al lector, una sensación sentirse
atrapado en un sentimiento de aislamiento personal.
Levrero cae en una corriente
de escritores uruguayos que no son posibles de ubicar al interior de alguna
corriente literaria. Felisberto Hernández, Armonía Sommers, José Pablo Díaz
junto a Levrero son los primeros participantes de esta narrativa y Marosa di Giorgio y Felipe Polleri son los
continuadores actuales.
Durante cuatro años, Pablo
Silva asedió a Levrero con el objetivo de llegar a conocerlo más y logró que el
libro se convirtiera en un autorretrato ya que permitió que Levrero hablara
fluidamente de cine, de dibujos animados, de sus gustos, de sus manías, de sus
mecanismos de creación literaria, sus técnicas de corrección literaria, su
compromiso con la realidad y su forma de
ver el mundo. Respecto a su modo de creación, Levrero dice que “produzco a
partir del ocio. No hago nada que no me guste. No trabajo de manera alienada. Y
el ocio no significa simplemente hacer nada; puede ser muy activo. La actividad
degenera cuando se transforma en neg-ocio,
negación del ocio”.
En estas conversaciones, Levrero
revela que su singularidad en su formación y en su estilo está fuertemente
influenciada por la literatura popular, especialmente por las novelas policiales
y que es un estilista cuidadoso, minucioso, casi maniático.
Pablo Silva, logra que Mario
Levrero nos muestre el tránsito que tuvo desde el inconsciente colectivo, que
se vio en sus primeras novelas, su llegada al subconsciente hasta aparecer en la conciencia, lo que le ayuda a describir
lo que ocurre fuera de sí mismo. En ese sentido, el propio Levrero expresa que
“tenés que sacarte de la cabeza que se escribe a partir de la palabra y sobre
todo, a partir de la invención (intelectual). Se escribe a partir de vivencias,
que solo pueden traducirse mediante imágenes”.
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